Del poder a la 'clandestinidad'
H. T., Hay varias razones, todas dram¨¢ticas, para que los delegados al congreso del partido comunista (SED) llegaran en su mayor¨ªa a Berl¨ªn Este en transportes p¨²blicos. Los conductores de autobuses, en vanos distritos, se negaron a llevar a las delegaciones a la capital.
Muchos delegados se negaron expresamente a acudir con su propio autom¨®vil por temor a que les fuera quemado ante el pabell¨®n de deportes del Dinamo, donde se celebra el congreso. La situaci¨®n es muy ser¨ªa. Ni siquiera el hecho de que la reuni¨®n se celebre en la calle de Ho Chi Minh puede arrancar una sonrisa a los delegados.
"Ha sido imposible contratar toda una serie de servicios para el congreso". La gente simplemente dulce que "para el SED no traba amos", manifest¨® ayer a EL PA?S un delegado al congreso. En puertas y escaparates de peluquer¨ªas han aparecido carteles de "no se atiende a miembros del SED".
"Hay miembros del partido que est¨¢n siendo amenazados a diario por compa?eros de trabajo, y se dan casos en que grupos de ciudadanos se re¨²nen por las tardes para romper los cristales de las ventanas de las viviendas de jefes del partio en aldeas y empresas", manifiesta la citada fuente.
Hay hombres honrados que han cre¨ªdo en esto toda su vida no han sacado provecho alguno m¨¢s que un trabajo adicional en la organizaci¨®n del partido. Sus hijos llegan a casa del colegio y cuentan que sus compa?eros les escupen por "tener padres comunistas". "Espero que tengamos unas semanas de fr¨ªo polar para que la gente no salga a la calle. Si no, puede pasar cualquier cosa". Quien cuenta esto es un viejo funcionario que nunca ha mostrado la insignia del partido en la solapa y hoy la. lleva como un acto de dignidad.
Tras 40 a?os de poder absoluto en su nombre, los militantes del SED han pasado casi a la clandestinidad.
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