Una multitud acompa?¨® a Leonardo Sciascia en su sepelio
El escritor no pudo tener un funeral sencillo
Leonardo Sciascia no obtuvo su ¨²ltimo deseo, formulado en testamento, que era el de ser enterrado con una ceremonia sencilla, sin pompa ni protocolo. Una multitud como qui¨¦n sabe si se ha visto alguna vez en Racalmuto, pueblo de 12.000 almas en el centro mismo de Sicilia, sali¨® a la calle para participar en un cortejo que desbordaba por todos los sitios. Algo similar ocurri¨® en la iglesia. Sus amigos, los vecinos del pueblo, protestaron porque los bancos reservados para las autoridades y Prensa les robaban —as¨ª lo ve¨ªan— su derecho a despedir al escritor.
Racalmuto es un lugar humilde y m¨¢s bien desolado en el coraz¨®n de Sicilia. Se encuentra a 150 kil¨®metros de Palermo y, por no mala carretera, se tarda una hora larga en el viaje. El cortejo de Leonardo Sciascia tard¨® tres. Cost¨® salir de su casa en Parlemo y cost¨® arrancarse a los aplausos de muchos palermitanos que salieron a la calle a despedirle. En la carretera ocurri¨® otro tanto, un cortejo de varias decenas de coches se mov¨ªa con dificultad.
En Racalmuto se hab¨ªa reunido una gran multitud, y por su expresi¨®n era dif¨ªcil saber si esperaban un desfile, una carrera, un pol¨ªtico o un cortejo, como era el caso. Se trataba de una poblaci¨®n seria, de caras oscuras y arrugadas, y esa mirada herm¨¦tica que suelen tener los campesinos sicilianos.
Y sin embargo el sentimiento del pueblo qued¨® claro pues los muros de la peque?a ciudad se encontraban tapizados por enormes esquelas como las que se publican en los peri¨®dicos, algunas con el nombre de Leonardo Sciascia y otras con el de Nana, que es como le llamaban. Santa Maria del Monte, la iglesia semineocl¨¢sica, semibarroca, que Sciasca eligi¨® para sus oficios, se encontraba llena de periodistas desde las 10 de la ma?ana, reforzados poco despu¨¦s con todo tipo de autoridades locales, regionales e incluso nacionales: algunos diputados del Partido Radical y Bettino Craxi, secretario del Partido Socialista Italiano.
No se dejaba pasar a quien no fuese autoridad o periodista, de modo que cuando lleg¨® el cortejo y se dej¨® pasar al f¨¦retro y a unos pocos familiares, ya no cab¨ªa ni un alma m¨¢s. Tambi¨¦n se dej¨® pasar a unas pocas celebridades, como los directores de cine Lina Wertmuller y Francesco Rossi y los escritores Gesualdo Bufalino y Vinzenzo Consolo. La ceremonia tard¨® en empezar, y aun as¨ª cuando lo hizo sigui¨® escuch¨¢ndose durante largo rato el clamor de los muchos vecinos de Racalmuto que se hab¨ªan quedado fuera y que quer¨ªan entrar.
La misa fue celebrada por cinco sacerdotes y el obispo de Agrigento, la capital de la provincia, que ley¨® la homil¨ªa del buen ladr¨®n. El serm¨®n fue de tipo estrictamente religioso, y s¨®lo al final el cura de Racalmuto habl¨® de Leonardo Sciascia; pero para entonces, al cabo de una hora, la parroquia, compuesta fundamentalmente por periodistas, fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n estaba tan inquieta que apenas dejaba o¨ªr nada.
Algo parecido sucedi¨® en el cementerio, cuya apretada belleza de m¨¢rmol y cipreses da cuenta de la antig¨¹edad de las varias civilizaciones que por ah¨ª han pasado, pero all¨ª el pueblo s¨ª pudo dar el testimonio que deseaba. Aun as¨ª, el lugar se encontraba tan abarrotado que hubo que depositar el f¨¦retro en una peque?a capilla y esperar un momento m¨¢s tranquilo para poderle enterrar. Para entonces, en el d¨ªa m¨¢s corto del a?o, ca¨ªa la tarde.
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