El alcornoque, con el hacha
El alcornoque se desuella con el hacha y el jornalero con el hambre. El ¨¢rbol de Extremadura por excelencia va ¨ªntimamente unido al yuntero de ayer y al trabajador eventual de hoy.
En todo caso, los santos inocentes y Juan Lob¨®n siguen existiendo en los cotos de los nuevos ricos. La ¨²nica diferencia quiz¨¢ sea ese salario del miedo llamado per. Miedo a perder 20.000 pesetas que antes no se cobraban.
"Desde muy peque?os iban juntos a todas partes", recuerda emocionada su amiga Petri. "No est¨¢ bien lo que ha pasado. Los guardias civiles cazaban por gusto y ellos necesitaban los conejos para comer".
Zona pobre, los jornales de la vendimia, la aceituna y el piconeo, el per y la caza furtiva son medios de vida. "El per, para algunos, es un complemento, pero en muchos casos esas 20.000 pesetas es el ¨²nico dinero que entra en las casas. Hay pueblos en los que tienen que salir al campo para llevar caza para comer o para venderla", dice Miguel ?ngel Rubio, secretario provincial de UGT y cazador. "Ahora bien, furtivo es el que utiliza hurones, lazos y perdices con reclamo en tiempo prohibido, pero resulta rid¨ªculo llamar furtivo al que caza a pie y con perro en una finca donde hay unas tabillas que dicen coto privado y por el que se pagan unos impuestos rid¨ªculos. La Administraci¨®n favorece los cotos".
Extremadura, a¨²n hoy, ofrece un envidiable ecosistema sin alterar y con abundante caza mayor y menor: "Tirarse al monte o al coto es una soluci¨®n para quien tiene que matar el hambre", comenta Pablo, un viejo jornalero de la comarca, furtivo "hasta que los pies me aguantaron".
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