Desafortunados cielos
Alguna maniobra diab¨®lica impidi¨® que las pel¨ªculas americanas de finales de los 70 que inclu¨ªan la palabra "cielo" en su t¨ªtulo no obtuvieran el ¨¦xito esperado. Exceptuando aquel m¨¢gico filme de Denis Hopper, Ca¨ªdo del cielo, el resto, y sobre todo El cielo puede esperar, de Warren Beatty (que emite esta noche TVM) resultaron desafortunadas. Como D¨ªas del cielo, de Terence Malick y La puerta del cielo, de Michael Cimino, fue enjuiciada con benevolencia pero no logr¨® satisfacer las expectativas espectaculares que persegu¨ªa la ambici¨®n de Beatty.El cielo puede esperar supuso un fracaso a pesar del generoso trato publicitario que tuvo y que respond¨ªa a una maniobra m¨¢s del polifac¨¦tico actor que adem¨¢s es codirector, coguionista y productor del filme. Hab¨ªa triunfado sin ser actor de gran calidad; pel¨ªculas como Esplendor en la hierba (1960) o Bonnie and Clyde (1967) le catapultaron a una fama desmesurada, pero en las siguientes revel¨® sus escasas dotes para mantenerse como gran estrella, optando por dedicarse a la ejecuci¨®n de proyectos personales, en los que su figura acaparaba las tareas de mayor responsabilidad (Shampoo, 1975, fue su deb¨² como polifac¨¦tico hombre de cine).
Ni en esa ocasi¨®n ni ahora con esta disparatada idea en que se basa el argumento de El cielo puede esperar, tuvo suerte. La pel¨ªcula no es una nueva versi¨®n del tema Heaven can wait (El diablo dijo no), de: Lubitsch, a pesar de la coincidencia del t¨ªtulo original.
Beatty construy¨® una comedia de fantas¨ªas absurdas sobre la historia de Joe Pendleton, un hombre al que la muerte ha llamado antes de tiempo y debe regresar a la guerra. El pretendido humor que se esperaba queda en gags malogrados y en situaciones poco cre¨ªbles entre la frontera de lo c¨®mico y lo rid¨ªculo. Beatty, buen aficionado a la frivolidad y al mundo del espect¨¢culo, parece m¨¢s obsesionado en promocionar las costumbres de la alta sociedad y el deporte del rugby, mundos en los que basa la intriga.
El actor, con esa imagen de ¨¢ngel vistiendo un suntuoso chandal -descaradamente intencionado- mas que contribuir a realzar la industria del cine, favoreci¨® la popularidad de esta prenda, como ya sucediera a ra¨ªz de Bonnie and Clyde con el estilo pret a porter de los 60.
Embarc¨® en el proyecto a Julie Christie, su compa?era sentimental en la vida real y habitual coprotagonista en sus pel¨ªculas; pero ni ella ni la ayuda en la direcci¨®n que le prest¨® Buck Hery, elevaron la calidad del filme. Beatty tuvo que esperar a su tercer proyecto, Rojos, en 1982, para ver compensados sus esfuerzos con el oscar al mejor director que, aunque cuestionado, le otorg¨® la Academia.
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