Di¨¢logo social
LOS DIRIGENTES de los sindicatos y de la patronal han iniciado, sin participaci¨®n gubernamental, un nuevo proceso de di¨¢logo social, con la prudencia l¨®gica tras cinco a?os de desencuentros, iniciados pocos meses despu¨¦s de haberse firmado el Acuerdo Econ¨®mico y Social (AES) y sin que hubiera concluido la vigencia de ese pacto, suscrito tambi¨¦n en 1984 por el primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Simult¨¢neamente, los secretarios generales de UGT y de CC OO han anunciado su intenci¨®n de emplazar al presidente del Gobierno a iniciar el di¨¢logo social que prometi¨® en su discurso de investidura. El hecho de que Felipe Gonz¨¢lez haya confirmado a todos sus ministros, incluyendo los que forman el equipo econ¨®mico que encabeza Carlos Solchaga, elimina la posibilidad de iniciar el di¨¢logo pendiente con la victoria moral que para las centrales habr¨ªa supuesto su sustituci¨®n. Una victoria que, parad¨®jicamente, pondr¨ªa en una situaci¨®n de debilidad tal a la otra parte que habr¨ªa imposibilitado el consenso. En resumen, la concertaci¨®n social tiene mucho que ver con la correlaci¨®n de fuerzas de los protagonistas; coyunturas de extrema fortaleza o de extrema endeblez impiden los pactos.La exigencia impl¨ªcita planteada al respecto por CC OO y UGT, al no poder aplicarse por la ratificaci¨®n del equipo econ¨®mico, dificulta conocer si la actual t¨¢ctica sindical de negociar acuerdos parciales es parte de una estrategia planificada o camino inevitable al no ser posible en la pr¨¢ctica discutir globalmente las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica econ¨®mica. La din¨¢mica de acuerdos concretos, sectoriales, es la que se est¨¢ ensayando en las negociaciones con el Gobierno regional de Madrid y en las conversaciones iniciadas con la patronal CEOE, con la Plataforma sindical prioritaria (PSP) como gui¨®n.
La fijaci¨®n de unos objetivos menos ambiciosos que en otros a?os, y sin duda m¨¢s f¨¢ciles de alcanzar y cumplir, es uno de los rasgos distintivos de la nueva etapa. Se quiere discutir en cada ¨¢mbito las cuestiones que le son propias, sin interferir en las negociaciones de las empresas y de los sectores, y empezando por los problemas m¨¢s f¨¢ciles. De momento se van a debatir los seis puntos propuestos por los sindicatos: estabilidad en el empleo, reparto del trabajo existente, formaci¨®n profesional, salud laboral, aumento de la participaci¨®n de los trabajadores y de sus representantes en las empresas, y resoluci¨®n pactada de los conflictos laborales individuales y colectivos. Se trata de reformas estructurales, no incluidas tradicionalmente en la negociaci¨®n colectiva y que hace tiempo fueron aplicadas en otros pa¨ªses de la Comunidad Europea. Los ¨®rganos directivos de la patronal CEOE deben decidir ahora qu¨¦ otras cuestiones quieren abordar y si respaldan la idea inicial de sus dirigentes, que consiste en recuperar el di¨¢logo social mediante un m¨¦todo distinto al utilizado en los acuerdos interconfederales cl¨¢sicos, que abarcaban todas las materias de los convenios colectivos y posteriormente se aplicaban en los centros de trabajo por puro mimetismo.
La voluntad de di¨¢logo expresada por el presidente de la patronal, Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas, que se ha mostrado partidario de imprimir un giro a favor de unas relaciones m¨¢s fluidas con las centrales, se pondr¨¢ a prueba con la inclusi¨®n o no en el temario de cuestiones que los sindicatos han considerado innegociables, como la flexibilidad laboral o mayores facilidades para el despido.
La formaci¨®n del nuevo Gobierno de la naci¨®n justificaba los silencios y dilaciones, pero tras la decisi¨®n de renovar en pleno al anterior equipo econ¨®mico, Felipe Gonz¨¢lez debe aclarar si desea intervenir en un proceso de concertaci¨®n social -como demandan los agentes sociales- o se va a inhibir de tal planteamiento. Las experiencias de a?os anteriores, en los que las tensiones sociales se han visto notable e in¨²tilmente amplificadas -especialmente en el sector p¨²blico- a causa de la falta de un pacto, deben hacer reflexionar al m¨¢ximo responsable de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola. En definitiva, lo que diferencia sustancialmente una pol¨ªtica macroecon¨®mica progresista de otra conservadora es la capacidad de la primera de pactar la austeridad (o la abundancia) con los agentes sociales.
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