El comando que disparo contra los parlamentarios de HB contaba con apoyo en el interior del hotel
Los parlamentarios de Herri Batasuna decidieron el lugar donde iban a cenar cuando faltaba menos de una hora para que dos terroristas irrumpieran en el restaurante del hotel Alcal¨¢ en la noche del pasado lunes. El comando dispuso de un m¨¢ximo de 50 minutos para determinar d¨®nde estaban sus v¨ªctimas, decidir la acci¨®n, trasladarse al hotel, disparar y retirarse. Fue precisa, como m¨ªnimo, la cooperaci¨®n de una tercera persona para hacer posible la realizaci¨®n material del atentado, am¨¦n de otras ayudas para organizarlo y dar refugio a los asesinos. Al menos uno de estos elementos de apoyo actu¨® desde el interior del hotel.
Los siete diputados y senadores, el consejero delegado de Egin, la corresponsal en Madrid de ese peri¨®dico y el portavoz de HB hab¨ªan almorzado en ese restaurante, el mismo d¨ªa. Algunos quer¨ªan cambiar de escenario para la cena, pero I?aki Esnaola era el menos partidario de abandonar el hotel: "Yo me quedo aqu¨ª, en zapatillas y bata", les dijo despu¨¦s de la comida, y convenci¨® a los dem¨¢s de que el ambiente estaba demasiado revuelto como para salir.Esnaola ten¨ªa sus razones. En ambientes conservadores y ultraderechistas de Madrid se ha generado un clima cada vez m¨¢s crispado en contra de una soluci¨®n negociada que afecte a los presos de ETA, as¨ª como de denuncia de connivencias entre el Gobierno y los terroristas y entre los jueces y los etarras. En la semana anterior al d¨ªa del atentado hubo serios incidentes en un juicio al comando Madrid, celebrado en la Audiencia Nacional, y la consiguiente quema de coches y agresiones a ciudadanos cometidas durante las conmemoraciones del 20-N, que se llevaron a cabo 24 horas despu¨¦s del entierro de la ¨²ltima v¨ªctima de ETA.
De las 10 personas que se hab¨ªan reunido a almorzar, la ¨²nica que no estuvo por la tarde fue la corresponsal de Egin, Teresa Toda, quien se cit¨® con los dem¨¢s para cenar. Teresa lleg¨® al hotel pasadas las diez de la noche y avis¨® al consejero delegado de su peri¨®dico, Ram¨®n Uranga, quien abandon¨® la reuni¨®n para bajar a buscarla. Antes de salir de la habitaci¨®n, Uranga pregunt¨® d¨®nde iban a cenar: algunos propon¨ªan marcharse fuera del hotel, pero Esnaola insisti¨® en quedarse. Todos pasaron al comedor hacia las 22.30.
Los tiradores se encontraban preparados en alg¨²n lugar muy pr¨®ximo al hotel: tuvieron s¨®lo 40 o 45 minutos para ser informados del punto exacto en que se encontraban las v¨ªctimas y llevar a cabo la acci¨®n. La informaci¨®n recibida desde el hotel fue vital, lo mismo que el conocimiento previo del lugar.
Las especiales caracter¨ªsticas del sitio en que se perpetr¨® el atentado muestran que ese espacio s¨®lo puede ser controlado visualmente desde el propio restaurante. Nunca desde la cafeter¨ªa o el vest¨ªbulo del hotel, lugares en los cuales se carece de toda visibilidad respecto a la mesa en cuesti¨®n. Menos a¨²n desde la propia calle. Seg¨²n uno de los supervivientes, sentado frente al lugar por donde aparecieron los terroristas, una pareja abandon¨® el restaurante 10 o 15 minutos antes del tiroteo.
Una visita a las c¨¢rceles
Pocas horas antes del atentado, los parlamentarios de Herri Batasuna hab¨ªan tomado una decisi¨®n: su primer acto p¨²blico, una vez constituidas las c¨¢maras, iba a consistir en visitar dos c¨¢rceles, una de hombres y otra de mujeres.
Era todo un gesto simb¨®lico, destinado a marcar la prioridad que Herri Batasuna -y probablemente ETA- da a los presos en estos momentos. Pero las medidas de gracia para estos ¨²ltimos constituyen, precisamente, el peor escollo para el Gobierno, que no desconoce el clima negativo existente, entre militares y fuerzas de seguridad, respecto a la posibilidad de que las negociaciones con ETA impliquen la puesta en libertad de los autores de delitos de sangre.
Hay ya muchos indicios de que el atentado se trataba de una operaci¨®n bien planeada. As¨ª lo indican los datos facilitados por el ministro del Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera, a representantes de los partidos del bloque democr¨¢tico. En estas conversaciones se ha analizado tambi¨¦n la personalidad de las dos v¨ªctimas del atentado, I?aki Esnaola y Josu Muguruza.
I?aki Esnaola ha sido el intermediario o canal de comunicaci¨®n en la exploraci¨®n de todos y cada uno de los intentos de di¨¢logo con ETA que se han producido desde la victoria electoral de los socialistas, en 1982, la mayor¨ªa de ellos frustrados a causa de la b¨¢rbara reacci¨®n de la banda terrorista a la exigencia de tregua que, bajo diversas formas, ha sido siempre la condici¨®n previa a cualquier negociaci¨®n. Era un hombre muy conocido, pero hab¨ªa perdido posiciones en el debate interno de HB.
Josu Muguruza, por su parte, era mucho menos conocido p¨²blicamente, pero m¨¢s importante que Esnaola en el nacionalismo radical. Miembro de la Mesa Nacional de HB desde hac¨ªa un a?o, pasaba por ser uno de los hombres fuertes en ese sector. Representaba matices distintos de lo que supone Esnaola, pero los dos estaban en la operaci¨®n de acudir a las instituciones democr¨¢ticas.
?Conoc¨ªan todas estas circunstancias los organizadores y autores del ataque? La hip¨®tesis gubernamental es que el atentado pudo ser un aviso contra la negociaci¨®n. De momento, las investigaciones se dirigen claramente hacia la ultraderecha que se ha reorganizado en Madrid.
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