Las razones de las feministas
Siempre hemos afirmado que el recurso al aborto por parte de las mujeres que se enfrentan a un embarazo no deseado (de 100.000 a 200.000 cada a?o, seg¨²n las diversas estimaciones) es fundamentalmente el corolario l¨®gico de la ausencia de informaci¨®n sexual, de informaci¨®n anticonceptiva y de la no gratuidad de los m¨¦todos anticonceptivos. Cuestiones todas ellas despreciadas por quienes nos gobiernan con otras prioridades. Nuestra consigna: "Aborto libre y gratuito, a decisi¨®n de la mujer", siempre la hemos acompa?ado de todo un conjunto de exigencias en materia de informaci¨®n sexual y anticonceptiva que redujera al m¨ªnimo la posibilidad de embarazos no deseados y, por tanto, la necesidad de abortar.Viene todo lo anterior a cuento de las burdas tergiversaciones sobre lo que decimos las feministas aparecidas en estas mismas p¨¢ginas el pasado 10 de octubre de la mano de un declarado enemigo del derecho de las mujeres a abortar. Pero el articulista no se limitaba a tales argucias. Si as¨ª fuera, sencillamente pasar¨ªa a engrosar las filas de quienes, desde uno u otro campo ideol¨®gico, pretenden ocultar -con artima?as diversas- el papel jugado por el movimiento feminista en eso que se ha dado en llamar la batalla por el derecho al aborto.
La campa?a de los autodenominados pro-vida, con sus m¨¢s y sus menos, empez¨®, no por casualidad, cuando las feministas rompimos el silencio que rodeaba la pr¨¢ctica habitual del aborto clandestino. ?Recuerdan las movilizaciones, las iniciativas de todo tipo que desarrollamos para impedir que un tribunal condenara a aquellas 11 mujeres de Bilbao en 1979? (EL PA?S de aquellos meses -justo es reconocerlo- puede ayudar a refrescar las memorias). Desde entonces han pasado ya 10 largos a?os, y no todo sigue igual. Tampoco los contenidos, los ritmos ni los acentos de la campa?a de los enemigos del derecho al aborto.
En los ¨²ltimos meses, los medios de comunicaci¨®n han reflejado algunas de las actividades que en Italia, Francia, el Reino Unido y sobre todo EE UU est¨¢n llevando a cabo diversas asociaciones empe?adas en negarnos a las mujeres la posibilidad de abortar aun dentro de los estrechos marcos legales actuales. Su campa?a mantiene parte de sus viejos m¨¦todos y al mismo tiempo ha dado cabida a otros que aparecen como nuevos: as¨ª, por ejemplo, 31 sin salir de nuestras fronteras, su utilizaci¨®n en los ¨²ltimos meses de la asignatura de ¨¦tica en ense?anza media para proyectar en centros de ense?anza privados, y tambi¨¦n p¨²blicos, un v¨ªdeo que falsea espeluznantemente la pr¨¢ctica del aborto. V¨ªdeo que fue en su d¨ªa denunciado en EE UU por las feministas, parte de la comunidad cient¨ªfica y profesionales del cine. As¨ª tambi¨¦n algunos de los argumentos del mencionado art¨ªculo aparecido en estas mismas p¨¢ginas el mes pasado y que no tienen desperdicio. Veamos algo de lo que escrib¨ªa el pretendido palad¨ªn de la defensa de la vida que lo firmaba.Lenguaje feminista
Utilizando un lenguaje en el que aparecen t¨¦rminos mayormente puestos en circulaci¨®n por el movimiento feminista ("prejuicios patriarcales", "derecho al propio cuerpo", "violencia machista" -aunque, ?peque?o desliz!, le traicione el inconsciente y se le escapa la alusi¨®n a las violaciones simuladas o el uso y abuso del masculino ni?o cuando se refiere a ni?as y ni?os ... ); sum¨¢ndose -como si de cosecha propia se tratara- a la vieja denuncia feminista (y no s¨®lo feminista) del proceso cada vez m¨¢s creciente de medicalizaci¨®n del cuerpo de las mujeres en especial (aunque tambi¨¦n, en otra medida, de los hombres); sum¨¢ndose igualmente a nuestra denuncia del cientismo imperante y del poder cuasi omn¨ªmodo de la llamada casta m¨¦dica, etc¨¦tera, revestido as¨ª con este nuevo ropaje, el articulista intenta colar nuevamente la vieja mercanc¨ªa de imponernos sus posiciones ¨¦ticas sobre el aborto. Si de ¨¦tica hablamos, se?or Campos, al menos las feministas -y con nosotras, quienes defienden el derecho al aborto- no pretendemos imponer nada a nadie. Sencillamente defendemos el derecho, que no la obligaci¨®n, de abortar. No confundamos.
El articulista intenta defenderse de "oscuras e inconfesables motivaciones sexistas, vaticanistas, reaccionarias y otras satanizaciones de la misma cala?a" de las que -siempre seg¨²n lo que escribe- son acusados ¨¦l y sus colegas por parte de quienes defendemos el derecho al aborto (que no el abortismo). Y para hacerlo recurre "a la evidencia hist¨®rica" (sic). ?L¨¢stima que los ejemplos con los que la ilustra tengan tambi¨¦n un lado nada presentable para su pretendida objetividad! As¨ª, por citar solamente algunos, el que, junto a agn¨®sticos o ateos contrarios al derecho al aborto, haya igualmente cat¨®licas y cat¨®licos -incluso monjas- asociados en la organizaci¨®n Por el Derecho a Elegir (abortar, obviamente). O que "reg¨ªmenes pol¨ªticos pasablemente democr¨¢ticos", al decir del se?or Campos, "como EE UU", compaginen una actitud m¨¢s o menos liberal ante el aborto con estar metidos hasta las cejas en instituciones internacionales que dictan pol¨ªticas demogr¨¢ficas para el llamado Tercer Mundo, entre las que se incluyen las nada democr¨¢ticas campa?as de esterilizaci¨®n forzosa de millones de mujeres. O que la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica de la archidi¨®cesis de Seattle (EE UU) utilice sus buenos oficios ante la Fundaci¨®n United Way para impedir que dicha instituci¨®n siga financiando a organizaciones que, como Planned Parenthood, tienen servicios m¨¦dicos en los que se practican abortos.
Mientras la nueva-vieja campa?a de los pro-vida vuelve a recrudecerse, el derecho al aborto sigue estando extraordinariamente vigente en nuestro pa¨ªs en tanto que problema social no resuelto. Por m¨¢s que muchas, much¨ªsimas conciencias se hayan tranquilizado desde que en 1985 se puso en vigor la llamada ley de aborto del Gobierno socialista, la realidad va por otros derroteros. Una buena muestra de esta realidad nos la dieron los resultados del informe de la Federaci¨®n de Asociaciones de Planificaci¨®n Familiar, publicados en EL PA?S del 14 de mayo de este mismo a?o.
Las comisiones pro derecho al aborto del movimiento feminista ya antes de la promulgaci¨®n de la ley de aborto la rechazamos, explicando las razones que nos llevaban a la descalificaci¨®n de una propuesta legislativa cuya pretendida bondad no aparec¨ªa, a nuestros ojos, por parte alguna, a pesar del empe?o del Gobierno y del partido que lo sustenta. Actualmente, despu¨¦s de cuatro largos a?os de puesta en pr¨¢ctica de dicha ley, la realidad nos ha dado la raz¨®n, nos ha confirmado que lo que vaticin¨¢bamos no era producto de "la ceguera"' o del "empecinamiento en posiciones poco realistas" (que de todo tuvimos que o¨ªr hace a?os por boca de sesudos portavoces del Gobierno).
Saldo de la ley?Y cu¨¢l es el saldo de estos a?os que han transcurrido desde que entr¨® en vigor la actual ley de aborto? Muy someramente ser¨ªa ¨¦ste: casi el 96% de los abortos legales (de los clandestinos es harto dif¨ªcil aventurar cifras) se realiza en las cl¨ªnicas privadas. El 4%. restante, en la red sanitaria p¨²blica, sea ¨¦sta estatal, auton¨®mica o municipal. A pesar de que las autoridades del Insalud sigan afirmando que la ley de aborto es buena y que en cualquier hospital p¨²blico donde se pueda parir se puede igualmente abortar, y que cualquier m¨¦dico que en dichos centros asiste a un parto puede tambi¨¦n practicar abortos, la realidad es muy otra.
En la inmensa mayor¨ªa de los hospitales p¨²blicos de todo el Estado espa?ol no se puede abortar ni siquiera dentro de los estrechos m¨¢rgenes de la legalidad vigente. De hecho, la casi totalidad de ese 4% de abortos legales que no se realizan en las cl¨ªnicas privadas se hace en s¨®lo dos hospitales p¨²blicos, los de Legan¨¦s y M¨®stoles, ambos en la Comunidad de Madrid. Los contados profesionales que, trabajando en el sector p¨²blico, empezaron a realizar abortos al poco de ponerse en vigor la ley de 1985 han ido tirando la toalla en estos a?os: no est¨¢n dispuestos a correr el riesgo de acabar en el banquillo de los acusados, suerte que s¨ª correr¨¢n pr¨®ximamente dos m¨¦dicas y dos m¨¦dicos navarros (uno de ellos, director del hospital del Insalud Virgen del Camino, de Pamplona), procesados en octubre de 1.987 por practicar un aborto legal en dicho centro p¨²blico. No es casualidad que des de esa fecha no se practiquen abortos legales en Navarra. El Gobierno y las autoridades del Insalud, que siguen defendiendo la bondad de la actual legislaci¨®n, optaron por el camino -c¨®modo para ellos- de remitir a las mujeres que quieren abortar gratuitamente a Legan¨¦s o a M¨®stoles. ?Y todos tan tranquilos! Hablando en plata: con la recortada y raqu¨ªtica ley de aborto en vigor (no olvidemos que sigue siendo delito abortar si no es en los famosos tres supuestos), la prestaci¨®n sanitaria de esta modalidad recortad¨ªsima del derecho de las mujeres a abortar si as¨ª lo desean se ha convertido en coto casi cerrado de la medicina privada. As¨ª, al amparo de la ley han florecido iniciativas privadas de muy diversa orientaci¨®n ideol¨®gica. Cl¨ªnicas que son la ¨²nica soluci¨®n para los miles de mujeres que abortan en ellas si cuentan con la informaci¨®n de su existencia y una cantidad de dinero que va desde las 30.000 pesetas hasta m¨¢s de las 100.000. Cl¨ªnicas que al mismo tiempo han venido a significar un alivio para el Gobierno, una forma de que "se le solucione el problema del aborto".
Para m¨¢s inri, al inicio de la pasada campa?a electoral, Txiki Benegas no tuvo el menor problema en anunciar que el programa del PSOE en materia de aborto piara la pr¨®xima legislatura consistir¨ªa en "procurar una aplicaci¨®n ¨¢gil de la ley de l985". ?Como si la gravedad de la situaci¨®n tuviera algo que ver con misteriosos problemas de lentitud! Nosotras, por nuestra parte, no nos dejaremos enga?ar con esa cr¨ªpitica agilizaci¨®n., Queremos el aborto libre, gratuito y a decisi¨®n de la mujer que necesite abortar.
son miembros de la Comisi¨®n Pro Derecho al Aborto del Movimiento Feminista de Madrid.
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