Para usar y tirar
Hay un momento, un ¨²nico momento, inspirado en esta segunda parte de un gran ¨¦xito de taquilla de hace cinco a?os: aquel en el cual dos de los componentes de la pandilla cazafantasmas muestran a un p¨²blico de ni?os en cumplea?os sus m¨¢s excelsas habilidades. Ante una platea muy poco propicia a sus artes, Dan Aykroyd y Ernie Hudson danzan, con sus equipos en ristre, la c¨¦lebre canci¨®n de los Cazafantasmas I ante lo cual la audiencia irrumpe en gritos perentorios a favor de... La Masa. "El p¨²blico comienza a olvidarse de nosotros", comenta el d¨²o de h¨¦roes al un¨ªsono.Tal arranque en una pel¨ªcula que, a priorin, se presenta como una simple sequel del original, presagia no s¨®lo el tono general del filme, siempre al borde de la parodia del g¨¦nero fant¨¢stico, sino tambi¨¦n la oportunidad de la operaci¨®n econ¨®mica que est¨¢ detr¨¢s del invento: cuando ya el p¨²blico comienza a olvidar la primera parte conviene volver a la carga con una continuaci¨®n. Y hay todav¨ªa un tercer aspecto, que el espectador todav¨ªa no conoce a esas alturas de los acontecimientos; esa secuencia es lo ¨²nico divertido que le deparar¨¢ el filme.
Los cazafantasmas II
Director: Ivan Reitman. Gui¨®n: Harold Ramis y Dan Aykroyd. M¨²sica: Randy Edelman. Efectos visuales: Dennis Muren. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Bill Murray, Sigourney Weaver, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Rick Moranis, Emie Hudson. Estreno en Madrid: cines Avenida, Majadahonda, Pozuelo, Parquesur, Roxy A, Vaguada y Vergara.
Pero dig¨¢moslo ya, para que no quepan dudas: la pel¨ªcula no es m¨¢s que un chicle visual, consumido, masticado mil veces y prestamente olvidado. No hay en ella pr¨¢cticamente ninguna situaci¨®n original, y si el cr¨ªtico pierde su tiempo oblig¨¢ndose, a ver un engendro as¨ª es s¨®lo porque un factor externo a la propia pel¨ªcula, es decir, una campa?a agresiva de venta del producto, ha hecho de ella todo un fen¨®meno sociol¨®gico y econ¨®mico, que no cinematogr¨¢fico. El gui¨®n, que, como en la pel¨ªcula anterior, est¨¢ firmado por dos de los actores componentes de la pandilla, acumula situaciones y temas ya presentes en otras pel¨ªculas.
Por si fuera poco el hecho de que todo lo que ocurre sea previsible, que de la comparaci¨®n con la primera parte -que no era tampoco ninguna maravilla- la continuaci¨®n sale mal parada, y que la mec¨¢nica entre los dos actores principales -Murray, un p¨¦simo c¨®mico que destac¨® en productos como Los alb¨®ndigas o El pelot¨®n chiflado, antes de hacer un rid¨ªculo hist¨®rico firmando el gui¨®n y protagonizando un remake de El filo de la navaja, y una Sigourney Weaver que, al parecer, vuelve a responder al reclamo de un ¨¦xito anterior- no funciona en ning¨²n momento, los efectos especiales que, por lo dem¨¢s, deber¨ªan ser el centro de la pel¨ªcula, son realmente pobres, reiterativos y sin gracia, solucionados en muchos casos a partir de matte paintings. A alg¨²n espectador le puede resultar curioso comprobar que esta segunda parte se centra en los problemas de la maternidad amenazada o que hay una expl¨ªcita recurrencia a los valores patrios -el malvado es derrotado por la estatua de la Libertad, etc¨¦tera- Pero ser¨ªa excesivo intentar hilar fino con un filme tan burdamente confeccionado, tan aburrido, tan prescindible.
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