El poder del presidente

El popular Gerardo Fern¨¢ndez Albor, un m¨¦dico bonach¨®n y dialogante pero escasamente dotado para la pol¨ªtica, ejerci¨® su mandato al frente de la Xunta m¨¢s como un presidente de Rep¨²blica que como un jefe de Gobierno. Nunca tuvo reparos en hacer dejaci¨®n de poderes y permiti¨® que su vicepresidente, Xos¨¦ Luis Barreiro, se convirtiese en un aut¨¦ntico primer ministro.

Esta peculiar situaci¨®n de Gerardo Fern¨¢ndez Albor, que acab¨® desencadenando la ruptura en el Gobierno aliancista, no se ha repetido en el caso de Gonz¨¢lez Laxe, aunque tampoco puede afirmarse que el actual presidente socialista haya tenido las manos totalmente libres para ejercer su cargo. Gonz¨¢lez Laxe ha ocupado la m¨¢xima instancia de poder en la Xunta, pero no en su partido, el Partido Socialista Obrero Espa?ol, con cuyo secretario general en Galicia, Antol¨ªn S¨¢nchez Presedo, mantiene una relaci¨®n dificil.

Adem¨¢s, S¨¢nchez Presedo ha dirigido en los dos ¨²ltimos a?os el Departamento de Ordenaci¨®n del Territorio y Obras P¨²blicas, eje b¨¢sico de la gesti¨®n gubernamental, y las otras dos fuerzas coligadas, Coalici¨®n Galega (CG) y Partido Nacionalista Galego (PNG), han actuado muchas veces por su cuenta.

La situaci¨®n interna en el Partido Dos Socialistas de Galicia-PSOE es el resultado de un complejo equilibrio de fuerzas entre las distintas facciones que tejen el partido. Personalidades que ni siquiera ocupan un puesto en la ejecutiva, como los alcaldes de La Coru?a y Vigo, ejercen una importante influencia en las m¨¢s altas decisiones. En consecuencia, Gonz¨¢lez Laxe ha tenido a menudo que consultar con su propio partido, del que es presidente, antes de tomar alguna iniciativa.