El destino del voto
TRAS LAS europeas de junio y las legislativas de octubre, los ciudadanos de Galicia tendr¨¢n oportunidad, el pr¨®ximo d¨ªa 17, de acudir a las urnas por tercera vez en seis meses. Se trata ahora de elegir el Parlamento aut¨®nomo -que pasa de 71 a 75 esca?os- del que saldr¨¢ el nuevo Gobierno de esa comu nidad. Los electores tendr¨¢n as¨ª ocasi¨®n de acabar con la anormalidad de una Xunta sostenida en parte por votos no ganados por ninguno de los partidos re presentados en ella. Ahora que los socialistas aluden al pasado de Fraga, tal vez no est¨¦ de m¨¢s recordar que ellos arrastrar¨¢n en adelante el bald¨®n de haberse beneficiado de, una parte de los votos de la derecha para llegar, por la puerta de atr¨¢s, al Ejecutivo. Pero tampoco conviene olvidar que esa operaci¨®n fue posible por la incapacidad de la derecha para generar una acci¨®n de gobierno coherente y evitar que, al calor del bloqueo pol¨ªtico, en sus filas floreciese el transfuguismo. Una enfermedad que ha afectado a uno de cada cinco parlamentarios gallegos elegidos en 1985. Si nos guiamos por los resultados de las generales de octubre y las previsiones de los sondeos, el partido de Fraga volver¨¢ a estar, como hace cuatro a?os, en el borde mismo de la mayor¨ªa absoluta. Si no la alcanzase, tal vez el CDS, al que se le pronostica un ascenso significativo, podr¨ªa garantizar la gobernabilidad del nuevo Ejecutivo mediante un pacto de legislatura. El candidato centrista descart¨® ayer mismo la posibilidad de entrar en un Gobierno de coalici¨®n presidido por Fraga, pero se mostr¨® abierto a la posibilidad de negociar ese pacto. Los centristas tienen pendiente con los populares la deuda de la alcald¨ªa de Madrid, que no pudieron pagar, como estaba previsto, con el apoyo a Ruiz Gallard¨®n en la Asamblea de la autonom¨ªa madrile?a. En todo caso, parece probable que el Partido Popular revalide su condici¨®n de primera fuerza pol¨ªtica de Galicia.
La diferencia con el panorama pol¨ªtico nacional estriba, sin embargo, en que mientras que los socialistas aventajan al principal partido de la oposici¨®n en casi 14 puntos, en Galicia el PP siente en la nuca el aliento de su principal perseguidor.
La distancia de 11 puntos de 1985 se vio reducida a cinco en las elecciones del pasado 29 de octubre, y esa misma relaci¨®n es la que pronostican los sondeos para las auton¨®micas. Con la particularidad de que los socialistas llevan dos a?os gobernando con las distintas familias del galleguismo moderado, lo que sin duda favorecer¨ªa la prolongaci¨®n de la alianza: nada une tanto como el poder, especialmente cuando se trata de conservarlo.
Pero no es seguro, sino m¨¢s bien improbable, que esos aliados de los socialistas mantengan, en conjunto, los votos cosechados hace cuatro a?os. En particular, es poco veros¨ªmil pensar que la Coalici¨®n Galega (CG), encabezada ahora por el tr¨¢nsfuga Barreiro, conserve los 11 diputados logrados en 1985, cuando Gonz¨¢lez Mari?as encabezaba el cartel. Ahora, el electorado potencial de ese partido sabe que sus votos servir¨¢n probablemente para sostener un Gobierno encabezado por Gonz¨¢lez Laxe. En esas condiciones, es veros¨ªmil pensar que el segmento m¨¢s progresista del electorado de CG de 1985 se orienta ahora directamente hacia el PSOE, mientras que el pronosticado ascenso del CDS corresponder¨ªa a los sectores m¨¢s moderados de ese mismo electorado.
Algo de esto se vio ya en las legislativas de octubre, pero es posible que la naturaleza auton¨®mica de las elecciones del d¨ªa 17 favorezca, como en anteriores comicios, el voto nacionalista en perjuicio de los partidos nacionales. En cualquier caso, ser¨ªa deseable que la campa?a sirviera para que cada cual ense?e sus cartas, aclarando a los votantes el destino que dar¨¢ a sus votos.
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