Kohl tiene pesadillas
El canciller de la RFA,a la defensiva ante las dudas de propios y extra?os
JOS? M. MART? FONT, Diez d¨ªas despu¨¦s de que el canciller de la Rep¨²blica Federal de Alemania, Helmut Kohl, hiciera p¨²blico su plan de 10 puntos para la reunificaci¨®n alemana y se erigiera en protagonista de la historia, el v¨¦rtigo de los acontecimientos ha vuelto a situarle a la defensiva, tanto en el frente interno como ante la desconfianza de sus aliados. En casa, mientras que por la derecha se le acusa de blando, justo a su lado, los liberales, que le proporcionan la mayor¨ªa gubernamental, se han unido a la socialdemocracia (SPD) pidiendo un gesto que aleje en el exterior los miedos a un pangermanismo de nuevo cu?o. Fuera, Kohl puede -con cierta raz¨®n- esgrimir el viejo agravio de la incomprensi¨®n.
El plan del canciller estaba destinado a cubrir, primordialmente, el frente dom¨¦stico, donde, desbordado por las cr¨ªticas a su pasividad, abr¨ªa las puertas a sus compa?eros de coalici¨®n, liderados por el incombustible Hans-Dietrich Genscher, para llevarse todos los triunfos, y a la oposici¨®n socialdem¨®crata para quedar ante la opini¨®n p¨²blica como la ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica con las ideas claras.
El canciller empezaba a tener pesadillas en las que recordaba su propio ascenso al poder cuando en 1981 los liberales abandonaron la coalici¨®n que les permit¨ªa gobernar con los socialdem¨®cratas y propiciaron su llegada a la canciller¨ªa, pero esta vez a la inversa. Kohl quiso situar los reflectores sobre su persona. Su plan no ten¨ªa casi nada nuevo, de hecho recog¨ªa los puntos b¨¢sicos esboza dos por el SPD y dise?aba un proceso de ayuda e integraci¨®n muy moderado y flexible cuya puesta en marcha parec¨ªa f¨¢cil Pero Kohl quer¨ªa entrar en la historia y decidi¨® envolverlo en un restallante papel de colores chillones. La reunificaci¨®n.
Cierto que a muy largo plazo, pero que dibujaba de nuevo la gran Alemania de casi 80 millones de habitantes, con un PIB que superaba al de Francia y el Reino Unido juntos.
Debate alem¨¢n
Por ¨²ltimo, y lo m¨¢s importante, el tema de la reunificaci¨®n hab¨ªa ya empezado a convertirse en un debate alem¨¢n, de toda Alemania y en el contexto de unas elecciones generales (noviembre de 1990) que amenazan con cambiar el mapa pol¨ªtico de los ¨²ltimos 40 a?os. Y Kohl, si algo tiene en exceso, es olfato para identificar cu¨¢les son los temas que est¨¢n en la calle y preocupan al ciudadano medio, algo que le ha permitido a¨²n mantener a raya a la extrema derecha que se alimenta de esa carnaza.
No es que Kohl, por ejemplo, piense que Alemania tiene territorios que reivindicar en Polonia, m¨¢s all¨¢ de la linea Oder-Neisse, sino que sabe muy bien que entre sus votantes y los de su aliado, la CSU b¨¢vara, se encuentran los cuatro millones de exiliados de los territorios alemanes del Este perdidos despu¨¦s de la guerra mundial, gente para quien la renuncia a estos territorios, aunque s¨®lo sea en un plano te¨®rico, les har¨ªa moverse hacia los reps de Franz Schoenhuber.
Su olfato -y aqu¨ª se produce la diferencia de percepci¨®n con respecto al resto de Europa- le permite intuir el cambio de direcci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en la RDA. Occidente quiere convencerse a s¨ª mismo de que la reunificaci¨®n es tan s¨®lo una maniobra pol¨ªtica de los gobernantes en Bonn. Los medios de comunicaci¨®n insisten en que los l¨ªderes opositores de la RDA no desean caer en las manos de la otra Alemania.
Se equivocan, se trata de una clase intelectual habituada a moverse en unos l¨ªmites muy estrechos y que ahora se ve desbordada por la inmensidad de los horizontes en los que tiene que trabajar. El pueblo, sin embargo, cada d¨ªa que pasa apuesta m¨¢s por la reunificaci¨®n. Un 67% en la RDA y un 79% en la RFA, seg¨²n la ¨²ltima encuesta.
De aqu¨ª a la primavera, cuando todo parece indicar que tendr¨¢n lugar las elecciones en la RDA, los trabajadores alemanes orientales quieren tener en sus tiendas pi?a tropical y bienes de consumo. Si no ven cumplidos sus deseos, la avalancha de gente que se pasar¨¢ a la RFA har¨¢ palidecer el ¨¦xodo del verano. Esto produce terror en Bonn, donde la desestabilizaci¨®n que provocar¨ªa en plena campa?a electoral podr¨ªa ser traum¨¢tica.
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