S¨ªmbolo y maestro
Para las gentes que empezamos a trabajar en el mundo del libro a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, Carlos Barral era a la vez un s¨ªmbolo y un maestro. En estos tiempos de amnesia generalizada respecto a la sordidez del franquismo, combinaci¨®n de censura atrabiliaria y de persecuci¨®n rencorosa de la libertad de expresi¨®n, no resulta f¨¢cil reconstruir la significaci¨®n de la labor editorial de Carlos Barra? como ruptura con los prestigios artificiosamente construidos por la dictadura, como recordatorio de que exist¨ªa una tradici¨®n refugiada en el exilio y como apertura a los nuevos horizontes de la creaci¨®n en otras ,¨¢reas culturales.Hace 20 o 30 a?os era posible comprar en las trastiendas de las librer¨ªas espa?olas buena parte de las obras publicadas en Argentina y en M¨¦xico (por Editorial Losada, Fondo de Cultura Econ¨®mica, Sudamericana, Emec¨¦, Joaqu¨ªn Mortiz o Era) que los servicios de censura del r¨¦gimen hab¨ªan prohibido. En Espa?a hab¨ªan proseguido su labor cultural, tambi¨¦n vigilada de cerca por el llamado Departamento de Orientaci¨®n Bibliogr¨¢fica del Ministerio de Informaci¨®n, otras editoriales creadas antes de la guerra civil o fundadas despu¨¦s del conflicto. Pero s¨®lo cuando Carlos Barral se puso al frente de Seix Barral se abri¨® en el mundo de la edici¨®n una nueva etapa descontaminada de la cultura muerta del mundo oficial.
No se trataba s¨®lo, con ser decisivo, del impulso de libertad y de tolerancia asociado con esa innovadora experiencia editorial. En sus libros autobiogr¨¢ficos Carlos Barral ha dejado un espl¨¦ndido testimonio del irrespirable clima de los a?os cincuenta y de las luchas necesarias para modificarlo. Pero Carlos Barral, a la vez, logr¨® introducir tambi¨¦n un nuevo gusto tipogr¨¢fico, un esp¨ªritu de riesgo en sus apuestas y una firme decisi¨®n de no subordinar a las cuentas de resultados empresariales su pol¨ªtica de contrataci¨®n. Si las batallas pol¨ªtico-culturales de Carlos Barral bajo el franquismo forman parte de un pasado que resulta remoto para quienes no lo padecieron, su estilo de trabajo editorial a lo largo de esos a?os tambi¨¦n parece condenado desgraciadamente a un cierto olvido.
Actualmente la libertad de expresi¨®n -para la,letra impresa y para cualquier otro medio de manifestar las ideas y las opiniones- est¨¢ sobradamente salvaguardada por el ordenamiento constitucional y por el Poder Judicial. S¨®lo quienes no conocieron la censura franquista pueden hoy gastar bromas comparativas de mal gusto entre la ¨¦poca actual y aquellos tiempos de silencio y destrucci¨®n. Sin embargo, las transformaciones de los valores sociales durante estos a?os de democracia han afectado parad¨®jicamente de forma negativa a los sectores de la industria cultural que no buscan de m¨¢nera exclusiva la rentabilidad del negocio y que no pretenden maximizar las ganacias de sus balances a costa de los contenidos de su producci¨®n editorial. ?sa es posiblemente una de las razones de que Carlos Barral se viera forzado en la ¨²ltima etapa de su vida a renunciar a su actividad como editor y a dtdicarse en exclusiva a su obra de creaci¨®n. Su legado, sin embargo, sigue vivo no s¨®lo en los cat¨¢logos que invent¨® y anim¨® (en Seix Barra?, primero, y en Barral Editores, despu¨¦s) sino tambi¨¦n en la memoria de los editores que aprendieron -que aprendimos- de su ejemplo.
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