?Mueran los aut¨®matas!
Vamos a ver si se entiende, hombre. Que es que, cuanto m¨¢s claro se dice, m¨¢s miedo le da a usted entenderlo, por lo cual se dice ust¨¦ enseguida "No lo entiendo", a ver si as¨ª no lo entiende y se salva. Habr¨¢ que buscarle las vueltas a ese truco.Ello es que el hecho de que usted no lo entienda, y unos cuantos miles como usted tampoco, no quiere decir que la gente no lo entienda; porque V. no es la gente, ni millones de ustedes que se sumen. Cuando habla la gente, la gente entiende. Porque la memez es cosa personal, pero la inteligencia es del pueblo; pues la sola inteligente es la raz¨®n com¨²n, el solo que habla bien es el lenguaje, que es, como V. sabe, p¨²blico y popular.
Pues bien, del mismo modo, s¨®lo que al rev¨¦s, el hecho de que V. y miles como V. se traguen todav¨ªa las idioteces y mentiras que les cuentan desde arriba Estado y Capital no quiere decir que la gente se las trague. Cierto que al Estado y Capital, para sus fines de venta y votaciones, les basta con que traguen y obedezcan usted y miles como usted, y mejor, la mayor¨ªa de ustedes; as¨ª marcha el negocio, y para eso est¨¢n los Medios de Formaci¨®n de Masas, que, como usted ha o¨ªdo, son masas de individuos personales, como usted de hab¨ªan contado que el Individuo o la Persona es lo contrario de las Masas y que es la libertad personal la que est¨¢ oprimida por el Poder?: pues ya ve ust¨¦: otra de las trolas como pu?os que le meten), pero, con todo, es importante, y el solo consuelo y aliento que nos queda, el recordar que la gente, en cuanto gente, sigue sin cre¨¦rselo, sigue murmurando por lo bajo "No, no me lo trago", y mientras por encima de usted, con los otros s¨²bditos y consumidores, obedece personalmente, sigue por debajo de ustedes la resistencia del pueblo interminable.
Rumbo y post¨ªn
Por eso aqu¨ª tratamos de hablar desde abajo, para que se entienda por lo bajo. Lo hemos hecho con el Arte y con la Econom¨ªa, y nos parece bueno hacerlo hoy con la automatizaci¨®n y con las t¨¦cnicas inform¨¢ticas que la acompa?an.
Porque, ?hay cosa de m¨¢s rumbo y m¨¢s post¨ªn en nuestros d¨ªas? Usted a lo mejor no sabe BASIC ni COBOL y tiene unas ideas muy vagas de para qu¨¦ sirven; pero de tal modo le han convencido de que eso es lo que manda y lo que los tiempos piden, tan aterrado estar¨¢ usted de ver, por ejemplo en las p¨¢ginas asalmonadas de este mismo Rotativo, c¨®mo la Empresa pide inform¨¢ticos a esgalla, que, si tiene V. en casa un mozalbete o una mocita no vacilar¨¢ en. lanzarlos a estudiar de eso y a prepararse para el manejo de los chismitos autom¨¢ticos; porque eso es lo que tiene futuro, y usted, claro, est¨¢ paternalmente preocupado por el futuro de sus reto?os los ratos que no est¨¢ preocupado con el suyo propio, que est¨¢ m¨¢s cerca.
Ah¨ª est¨¢ el punto: en eso del futuro. Vamos a ver si le curamos a V. un poco de los fantasmas de esta Religi¨®n que nos ha tocado.
Por ac¨¢ abajo, cuando nos hablan de automatizaci¨®n y de sus infinitas posibilidades de aplicaci¨®n a empresas y servicios, lo primero que hacemos, como el ap¨®stol Tom¨¢s, es intentar palparlo. Y no nos faltan las ocasiones; usted tambi¨¦n las tiene, y ya, llevamos cantidad de a?os palpando por todas partes y sufriendo los resultados de la automatizaci¨®n y las habilidades inform¨¢ticas.
Me limito a unos pocos servicios p¨²blicos.
Por ejemplo, el de Correos, que era aqu¨ª tradicionalmente, como acaso V. recuerda, la ¨²nica cosa que marchaba bien. Bueno, pues ya no marcha bien: marcha incluso cada vez peor. Al mismo tiempo, tiene V. noticia de c¨®mo en eso, como en todo, llevamos ya unos veinte a?os automatizando, entre otros mecanismos, la distribuci¨®n de correspondencia (?recuerda que hace ya mucho que le mandan a V. poner los sobres con unos numeritos y en ciertas posiciones, para que pueda el aut¨®mata leer m¨¢s c¨®modamente?): pues ser¨ªa V. demasiado distra¨ªdo si quisiera separar lo uno de lo otro, la automatizaci¨®n progresiva (con el consiguiente ahorro de n¨²mero de funcionarios) y la progresiva deterioraci¨®n de los servicios.
Pero ah¨ª todav¨ªa es poco: pase V. a Tel¨¦fonos. No me diga ust¨¦ que no lleva sufriendo a?os, pero cada a?o m¨¢s intensamente, las consecuencias de la automatizaci¨®n: cambio de locutorios por cabinas que funcionan m¨¢s o menos cuando quieren, algo as¨ª como el 60% de las veces, poni¨¦ndonos optimistas (y me da igual que las causas sean los propios enredos de los aut¨®matas o la intervenci¨®n suplementaria de gamberros desesperados), pero ¨²ltimamente, mucho m¨¢s refinado el estropicio: l¨ªneas ocupadas o embrolladas el 80% de las veces (puede V. pasarse f¨¢cilmente un cuarto de hora oyendo las m¨¢s variadas se?ales y pitidos antes de conseguir, si llega, la ansiada comunicaci¨®n), y cuando no, cambios un par de veces al a?o en las cifras del n¨²mero del abonado (¨¦sas que, para bien de la poblaci¨®n, ten¨ªan que ser tan constantes y consabidas como deb¨ªa serlo la hora del expreso de las diez y cinco), cambios de los que, al azar, recibe V. aviso por la voz grabada para el caso o ni lo recibe. Pues bueno, todo eso se ha conseguido y se conseguir¨¢ cada vez mejor gracias a la automatizaci¨®n, gracias a que hay ejecutivos que est¨¢n para introducir un nuevo cambio de programas, ?genial! y a que hay chismitos inform¨¢ticos nuevos que hay que colocarles a las Compa?¨ªas.
Pues no digamos de la RENFE, la empresa aqu¨ª encargada de vender el ferrocarril a los intereses del Auto y del Estado: ah¨ª los resultados de la automatizaci¨®n a que sa?udamente se dedican, se perciben desde las taquillas, donde nunca se ha tardado tanto y se han pasado m¨¢s penas para sacar billete como desde que la cosa se ha venido haciendo autom¨¢tica (un recuerdo tambi¨¦n para los taquilleros, a alguno de los cuales he visto caer en ataque de histeria, cogidos entre el chisme en disfunci¨®n intermitente y el p¨²blico exasperado), hasta los accidentes ferroviarios: le sugiero a V. que, cada vez que vuelva a haber uno y, al analizar las causas, le hablen de fallos humanos, les exija V. dar cuenta puntual de qu¨¦ fallos humanos son ¨¦sos, a ver si lo humano no son por ventura algunos dispositivos autom¨¢ticos a los que se hab¨ªan fiado los oficios de vigilante de circulaci¨®n o de guardagujas.
Una ma?ana que no llegaA qu¨¦ m¨¢s ejemplos: que los lectores de esto que lean desde abajo manden carta al Director de este Rotativo aportando sus testimonios.
Ah, pero -le dir¨¢n a usted- eso es que estamos a¨²n en v¨ªas de organizaci¨®n, con vistas al ma?ana: ya ver¨¢ V. ma?ana, cuando todo se haya automatizado debidamente, qu¨¦ bien marcha todo, con qu¨¦ ahorro de tiempo y qu¨¦ comodidad. Ese ma?ana (ya va teniendo ust¨¦ experiencia para sospecharlo), ese ma?ana no llegar¨¢ nunca -se lo aseguro a V. con m¨¢s tanto por ciento de probabilidad que cuando le promet¨ª a una oyente por la radio que no le iba a tocar nunca el premio de la Loter¨ªa-. Ese Futuro est¨¢ destinado a ser siempre futuro, a trocarse por otro Futuro, que para el futuro cumpla las mismas funciones que este Futuro cumple para el presente. Siempre "Estamos de reformas; disculpen las molestias", siempre en obras, siempre en v¨ªas de desarrollo: ¨¦sa es la consigna del Capital y Estado que nos toca.
Si consiguieran Ellos llegar a un mundo en que los aut¨®matas marcharan perfectamente, ese mundo ser¨ªa ciertamente el horror mismo de la Apocalipsis del Orden. Por fortuna, no pueden conseguirlo.
Y ya es bastante viejo el cuento de la automatizaci¨®n para que la sola experiencia le dijera a usted el desastre y el embrollo progresivo de la vida que con ello le preparan; pero la l¨®gica tambi¨¦n (ella, que es mucho m¨¢s popular que la experiencia) le dice las razones por las que el proyecto de automatizaci¨®n de que hoy viven Estado y Capital es inviable: cualquiera que haya intentado alguna vez (?y qui¨¦n no ha pecado en eso?) regular su propia vida y organizarse de una vez para siempre, ponerse horarios y dotar su piso de todos los implementos conducentes a que cada cosa est¨¦ en su sitio y todo marche de una vez como la seda, tiene con esa modesta experiencia lo bastante para saber ad¨®nde va a parar el intento a medida que se perfecciona; para saber, en fin, lo que cualquier ni?o sabe: que, en la medida que aumenta la complejidad de una organizaci¨®n o de un programa, en la misma medida se da inevitablemente entrada a m¨¢s y m¨¢s factores azarosos o ruidos, como dicen los inform¨¢ticos, que desconcierten el programa, y si a su vez se desarrolla un programa para prevenci¨®n y eliminaci¨®n de ruidos, nuevamente, al aumentar la largura del programa y la complejidad, etc¨¦tera. Es una ley elemental que les regalamos aqu¨ª a los Ejecutivos de Dios, para que a su vez la incorporen como otro factor imprevisto en el programa de los programas del Futuro.
Conste que no se habla aqu¨ª contra el automatismo en general: no hay cosa m¨¢s bendita y maravillosa que el dispositivo del organismo humano por el que muchas actividades, en principio raciocinantes y voluntarias, se convierten en autom¨¢ticas y nos ahorran as¨ª mucho gasto de premeditaci¨®n y af¨¢n, que quedan libres para mejores usos: as¨ª bailamos y tocamos el piano y hablamos. No: la estupidez est¨¢ precisamente en el empe?o de dedicar a las poblaciortes a la producci¨®n y manejo, trabajoso y consciente, de una mir¨ªada de automatismos exteriores, que no sirven m¨¢s que para aumentar nuestros afanes en procesos triviales y de tr¨¢mite, y dificultar m¨¢s y m¨¢s que manos y raz¨®n se dediquen a mejores cosas.
Bueno, en dos palabras: los aut¨®matas y la Inform¨¢tica, lo n¨²sino que el Arte Cl¨¢sico o de Vanguardia y que la Econom¨ªa de los economistas, a la gente com¨²n y corriente no le sirven para nada, y por tanto, les pesan, les oprimen y les ocasionan complicaciones est¨²pidas y carga intolerable. Y eso es raz¨®n bastante para denuncia de su mentira.
La gloria de Dios
En cambio, a Ellos, a los Agentes de la Empresa, la Banca y el Estado... ah, a Ellos, ?c¨®mo que les sirven!: como que ya sin eso no podr¨ªan seguir un momento desarrollando sus manejos, su producci¨®n de inutilidades y su fin ¨²ltimo de idiotizaci¨®n de las poblaciones. Para Ellos son los aut¨®matas, ent¨¦rese usted, para la gloria de Dios; pero no para usted, en lo que usted siga siendo vivo y gente, usted a quien las m¨¢quinas de los abuelos hab¨ªan prometido liberarlo del trabajo y la preocupaci¨®n por las pejigueras cotidianas, y a quien el desarrollo de los aut¨®matas no hace m¨¢s que proporcionarle nuevos trabajos, pejigueras y preocupaciones.
Y, claro, entre los Ejecutivos a los que la automatizaci¨®n les sirve est¨¢n tambi¨¦n los sociafizantes y sindicaleros, que, como se han tragado entero el programa, encuentran muy bonito y progre que la producci¨®n de aut¨®matas y dem¨¢s cacharros in¨²tiles siga produciendo Puestos de Trabajo; m¨¢s o menos, los mismos que se suprim¨ªan con la automatizaci¨®n de los servicios: veinte ferroviarios, guardagujas o jefes de estaci¨®n menos, para que tengamos veinte ingenieritos, de chips o programadores m¨¢s. As¨ª es la vida. A ust¨¦, ?qu¨¦ le parece?
No s¨¦ lo que le parecer¨¢ a usted, pero le digo que por ac¨¢ abajo ya se est¨¢ acabando la paciencia de tanto cuento, y tanto futuro, y tantos b¨¢rtulos inservibles. As¨ª que, si acaso es V. uno de los de Arriba, ¨¦chese a temblar, porque por ac¨¢ abajo empieza ya a rugir un ruido sordo que llama a revoluci¨®n contra los robotitos y sus se?ores o, mejor dicho, sus servidores. Para que la gente viva, ?mueran los aut¨®matas! ?Guerra a muerte a los- fantasmas y las ilusiones!
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