Ferlosio y la cr¨ªtica
Distinguido se?or director: ya s¨¦ que est¨¢ mal que un autor, y peor todav¨ªa un mero epiloguista, se permita una sola palabra de r¨¦plica contra un cr¨ªtico literario que se ocupe de su obra. Si, en este caso, me atrevo a cometer semejante anomal¨ªa con respecto a la cr¨ªtica que Jon Juaristi hace de mi ep¨ªlogo, como colof¨®n a la que en el Diario 16 del 14 de diciembre de 1989 dedica al libro de Melchor Miralles y Ricardo Arques, Amedo, el Estado contra ETA, es porque no s¨®lo tergiversa el esp¨ªritu del texto -defensor inequ¨ªvoco en cada una de sus p¨¢ginas del Estado de derecho y de la forma jur¨ªdica frente a la eficacia-, sino tambi¨¦n la letra, sustituyendo la palabra capital decidir por la de optar.- "Ferlosio plantea la necesidad de optar entre un Estado no democr¨¢tico con una polic¨ªa eficaz y un Estado de derecho que (y aqu¨ª transcribe mis palabras) 's¨®lo se alcanza a costa de una disminuci¨®n real bastante notable de la eficacia de la polic¨ªa", frente a lo cual contrapone su opini¨®n de que las polic¨ªas antidemocr¨¢ticas son las menos eficaces de las polic¨ªas", poniendo "las sangrientas chapuzas del GAU como ejemplo de ineficacia. Concedo que tiene raz¨®n en este concreto ejemplo de facto, pero, en primer lugar, este fracaso singular no quita para que el m¨®vil y el esp¨ªritu del GAL hayan sido el principio de eficacia y la violaci¨®n de las formas del derecho, y, en segundo lugar, como contraejemplo de, una polic¨ªa totalitaria totalmente eficaz puedo ponerle la de: Checoslovaquia y, sobre todo, la de Alemania Oriental, donde ha sido la gran sorpresa del mundo conocer el odio popular casi un¨¢nime al r¨¦gimen comunista que el aparato polic¨ªaco ha logrado sofocar hasta que la coyuntura pol¨ªtica internacional le ha. permitido romper aguas. Pero para que se vea hasta qu¨¦ punto llega la tergiversaci¨®n de Jon Juaristi, osar¨¦ todav¨ªa, porque en ello va mi propio honor, transcribir de mi ep¨ªlogo el p¨¢rrafo final, al que Juaristi viene a limitar su comentario, haci¨¦ndome equ¨ªvocamente sospechoso de propugnar una opci¨®n totalitaria (y escudando su miedo de aceptar la esencia objetivamente contradictoria del Estado bajo el elemental y conciliatorio silogismo de "Estado de derecho ser bueno / eficacia ser buena / ergo Estado de derecho no. poder ser ineficaz").Mi p¨¢rrafo final dice, pues, literalmente as¨ª: "Creo que los ¨²ltimos acontecimientos judiciales son lo bastante escandalosos y alarmantes como para revisar cualquier clase de ilusionado optimismo que el sedicente Estado democr¨¢tico actual haya podido concebir en cuanto a la compatibilidad de la existencia de la polic¨ªa, tal como ahora es, con cualquier imagen m¨ªnimamente justificada y presentable con lo que se ha dado en llamar Estado de derecho. O la raz¨®n de Estado y los arcana imperii se afrontan de una vez con sinceridad y con franqueza y se reconoce que un Estado de derecho, ya que no pleno, al menos aceptable, s¨®lo se alcanza a costa de una disminuci¨®n real bastante notable de la eficacia de la polic¨ªa, y se denuncian, por tanto, como irresponsables y temerarias todas las protestas de ineficacia policial que vengan de la oposici¨®n, como una verdadera incitaci¨®n al atropello, a la tortura y a la delincuencia profesional de la polic¨ªa, o esto se va a convertir en una escalada sin fin que haga pura mentira indecible y enga?o tan mudo como manifiesto toda presunci¨®n de Estado de derecho y de democracia. Me parece que ha llegado la hora de decidir (subrayado actual, en r¨¦plica al optar que me atribuye el cr¨ªtico) de una vez a todo riesgo y con toda la valent¨ªa que se precisa. Y, sobre todo, con una larga paciencia".-
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