De la c¨¢rcel al poder
Carnogursky, Diesritbier, Miller, Havel, la sensaci¨®n es perfecta. La revoluci¨®n checoslovaca, confirmada por la composici¨®n del nuevo Gobierno, vuelve a ser ejemplar. Como en ninguna (le las insurrecciones contra el r¨¦gimen comunista a que asiste el mundo en Europa oriental, se consuma en Praga un acto de profunda justicia hist¨®rica.
Como sucedi¨® con la creaci¨®n de la Primera Rep¨²blica de Checoslovaquia tras prolongados sacrificios llega al poder la elite moral e iritelectual del Estado. Vaclav Havel como presidente de la Rep¨²blica en el palacio del Fliadshin ser¨ªa el m¨¢s digno heredero del legado del fil¨®sofo y escritor Thomas Garrige Masaryk, que ocup¨® la hist¨®rica residencia tras el nacimiento del Estado checoslovaco.
Jan Carnogursky, un abogado cat¨®lico que ha pagado durante a?os su valor, en defensa de las libertades civiles y religiosas con encarcelamiento e intimidaci¨®n, es nuevo viceprimer ministro de Checoslovaquia y comparte la cartera del Interior con el prirrier ministro. Es ya, por tanto, el jefe de sus carceleros e interreigadores.
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores es Jiri Dienstbier, un periodista obligado por el r¨¦gimen a trabajar como calefactor los ¨²ltimos 20 a?os cuando no estaba en la c¨¢rcel. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores no ha visto un pasaporte a su nombre desde 1968. Su casa en la calle Nekazhanka, n¨²mero 17, estaba vigilada d¨ªa y noche por la polic¨ªa.
Las operaciones de represi¨®n de la disidencia comenzaban, por lo normal, con el corte de la l¨ªnea telef¨®nica de Dienstbier. Cuando no estaba detenido o en el campo para evitar una detenci¨®n, era una de las mejores fuentes del periodismo occidental.
"Petr Uhl no est¨¢ en casa, Jiri Hajek no contesta y el tel¨¦fono de Dienstbier no da se?al. Al parecer, Havel se ha ido al campo. Ya est¨¢ esto en marcha". Para los corresponsales extranjeros asiduos en Praga, estos indicios inostraban en los ¨²ltimos a?os que las consabidas razzias de la polic¨ªa hab¨ªan comenzado por orden de Jakes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.