Toda la memoria del cine
Que el cine como forma mayoritaria de ocupaci¨®n del ocio colectivo es hoy un fen¨®meno del pasado lo dictan no s¨®lo las fr¨ªas estad¨ªsticas, sino el inter¨¦s cada vez mayor de tratadistas, estudiosos e historiadores por la memoria popular que del fen¨®meno cinematogr¨¢fico se conserva, por indagar sus claves, por interrogar sus a veces caprichosos vericuetos. Pero ¨²ltimamente tambi¨¦n el propio cine ha pasado a recordarnos su propia agon¨ªa como espect¨¢culo de masas, como instancia de agregaci¨®n, de encuentro colectivo, de manifestaci¨®n apta para convocar, tal como quer¨ªan los surrealistas, la casualidad, el azar, la pasi¨®n fugaz.Nada menos que dos pel¨ªculas del mismo a?o, la decepcionante Splendor, de Ettore Scola, y la que hoy nos ocupa, segundo largometraje de otro italiano sure?o, el siciliano Giuseppe Tornatore, tienen como tema central una sala de cine de ciudad peque?a, y ambas se lamentan de su desaparici¨®n. Tal vez no por casualidad, la propuesta de Scola se apunta a una improbable resurrecci¨®n, en clave fant¨¢stica, del, cine como eje de la vida social, mientras que la de Tornatore, menos optimista, propone un final abrumadoramente cierto: el cine ya no es el centro de nada, es s¨®lo un ejercicio de la memoria, y como tal es tambi¨¦n una de las formas de la nostalgia.
Cinema Paradiso
Director y guionista: Giuseppe Tornatore. Fotograf¨ªa: Blasco Giurato. M¨²sica: Ennio Morricone. Italia- Francia, 1988. Int¨¦rpretes: Philippe Noiret, Salvatore Cascio, Jacques Perrin, Brigitte Fossey, Marco Leonardi, Leopoldo Triest¨¦. Estreno en Madrid, cines: Rosales (V. O.) y Pompeya.
Homenaje
Cinema Paradiso es a la vez un homenaje a la sala de cine y un canto a la amistad, a los imprevisibles ritos del aprendizaje a la vida. Su protagonista, un adulto director de cine, recrea su infancia e invoca el recuerdo de un amigo, el proyeccionista del cine de su pueblo -impresionante Philippe Noiret, F¨¦lix del cine europeo de este a?o por este trabajo-, a trav¨¦s de los hitos cinematogr¨¢ficos que han ido marcando su existencia. Y ante los ojos del espectador desfila una lista tan amplia como funcional de homenajes, de invocaciones cinematogr¨¢ficas, desde el humor avasallador del gran Tot¨® hasta las aburridas pel¨ªculas que comenzaron a pulular por las salas de pueblo a comienzos de los setenta.La forma que elige Tornatore para su pel¨ªcula no es otra que el melodrama. Y por una vez hay que agradecer a un director pr¨¢cticamente novel que se arriesgue a hacer una pel¨ªcula que no se apunta a ninguna moda. Que proponga una trama en la que la sentimentalidad aflora libre, rotundamente, invitando al espectador a dejarse llevar por unas l¨¢grimas que a veces tambi¨¦n son algo facilonas. Su intento no tiene nada de cine de autor; en todo caso, se apunta a la continuidad de una sabia y casi olvidada tradici¨®n: la de los artesanos que, como Carmine Gallone, Mario Bonnard, Giacomo Gentilomo, Mario Mattoli o Mario Monicelli, contribuyeron tambi¨¦n con su talento a hacer del cine italiano el gran cine popular que fue hace 30, 40 a?os.
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