Transici¨®n sin traumas
El autor sostiene que el peligro que en la actualidad amenaza a Europa no es el monolitismo, sino la desintegraci¨®n del Este, lo que exige respuestas innovadoras e imaginativas del continente en pleno. La consolidaci¨®n pol¨ªtica de la uni¨®n de los doce, con la convergencia del Reino Unido y Francia, y la progresiva ampliaci¨®n de esa uni¨®n hasta englobar a los pa¨ªses orientales es uno de los factores m¨¢s importantes para facilitar la transici¨®n sin traumas.
La idea de celebrar en Budapest los d¨ªas 11 y 12 de noviembre una reuni¨®n de vicepresidentes de consejos y ministros de Asuntos Exteriores que, formalice una serie de relaciones entre Austria, Italia, Hungr¨ªa y Yugoslavia no surgi¨® de improviso; es el resultado de reflexiones y consultas en curso desde hace tiempo que, aunque se vean hoy urgidas por los apremiantes acontecimientos que se dan en el coraz¨®n de Europa, ven¨ªamos realizando en numerosos encuentros de ¨ªndoles pol¨ªtica y t¨¦cnica con los pa¨ªses participantes.Cuarenta y cinco a?os despu¨¦s de Yalta, el fracaso del modelo colectivista vuelve asumir al centro de Europa en una crisis; una crisis que, con caracter¨ªsticas y por motivos diferentes, involucra a los dos pa¨ªses de los que partieron los dos grandes conflictos b¨¦licos de este siglo: Polonia y Yugoslavia. Hemos le¨ªdo en estos d¨ªas acerca de reiterados paralelismos con lo acaecido en agosto de 1914. No s¨¦ si son plenamente exactos. En agosto de 1914 se enfrentaban dos formaciones de fuerzas pares, y precisamente la paridad y la necesidad de aprovechar el factor tiempo hab¨ªa iniciado una incontenible reacci¨®n en cadena de hechos.
Disgregaci¨®n
Hoy tambi¨¦n subsiste, entre las alianzas que se cotejan en Europa, una situaci¨®n de paridad en la cual la amenaza inminente no es el holocausto. Por suerte, Europa est¨¢, en cambio, alej¨¢ndose progresivamente de un orden impuesto por la Segunda Guerra Mundial que Aron sintetiza en la ecuaci¨®n paz imposible, guerra improbable". Europa est¨¢ concretando una seguridad que no se basa ya exclusivamente en los aparatos militares.
El riesgo actual es otro; no nace del monolitismo, sino de la disgregaci¨®n del. bloque oriental, y ello nos impone respuestas distintas de aquellas a las que est¨¢bamos acostumbrados. Ante el espect¨¢culo extraordinario e inquietante a la vez que ofrece el Este europeo, el problema consiste en controlar sin traumas una transici¨®n que es, para unos, esperanza de supervivencia, y para otros, certidumbre de desaparici¨®n. ?C¨®mo hacer para organizar la existencia de regiones que descubren casi s¨²bitamente que son patrias y la de otras que, como la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, se hallan en crisis porque no lograron ser tales?
He dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n que este proceso puede ser mantenido seg¨²n pautas establecidas, acelerando la uni¨®n pol¨ªtica del n¨²cleo robusto de los doce -lo que significa que Francia y el Reino Unido deben converger cabalmente en Europa- y ampliando simult¨¢neamente la integraci¨®n hasta incluir, en tiempos, grados y formas diversos, los pa¨ªses de la otra Europa.
Si bien se ha discutido alguna vez si el comunismo de. la Uni¨®n Sovi¨¦tica era la negaci¨®n violenta de su identidad o incluso de su religiosidad o era m¨¢s bien la consecuencia inevitable de una tradici¨®n autocr¨¢tica e imperial, nosotros siempre consideramos la Europa medianera, a todo efecto, como parte del Occidente. Por ende, no podr¨ªamos mirar con prudencia excesiva o generosidad retaceada su intento de volver a ese Occidente del que fuera raptada.
Europa central, que, de no ser as¨ª, puede transformarse en tierra portadora de des¨®rdenes m¨¢s generales, debe, en cambio, ser un lugar de cohesi¨®n econ¨®mica, social, cultural; un modelo de coexistencia. La preponderancia de esta opci¨®n est¨¢ vinculada asimismo a un papel preciso de Italia en sus fronteras nororientales. Debemos contribuir a estabilizar esa Europa que Milan Kundera defini¨® pol¨ªticamente Este, geogr¨¢ficamente Centro y culturalmente Oeste, de suerte que se evite que la evoluci¨®n se vuelva un desastre, que los nacionalismos se conviertan en separatismos o, peor a¨²n, en terrorismos.
Papel puente
La iniciativa cuadrangular nace en el momento en que Austria presenta oficialmente su candidatura a la CE, por lo cual deber¨¢ revisar su papel tradicional de puente entre el Este y el Oeste; Yugoslavia -desde siempre, el modelo m¨¢s an¨®malo del universo comunista- encara la tarea de salvaguardar, por un lado, el pluralismo pol¨ªtico y econ¨®mico, y por otro, su propia unidad; Hungr¨ªa procura afianzar y sostener externamente una revoluci¨®n pac¨ªfica que culminar¨¢ el a?o venidero en las primeras elecciones libres del Este.
Naturalmente, el plan de colaboraci¨®n cuadrinacional deber¨¢ definirse en los pr¨®ximos encuentros, empezando por el de la capital h¨²ngara. Por consiguiente, es prematuro anticipar sus caracter¨ªsticas y modalidades. Las intenciones italianas prev¨¦n que se inicie una cooperaci¨®n org¨¢nica en los sectores industrial, cient¨ªfico y t¨¦cnico, as¨ª como en los de transportes, telecomunicaciones, medio ambiente y cultura, instituyendo reuniones peri¨®dicas de los ministros correspondientes y/o de funcionarios de nivel menos elevado.
Hay que se?alar ante todo dos l¨ªmites precisos de la iniciativa cuadrangular.
1. No tiene un car¨¢cter centr¨ªfugo respecto del sistema de alianzas y de asociaci¨®n de los cuatro pa¨ªses (en nuestros contactos dentro de la Comunidad y la Alianza Atl¨¢ntica se nos ha alentado a proseguir por este camino).
2. No quiere sustituir objetivos m¨¢s ambiciosos pero lejanos, como el de la adhesi¨®n a la Comunidad Europea o la construcci¨®n de la casa com¨²n europea.
La adhesi¨®n a la Comunidad es un proceso muy complicado, y no veo, al menos en lo que resta del siglo y salvo tal vez el caso de uno o dos pa¨ªses, de qu¨¦ manera podr¨ªan a?adirse otros partners a los doce, comprometidos en un proyecto pol¨ªtico y econ¨®mico de alcance tan grande. Por eso estamos trabajando para definir formas de asociaci¨®n muy estrecha que eviten una adhesi¨®n total.
Autodeterminaci¨®n
En la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, el anhelo de libertad se torn¨® en una especie de autodeterminaci¨®n itinerante que impuls¨® e impulsa a muchos ciudadanos a abandonar su pa¨ªs. Esperamos que los ¨²ltimos sucesos internos, debidos a una toma de conciencia y a una expresi¨®n colectiva de expectativas ya no dilatables, sean el preludio a una postura de Berl¨ªn Este que est¨¦ en consonancia con el tan cambiado clima europeo, tanto en el Este como en el Oeste. Creemos, como lo ha afirmado en reiteradas oportunidades el Gobierno de Alemania Occidental, que es menester examinar la cuesti¨®n alemana pensando en la evoluci¨®n general de las relaciones entre ambas Europas, pero que, de todos modos, se necesitan desde ahora mismo m¨¢s libertades en el interior y m¨¢s contactos con el exterior. La relaci¨®n entre las dos Alemanias podr¨ªa tambi¨¦n llegar a ser as¨ª un ejemplo de complementariedad regional que deje indeterminadas las salidas del futuro, pero contribuya a estabilizar el presente. Digo esto porque una reconstrucci¨®n de Europa centromeridional en la que no participe la Rep¨²blica Federal de Alemania podr¨ªa resultar insuficiente. En realidad, Alemania Occidental est¨¢ proyectada actualmente hacia otras prioridades (Alemania Este, Polonia), y, como quiera, la acci¨®n comunitaria es el cauce en el cual, sin perjuicio del plano de las relaciones bilaterales, puede coadyuvar a estabilizar la regi¨®n danubiana.
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