Las 'manchas hidrosolubles'
Lourdes Espinosa, de 26 a?os cu?ada de Mar¨ªa ?ngeles, lleva poco m¨¢s de una semana en Cantalojas, un lugar de Guadalajara -193 habitantes- donde muere tambi¨¦n la carretera. Sustituye al titular, que est¨¢ de baja por depresi¨®n. Vive, hasta que le arreglen la casa, -"no sabes c¨®mo estaba, no sabes"- en el consultorio. Generalmente los ayuntamientos ceden las casas a los m¨¦dicos o las alquilan a bajo precio Se ha tenido que olvidar de su formaci¨®n hospitalaria de Madrid para aprender lo que era 1a cagada de mosca (puesta de huevos de este insecto en el ojo que siembra larvas), a desinfectar el material de suturas en plan rudimentario -"pero nunca se ha infectado un punto aqu¨ª", asegura-, a sacar tapones de o¨ªdo y acostumbrarse a las manchas hidrosolubles de los campesinos (una forma de citar, en clave, la ro?a de toda la vida).
Destierro en Siberia
Y lo que m¨¢s enerva a esta joven es la diferencia entre su anterior trabajo, en un centro de salud y este "destierro en Siberia". Est verano dispon¨ªa de anal¨ªtica, radiografia y dem¨¢s, ten¨ªa un veh¨ªculo equipado, dotaci¨®n de material m¨¦dico de urgencias, se pagaba la gasolina, trabajaba ocho horas y ten¨ªa guardias programadas con otro compa?ero un enfermero. "Y ganaba 298.00 pesetas netas". En esta Siberia, 120 kil¨®metros de Guadalajara dos horas y media de Madrid donde no llega la Prensa cada d¨ªa, percibir¨¢ 120.000, no posee coche, tiene que atender avisos permanentemente, salvo los fines de semana, y el material lo pone ella. Es quiz¨¢ esta escisi¨®n la instant¨¢nea de la medicina rural unos integrados en los modernos Equipos de Atenci¨®n Primaria que cubren a cerca de un 40% de la poblaci¨®n, rural y urbana otros, aislados, sin medios y de guardia permanente.
La necesidad de f¨®rmaci¨®n continuada -"no te dan cursos y si te los dan, no te dejan seguirlos"- y la inadecuaci¨®n de su estudios para el trabajo que desempe?an es un hecho que se?alan varios m¨¦dicos de la zona reunidos en casa de Concha, la m¨¦dica de Campis¨¢balos, un pueblo inh¨®spito con una rara iglesia rom¨¢nica. Esta mujer de 30 a?os tiene un hijo de seis y un marido que trabaja en Madrid al que s¨®lo ve los fines de semana.
Armando, 34 a?os y tres hijos, que atiende a otros tres pueblos de la zona y que el jueves tambi¨¦n pas¨® consulta, se lamenta de la falta de medios y de que la Administraci¨®n "no se preocupe del rendimiento de sus empleados. A mi me gustar¨ªa que me metieran ca?a, que me examinasen cada a?o. Los usuarios tendr¨ªan que chillar mucho, por que pasan de ellos y de nosotros". Armando se queja tambi¨¦n de que la familia est¨¢ tan sometida a la guardia permanente como ellos.
De los ayuntamientos o de los vecinos, casi todos reciben cantidades suplementarias de dinero -que suelen variar, en los preguntados, entre las 3.000 y la 15.000 pesetas mensuales, en total-, una herencia de las denominadas igualas.
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