Olvido final
No puedo por menos que comentarle su editorial del d¨ªa 4 de noviembre titulado Un caso de crueldad. Todo cuanto en ¨¦l se comenta es una triste realidad, pero perm¨ªtame que le diga que no podemos pedir a las instituciones p¨²blicas m¨¢s de lo que los hijos de esos mayores de 65 a?os est¨¢n dispuestos a dar.Es cierto que las pensiones son todav¨ªa escasas, pero no es menos cierto que esas pensiones, agregadas a un presupuesto familiar, bastar¨ªan para mantener a un anciano decorosamente. La carencia m¨¢s lamentable de esos ancianos es la del amor de sus hijos. Que no pidan, pues, por unas pocas pesetas, a unos asalariados lo que ellos no son capaces de dar por amor a sus padres, y mucho menos a unas instituciones p¨²blicas que harto hacen con tratar de suplir materialmente lo que a ellos les corresponde en conciencia.
A mi entender, las residencias geri¨¢tricas deber¨ªan quedar destinadas para aquellos que carecen de familiares directos, con lo que se dispondr¨ªa de m¨¢s plazas disponibles.-
Presidenta de la Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a.
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