El para¨ªso perdido
Peter Weir, insigne representante de la actual generaci¨®n de directores australianos, maneja h¨¢bilmente en ?nico testigo las claves del western cl¨¢sico, las del documental social sobre la vida campesina y el mejor suspense hitchcockniano. El resultado fue un excelente thriller cuyo ¨¦xito barri¨® las taquillas americanas, consigui¨® un oscar al mejor montaje y obtuvo siete nominaciones m¨¢s.No s¨®lo Weir acapar¨® el ¨¦xito; Harrison Ford cooper¨® estrechamente con el director de Gallipoli y El a?o en que vivirnos peligrosamente e hizo olvidar al espectador las estereotipadas y recientes interpretaciones de Indiana Jones que tanto ¨¦xito le hab¨ªan reportado -volver¨ªan a repetir pel¨ªcula juntos con La costa de los mosquitos-.
Otra gran contribuci¨®n al ¨¦xito de la pel¨ªcula fue la ubicaci¨®n de la acci¨®n en esa extra?a comunidad de los amish. Weir se permiti¨® descubrir por primera vez para el cine la curiosa existencia de esta utop¨ªa aislada, de este para¨ªso perdido con un mundo civilizado alrededor. Parece ser que los amish habitan actualmente en un poblado del condado de Lancaster, Pennsylvania. Hist¨®ricamente, son los herederos de una secta cristiana, los anabaptistas suizos, que llegaron a Am¨¦rica hace unos 200 a?os. Todav¨ªa hoy conservan las costumbres de sus antepasados: rechazan la innovaci¨®n tecnol¨®gica (no tienen tel¨¦fonos, ni radios, ni calefacci¨®n ni usan coches,) conservan los vestidos puritanos de sus antecesores, llevan una vida simple y campesina de religiosidad profunda y rechazan todo acto violento.
El ni?o, ¨²nico testigo de un crimen, pertenece a esta secta y aqu¨ª se refugia con su madre viuda y un polic¨ªa honesto, su defensor, ante la persecuci¨®n implacable de quienes quieren eliminarle. Adem¨¢s de la ¨¢gil construcci¨®n de la intriga, rned¨ªa en este thriller una insinuante y bella historia de amor entre la madre (excelente Kelly McGillis) y el detective (Harrison Ford).
Pero un polic¨ªa, en el fondo violento, perteneciente a un mundo de violencia, no puede -muy a su pesar- alcanzar Ias cotas de felicidad que le brinda la pac¨ªfica secta. Su violencia aflora y es expulsado del para¨ªso por el viejo de la cornunidad, amenaz¨¢ndole con lo que le espera fuera: "Cuidado con los anglos". Este escenario es el adecuado para que Peter Weir juegue magn¨ªficamente mezclando en una pel¨ªcula de ¨ªntriga aspectos del cine etnogr¨¢fico y ecol¨®gico. Tambi¨¦n para hacer una excelente reflexi¨®n sobre la cultura moderna, sobre el mundo actual frente a otras culturas antiguas, que sin embargo acaba idealizando.
Escenas como la delos lavabos de la estaci¨®n en que el joven es testigo del crirnen contrastan intencionadamente con las de la armoniosa construcci¨®n del granero.
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