La evoluci¨®n del cosmos
Con el libro Estructura din¨¢mica de la realidad, la obra de Zubiri alcanza una suerte de conclusi¨®n sistem¨¢tica. En ¨¦l nos ofrece una visi¨®n de la realidad, y por tanto del cosmos, desde el punto de vista que con posterioridad al siglo XVIII la ciencia y la filosof¨ªa han hecho fundamental e ineludible. La palabra evoluci¨®n es la clave de este punto de vista y uno de los nervios esenciales para la comprensi¨®n de la vida y el pensamiento del mundo occidental a partir de esa fecha.A lo largo del siglo XIX. la evoluci¨®n del cosmos ha sido entendida desde dos puntos de vista contrapuestos y en s¨ª misTos insuficientes: el punto de vista idealista m¨¢ximamente representado por Hegel y Schelling y el materialista, cuyas m¨¢s representativas figuras son Haeckel, Engels y Spenser. En los primeros a?os de nuestro siglo, el libro La evoluci¨®n creadora de Bergson fue un brillante intento de superaci¨®n de esa antinomia entre el idealismo y el materialismo para entender el devenir del mundo. En la misma l¨ªnea cabe situar la obra de Teilhard de Chardin, ¨¦sta concebida desde una concepci¨®n formalmente cristiana de la realidad.
Sobre este fondo intelectual e hist¨®rico se levanta el libro de Zubiri. En ¨¦l, con un dominio y una precisi¨®n de los saberes cient¨ªficos vigentes cuando fue redactado (1968) muy poco frecuentes entre los fil¨®sofos, y, a la vez, con un repertorio de conceptos filos¨®ficos directamente fundados en la realidad, esto es, en lo que la inteligencia debe decir de manera inmediata para entender las cosas, tal como ellas son, Zubiri ofrece al lector una magna sinfon¨ªa ascedente de niveles de fa realidad del cosmos, cada uno de ellos caracterizado por una estructura propia y por las peculiares actividades a ella correspondientes, y capaz de ir "dando de s¨ª", seg¨²n la expresi¨®n t¨¦cnica del propio Zubiri, las estructuras subsiguientes.La evoluci¨®n del cosmos es as¨ª concebida como la aparici¨®n emergente de una serie de dinamismos, que el fil¨®sofo, uniendo ciencia y filosof¨ªa, va nombrado y describiendo con rigor: el dinamismo de la vanaci¨®n, b¨¢sico respecto de todos los dem¨¢s y realizado por el movimiento local, y a continuaci¨®n los que ¨¦l denomina dinamismo de la alteraci¨®n, dinamismo de la mismidad, dinamismo de la suidad, el correspondiente a la realidad del hombre, y dinamismo de la convivencia, realizado en forma de sociedad y en forma de historia. Desde las part¨ªculas elementales hasta la estructura del ser humano, pasando por la mol¨¦cula, las macromol¨¦culas integrantes de la materia viva, la c¨¦lula y la serie ascendente de los organismos pluricelulares, la evoluci¨®n del cosmos va mostr¨¢ndose al lector en su radical unidad, la dependiente de ser forma cambiante de la creaci¨®n, y las novedades que esa evoluci¨®n va por s¨ª misma produciendo. De este modo, Estructura din¨¢mica de la realidad completa lo que sobre la realidad misma hab¨ªa dicho el autor en su conocido libro Sobre la esencia.
En 1931, al t¨¦rmino de un ensayo sobre la filosof¨ªa de Hegel, Zubiri habla de la melancol¨ªa, entendida, con Arist¨¢teles, como el modo de ser hombre eminente por la inteligencia, y de la luz, como concepto b¨¢sico para entender el conocimiento humano. Y a?ade: "Esperemos que Espa?a, pa¨ªs de la luz y la: melancol¨ªa, se decida alguna vez a elevarse a conceptos metafisicos". Con Ortega y con Zubiri, Espa?a, en nuestro siglo, ha demostrado que es capaz de esa elevaci¨®n y de lograrla de manera eminente. Confiemos en que los espa?oles posteriores a ellos contin¨²en la obra de estos dos maestros y, a su manera y en su tiempo, aporten al pensamiento universal ideas igualmente valiosas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.