Si a tu ventana llega una paloma...
El 24 de mayo de 1953 en el Auditorium del Palacio P¨ªo, del Vaticano, la compa?¨ªa Lope de Vega, dirigida por Pepe Tamayo, ofrec¨ªa el auto sacramental de Calder¨®n La cena del rey Baltasar, "como homenaje de Espa?a a S. S. P¨ªo XII y bajo el patrocinio de las Direcciones Generales de Cine, Teatro y de Informaci¨®n".Eran los a?os del nacional-catolicismo. Franco era caudillo por la gracia de Dios. Las fotos de Prensa que conservo, de aquel memorable acontecimiento muestran la prepotencia, el orgullo y tambi¨¦n la vanidad de unos cardenales que hoy son historia, historia olvidada; y hay una que cada vez que la contemplo me da, no se por qu¨¦, el fou rire: Paco Rabal, m¨¢s chulo que un ocho, arrodillado a los pies del papa Pacelli, un P¨ªo XII con la mirada perdida en lo alto, como si viese a la Virgen subiendo a los cielos.
Columbi lapsus
Espect¨¢culo de Els Joglars. Direcci¨®n: Albert Boadella. Espacio esc¨¦nico: Boadella y Josep Maria Ib¨¢?ez. Vestuario: Dolors Caminal. Int¨¦rpretes: Jes¨²s Agelet, Eduard Fern¨¢ndez, Ramon Fontser¨¨, Josep Maria Fontser¨¨, Montse P¨¦rez, Jordi Purt¨ª, Pilar S¨¢enz, Joan Serrats y Xevi Vil¨¤. Teatro Municipal de Gerona, 10 de noviembre.
Ahora, treinta y pico a?os despu¨¦s de aquel homenaje de Espa?a al papa Pacelli, Els Joglars, una de las m¨¢s prestigiosas formaciones teatrales espa?olas de la segunda mitad de este siglo homenajean, a su aire, aquel Vaticano de nuestra adolescencia llevando al escenario la figura jovial, bonachona, sencilla, de Albino Luciani, el hijo de un obrero socialista que el 26 de agosto de 1978 fue elegido papa, con el sobrenombre de Juan Pablo I, y cuya s¨²bita muerte, a los 33 d¨ªas de su pontificado, es todav¨ªa hoy en ciertos aspectos, un misterio.
El Vaticano de Boadella, poblado de mafiosos, agentes de la KGB y de la CIA, arzobispos y cardenales (Boadella les llama honorabiles) del pelaje y la cata dura de Cinkus y Matzinguer, de hijas o nietas de la inefable sor Pasqualina, de putanas, pecces grossos, gorilas e imb¨¦ciles; de Basilio Prieto, corresponsal de ABC; de la ciega ?ngela, del barbero Mario y, fot-li! de Licio Gelli (el jefe de la logia P-2) y la mism¨ªsirria reina de Inglaterra; ese Vaticano de Boadella, a pesar del honorabile que eyacula en un c¨¢liz, es un Vaticano light. Los que hemos aplaudido, sin un pero, espect¨¢culos redondos como Alias Serrallonga, como La torna, como Operaci¨®n Ubu, tenemos el derecho, pienso yo, de exigir m¨¢s. El Vaticano, con toda su parafernalia, es un pastel demasiado sabros¨®n, teatralmente hablando, como para que Boadella nos deje insatisfechos. Y si encima nos ofrece, como guinda, un papa Wojtyla besando el suelo del escenario del teatro Municipal de Girona, apareciendo en plan Mistinguett, rodeado de plumas, besando y lanzando ni?os desde la l¨ªnea de 22; entonces, hay que decirle a Boadella aquello de: "Vale t¨ªo, eres la hostia, pero el polaco tambi¨¦n lo es, y encima reconsagrada". Dicho de otro modo: sacar a Wojtyla Superstar para rematar un espect¨¢culo y provocar los aplausos, es, para el fundador de Els Joglars, como lanzar la toalla.
Mamar teatro
Al Cesar lo que es del C¨¦sar: el trabajo de los actores es soberbio. Trabajar con Boadella es mamar teatro, en porr¨®n, si se quiere, pero mamarlo. Ram¨®n Fontser¨¦ (Juan Pablo I / Marzinkus) da una lecci¨®n de eso, de teatro, que te pone los ojos como dos naranjas. Todos, todos est¨¢n estupendos. Por momentos -el espect¨¢culo dura dos horas- llega, contundente unas veces, otras no tanto, el inimitable touch de Boadella. Quien tuvo, retuvo. Pero son dos horas, dos horas para enterarnos que al bueno de Albino Luciani le amargaron el caf¨¦; dos horas para besar el santo. Dos horas que se nutren de un italiano aproximativo y no siempre jocoso, una jerga que se come el gesto, el gag, no siempre, pero se lo come, traicionando aquella afirmaci¨®n de Boadella de que el italiano es, por s¨ª solo, un lenguaje teatral, eminentemente gestual. Despu¨¦s de ver By, by, Beethoven, Antonio Buero, encantado, dijo que esperaba dentro de poco o¨ªr hablar a Els Joglars. Pues, ah¨ª lo tiene, don Antonio, juzgue usted. A m¨ª, la verdad, me sabe a poco.
Babelia
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