Absueltos en Per¨² la mayor parte de los policias implicados en la matanza de Lurigancho

El coronel Rolando Cabezas, se?alado como el principal responsable de la matanza de 124 presos ocurrida el 19 de junio de 1986 en el penal lime?o de Lurigancho, fue condenado ayer a 15 a?os de prisi¨®n por un Consejo de Guerra de Justicia peruano. Junto a ¨¦l tambi¨¦n fue condenado el teniente Javier Oswaldo Martina quien recibi¨® como condena siete a?os de prisi¨®n. Fueron los ¨²nicos veredictos de culpabilidad emitidos por e tribunal. Los restantes 76 polic¨ªas acusados fueron absueltos y puestos inmediatamente en libertad por falta de pruebas.El tribunal militar comenz¨® sesiones p¨²blicas orales hace menos de cuatro meses sobre los hechos que concluyeron con la muerte, despu¨¦s de que su rendici¨®n, de 124 presos desarmados y acusados de terrorismo. Dicho tribunal ten¨ªa como cometido imponer penas que oscilaran entre seis y 25 a?os de prisi¨®n. Sin embargo, la insistencia en la falta de pruebas y tambi¨¦n en una "neurosis colectiva de conversi¨®n" dieron como resultado final la condena de s¨®lo dos de los acusados.

Todav¨ªa se hallan pendientes la apertura de dos causas m¨¢s por las matanzas ocurridas en otros dos penales, en la misma fecha, despu¨¦s de que 375 presos del movimiento clandestino mao¨ªsta Sendero Luminoso se amotinaran simult¨¢neamente adem¨¢s de en las c¨¢rcel de Lurigancho en la de Santa B¨¢rbara y la de la isla-prisi¨®n El Front¨®n, siendo reprimidos brutalmente. La brutal represi¨®n se sald¨® con m¨¢s de 240 reos muertos.

En las actas del juicio que acaba de finalizar se apunta como comprobado que 63 internos fallecieron por choque traum¨¢tico y 61 por el estallido del cr¨¢neo, a causa del tiro que recibi¨® cada uno en la cabeza.

Los amotinados, que se autodenominaban a s¨ª mismos "prisioneros de guerra" y que se hab¨ªan organizaclo aut¨®nomamente dentro de las c¨¢rceles, tomaron en aquella madrugada algunos rehenes e instalaciones de los centros penitenciarios en coincidencia con la fecha por la cual se celebraba en Lima el congreso mundial de la Internacional Socialista de ese a?o, presidido entre otras personalidades por el veterano pol¨ªtico oeste-alem¨¢n Willy Brandt.

Atrincherados en los tres penales, los senderistas exigieron respuesta a una petici¨®n que iba desde mejoras en las condiciones carcelarias hasta garant¨ªas ante eventuales represalias.

El presidente Alan Garc¨ªa y su Consejo de Ministros encarg¨¢ron la soluci¨®n de los des¨®rdenes al Ej¨¦rcito, la Marina y la Polic¨ªa Nacional. Al final de una madrugada de horror, el balance era el siguiente: ning¨²n superviviente en Lurigancho, dos reclusas muertas en Santa B¨¢rbara y m¨¢s de 100 muertos en El Front¨®n que qued¨® arrasado por la artiller¨ªa de la Marina.

El estupor y el secretismo se mantuvieron desde ese mismo momento -en que el presidente Alan Garc¨ªa reconoci¨® "excesos" por parte de los uniformados e hizo c¨¦lebre la frase de "se van ellos o me voy yo"-, hasta que a finales de 1987 el senador izquierdista Rolando Ames y una comisi¨®n senatorial realizaron un informe.

Este documento tuvo dos conclusiones, una de la mayor¨ªa oficialista, que culpaba el exceso militarista de la acci¨®n, y'otro, en minor¨ªa, de Ames y senadores de la oposici¨®n que se?alaban las responsabilidades pol¨ªticas del presidente Garc¨ªa y su Consejo de Ministros, y recomendaban un juicio pol¨ªtico para ellos, una vez concluyeran sus mandatos a finales de julio de 1990.