Deutsche Bank, emblema financiero de Alemania
Las torres gemelas del Deutsche Bank dominan la visi¨®n desde las aguas del Meno. Su alto espectro domina sobre el cielo. El acristalado porte fara¨®nico del edificio coincide con la talla del banco a escala nacional. Excede por un tercio la dimensi¨®n de sus competidores, Dresdner y Commerz, por orden de importancia. Sus activos totales son de 19,2 billones de pesetas, emplea a 54.000 personas y tiene m¨¢s de siete millones de clientes. Pero no es s¨®lo esto en la tradici¨®n social germana. Su presencia espa?ola, es propietario desde este a?o del Comercial Transatl¨¢ntico, se vio reforzada esta semana por el anuncio de que solicitar¨¢ autorizaci¨®n para cotizar sus acciones en nuestras bolsas.
Deutsche se identifica de inmediato por su fuerte presencia en la industria. M¨¢s all¨¢ de su participaci¨®n del 28% en Dalmler-Benz A.G., y el 10% en el capital de la primera aseguradora europea, Allianz A.G., la realidad es que los consejeros del banco se sientan en los sillones de mando de un centenar de grandes consorcios industriales del pa¨ªs. Entre otros m¨¦ritos empresariales, el difunto presidente del Deutsche, Alfred Herrhausen, se ha anotado la restructuraci¨®n exitosa de la siderurgia Krupp, otrora famosa como emblema de los ca?ones germanos que asediaron Stalingrado. Tout passe tout lasse, dir¨ªa Jean Gabin a Eric Von Stroheim en una pel¨ªcula ya olvidada.Es que la estructura industrial de Alemania ha colgado desde siempre del entramado bancario, en una malla donde es dif¨ªcil diferenciar el origen del capital. Pero como todo pasa, bajo el propio mandato de Herrhausen, el Deutsche pensaba en apuntar m¨¢s al negocio financiero desprendi¨¦ndose del industrial bajo la presi¨®n de los accionistas que esperaban m¨¢s de los vastos recursos propios de la entidad. Por contra, los banqueros europeos suelen mirar a la banca germana -inclu¨ªdo el Deutsche- como colegas provincianos por la escasa magnitud de sus filiales internacionales. Le toc¨® a Herrhausen comenzar a rectificar esta posici¨®n con un . a ofensiva en plan blitzkrieg -al menos para el estandar alem¨¢n- a partir de 1986 con la creaci¨®n de filiales en Australia, Jap¨®n, Italia, Singapur, Argentina, Brasil, Holanda, Espa?a, Francia y Austria. ?stas han sido mayormente adquisiciones en solitario. Al banco no le gusta compartir capital, y ha rechazado siempre los intercambios de participaciones o los joint ventures. Por ello ha sido consciente del choque de culturas, y hasta el momento ha sido condescendiente con las culturtas absorbidas en las compras.
La semana pasada, como le faltaba una unidad acorde con su talla en el merchant banking, Deutsche se lanz¨® sobre un coloso brit¨¢nico de esa especialidad, Morgan Grenfell. Antes hab¨ªa desarrollado con ¨¦xito un departamento de mercado de capitales propio en Londres. Pero es obvio que no esperaba desarrollar al coste humano y de capital el volumen necesario para estar entre los primeros en este sector. Bast¨® esta conclusi¨®n para que se decidiera a afrontar la compra. Pero esa decisi¨®n fue el resultado de cinco a?os de consideraciones. Ese es el ritmo.
Si bien por talla europea el banco ocupa el cuarto lugar, y el und¨¦cimo a escala mundial, en Alemania su logotipo -un cuadrado verde cruzado por una raya blanca- es emblem¨¢tico del poder de las finanzas. La entidad ha estado involucrada adem¨¢s en una operaci¨®n no s¨®lo financiera, sino pol¨ªtica, de gran embergadura como ha sido la de mantener y reciclar la financici¨®n al este europeo, del cual la RFA es el primer acreedor regional y quiz¨¢ mundial. Recientemente el Deutsche ha participado de un consorcio bancario que ha entrado en el capital de la f¨¢brica de bombillas el¨¦ctricas h¨²ngara Tungsram, que tiene el 5%. del mercado mundial de ese producto. Ha sido el propio Herrhausen el que ha explicado a la prensa esta voluntad. No ha sido en vano que cuando los habitantes de Berl¨ªn oriental cruzaron el muro fue el Deutsche el que desbloque¨® la actividad comercial garantizando a los comerciantes un cambio de un marco por cada marco del Este. Fue la luz verde para que los dubitativos tenderos vendieran.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.