Rajiv juguete roto
Tiene el aire sosegado y confiado de los nacidos para mandar, en opini¨®n de sus incondicionales. Y quiz¨¢ no puede ser menos en la India cuando se es hijo de Indira Gandhi y nieto de Jawaharlal Nehru. Pero lo cierto es que la tersa imagen que Rajiv Gandhi compone se ha quebrado, como ocurri¨® con las urnas de sus adversarios en la circunscripci¨®n del primer ministro.De la noche a la ma?ana, el hombre nacido para ganar, el continuador de la dinast¨ªa que ha regido los detinos de la India durante 40 a?os, se ha convertido en un juguete roto, aunque, por aquello de la indulgencia popular hacia los mitos, el ¨ªdolo haya ca¨ªdo, dicen, no por su falta de virtud, sino por los vicios de quienes le rodean.
Para Rajiv Gandhi, sea cual fuere su papel a corto plazo en la pol¨ªtica india, ya es el d¨ªa despu¨¦s. No es grandilocuente ni hablador y nadie deber¨ªa acusarle, como se ha hecho, de esconder un alma de dictador. Pero ha calculado mal su papel en el complicado pa¨ªs que le ha tocado dirigir y ha cometido en cinco a?os m¨¢s errores de los que se pod¨ªan permitir incluso a un hijo de Indira. Probablemente, el mayor de ellos, pensar que el carisma, como el color de los ojos, no se pierde nunca.la 'brigada gucci'
Es atractivo, dicen las mujeres occidentales de este hombre de 45 a?os nacido en Bombay, al que las gafas Ray Ban y los vaqueros sientan mejor que la kurta y el tradicional gorro de heladero con que se tocan los varones indios. Y quiz¨¢ en ese agudo toque occidental que Rajiv Gandhi despide y que ha imprimido a su actividad pol¨ªtica radique uno de los factores importantes de su ca¨ªda en desgracia.
Gandhi habla mejor el ingl¨¦s que el hindi, le interesan m¨¢s la electr¨®nica y la fatografia que la agricultura y tiene una mujer italiana de nacimiento, Sonia Maino, a quien conoci¨® en Cambridge, y a la que vestir el sari y cambiar de nacionalidad no le ha servido para ganarse el favor popular.
Tambi¨¦n Nehru fue educado en Inglaterra y tambi¨¦n ten¨ªa dificultades con el hindi. E Indira Gandhi, su hija, se cas¨® con un parsi, Firoze, padre de Rajiv, en vez de con un hind¨². Pero, a diferencia de Rajiv, tanto Nehru como su hija prestaron muchos a?os de sacrificados servicios a la India antes de Regar al poder. Y, a diferencia de Rajiv, nunca se rodearon de una camarilla extranjerizante y ambiciosa dispuesta por encima de todo a ganar cuanto m¨¢s dinero mejor en el menor tiempo posible.
Ser¨¢ dificil averiguar en qu¨¦ medida esta brigada gucci -por la marca de lujo italiana- que Gandhi eligi¨® como consejera ha influido en el desamor electoral que sus compatriotas han mostrado por el primer ministro, pero es virtualmente imposible encontrar a un indio que hable bien del entomo de Rajiv.
El piloto civil e ingeniero a quien el asesinato de su madre convirti¨® de la noche a la ma?ana en el jefe de una potencia emergente no ha sucumbido, sin embargo, a la extravagancia imperial que podr¨ªa acarrear el ejercicio de un poder como el suyo en un pa¨ªs como el suyo. Gandhi, poco partidario de abrumar, sigue viviendo con su mujer y sus dos hijos, Rahul y Priyanka, en una discreta casa de Nueva Delhi. La presencia de soldados que impiden el paso a quienes no son vecinos de la peque?a calle es el ¨²nico signo que delata la importancia del inquilino.
Escribi¨® Nehru desde la c¨¢rcel a su hija Indira, embarazada de Rajiv, a prop¨®sito del nacimiento que se anunciaba: "...Tengo tambi¨¦n una vaga y confortable sensaci¨®n del futuro empujando gradualmente al pasado, como siempre ocurre... Es una corriente continua y sin final, lazo tras lazo en una cadena que no tiene principio visible ni aparente final... Un gusto por la inmortalidad que sirve igual para un pueblo o una naci¨®n que para una familia...". ?sos debieron ser los sentimientos de quienes en 1984 auparon entusiasmadamente a Rajiv Gandhi al poder. Y la decepci¨®n de aquellas esperanzas din¨¢sticas, lo que las urnas han sentenciado esta semana de noviembre.
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