Acusaciones de fraude en la India contra el partido del primer ministro, Gandhi
Con las elecciones generales indias en la recta final ma?ana, domingo, el gobernante Partido del Congreso (I) est¨¢ asediado por acusaciones de fraude y violencia pol¨ªtica organizada. El ¨²ltimo episodio de este clima fue el tiroteo en el colegio de Fatehpur, donde votaba ayer el l¨ªder de la oposici¨®n, V. P. Singh, que result¨® ileso. M¨¢s de 600 colegios electorales en varios Estados deber¨¢n repetir la votaci¨®n de? d¨ªa 22 debido a irregularidades de todos los calibres.
El peri¨®dico m¨¢s influentes de la oposici¨®n, Indian Express, en un art¨ªculo firmado por su director, compara al presidente Gandhi con el fallecido presidente filipino Ferdinand Marcos.En un ambiente de violencia similar al de la jornada precedente -ayer hubo 32 muertos-, otros 10 estados, con m¨¢s de 260 millones de votantes, han completado ayer la segunda fase de este ejercicio electoral sin parang¨®n, convertido en un plebiscito sobre la integridad y ejecutoria pol¨ªtica del hijo de Indira Gandhi y en el que se decide el destino inmediato de esta potencia emergente de Asia.
"Gane quien gane las elecciones, las cosas van a ser diferentes; en adelante vamos a tener que entendernos con un Gobierno m¨¢s d¨¦bil". Este punto de vista de un diplom¨¢tico europeo en Delhi es suscrito por cualquier observador de la realidad pol¨ªtia en India. Rajiv Gandhi puede perder el poder o s¨®lo un pu?ado de esca?os, pero en cualquier caso su credibilidad y honestidad est¨¢n irreversiblemente tocadas despu¨¦s del esc¨¢ndalo Bofors.
Sean 50 o 200 millones de d¨®lares, las estimaciones va r¨ªan seg¨²n las fuentes, los repartidos entre el entorno pol¨ªtico del primer ministro por el fabricante sueco de ca?ones para garantizarse un pedido de 1.300 millones de d¨®lares, el Gobierno indio, con su jefe al frente, no ha sido capaz en dos a?os y medio de disipar las abrumadoras sospechas sobre su ejecutoria en el tema.
Y aunque en los pueblos, donde viven las dos terceras partes de los indios, no se lean los peri¨®dicos en ingl¨¦s que expresan el punto de vista de la clase media urbana y sus habitantes est¨¦n yendo a votar pensando no en Bofors, sino en la vertiginosa subida del az¨²car, el aceite o la harina, la palabra Bofors ha enriquecido ya el acervo popular como sin¨®nimo de enga?o.
La oposici¨®n, por su parte, puede o no controlar el Gobierno la semana pr¨®xima. Pero, si lo consigue, es generalizada la desconfianza popular en la capacidad integradora de esta alianzade circunstancias. Es m¨¢s, se piensa que las presumibles querellas internas por asegurarse trozos, de la tarta podr¨ªan dar al traste con la ingrata tarea de administrar d¨ªa a d¨ªa la confianza popular.
Traves¨ªa del desierto
Su aglutinante, V. P. Singh, l¨ªder del partido centrista Janata Dal y rival directo de Gandhi, a los ojos de muchos se ha convertido durante una perseverante traves¨ªa del desierto de dos a?os y medio en ep¨ªtome de la hornadez, en el basti¨®n contra los excesos de Gandhi y sus j¨®venes asesores, la denominada brigada Gucci, por la marca de lujo italiana que prefieren.
Pero Singh es s¨®lo el plato m¨¢s gustoso en un men¨² donde hay de todo: comunistas, crecidos militantes hind¨²es con estrictos de punto de vista sobre la religi¨®n y la pol¨ªtica (Baratiya Janata) y grandes padrinos del poder regional indio, hombres de colmillos retorcidos que reinan en sus respectivos estados, llam¨¦nse Rama Rao, el actor Andhra Pradesh, Devi Lal o Haryana Karunanhidi, un antiguo guionista cinematogr¨¢fico, en el sure?o Tamil Nadu.
En el clima de alta tensi¨®n e incertidumbre que preside los comicios, la mala estrella de Rajiv Gandhi le ha perseguido ,hasta su circunscripci¨®n electoral, Ameti, en el Estado de Uttar Pradesh. All¨ª, ante la pasividad de las fuerzas de seguridad, la violencia ha eclipsado a la que se produjo ayer en Bengala Occidental y Bihar, una regi¨®n ¨¦sta con un inigualable r¨¦cord.de sangre que se cobr¨® 42 vidas d¨ªas en el primer d¨ªa de la votaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.