Un largo viaje
Al t¨¦rmino del concierto, un concurrente: se explicaba: "Desde el primer tema, traslado total al Amazonas". All¨ª y a cualquiera de los puntos de viaje que uno pueda encontrar en Legend the seven seas, ¨²ltimo disco de la banda, queconstituy¨® el bloque central de sus dos conciertos. El Amazonas est¨¢ en las maderas que percute Nana Vasconcelos, pero su aliento r¨ªtmico y vocal llega hasta la lejana Laponia en He comes from the North, composici¨®n del noruego Grarbarek. En esta formaci¨®n el encuentro de diversos; universos rriusicales no se da en la anexi¨®n o la yuxtaposici¨®n sin contenido ni atractivo, sino en la acentuaci¨®n de cada una de las individualidades, que son mundos musicales distintos. Y todo se resuelve de una forma integrada, con capacidad de seducci¨®n y una comunicaci¨®n cierta: a cada uno convocaron a todos los viajes.Jan Garbarek fue disc¨ªpulo de George Russell, alcanz¨® su mayor popularidad con el cuarteto de Keith Jarrett y hace a?os que en el encuentro de las m¨²sicas logra una m¨²sica de intensa personalidad. Como instrumentista puede haber encontrado en, el saxo sopranino el instrumento ideal en el que albergar la sostenida exasperaci¨®n de su sonido, que tal vez le permita tocar hoy el tenor con una formulaci¨®n m¨¢s relajada. Autor del temario del grupo, algunas de sus composiciones recogen temas folcl¨®ricos de su pa¨ªs, y como l¨ªder de banda (col¨ªder con Nana) ha tenido la capacidad de encontrar servicio a su causa en las muy personales aportaciones de cada uno de los miembros del grupo.
Jan Garbarek-Nana Vasconcelos
Jan Garbarek (saxo y flauta), Nana Vasconcelos (percusi¨®n), Rainer Bruninghaus (piano y teclados) y Eberhard Weber (contrabajo). Colegio mayor San Juan Evangelina. Madrid, 4 de noviembre.
En el cuadrado en el que gobierna Nana Vasconcelos, las percusiones desplegadas, el esfuerzo para sostener una vibraci¨®n y saltar a la siguiente, la ceremonia que se sabe cierta, no cesa el latido africano de Brasil. Vasconcelos dialoga con los cantos lapones y tambi¨¦n con el pianista Rainer Bruninghaus, un hombre que no parece buscar parientes jazz¨ªsticos en su instrumento pero que pudo hacer pensar c¨®mo influyeron en Cecil Taylor los modernos europeos. Una voz de un conservatorio vivo que encuentra nuevo cr¨¦dito en el di¨¢logo con las m¨²sicas del mundo.
Eberhard Weber, contrabajo sin caja, como afinado por un dibujante que le hubiera elegido como ilustraci¨®n de un cuento de E.T.A. Hoffmann, compositor y l¨ªder, como demuestra en sus solos, y que muchas veces constituye una segunda l¨ªnea de viento.
Llenaron el San Juan Evangelista en sus conciertos de tarde y noche con un p¨²blico fervoroso en el silencio y en el aplauso hasta el tercer bis. Su ejecuci¨®n en directo magnific¨® a la causa del sonido a la que sirve.
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