Los Roman
Un hogar rumano donde se habla el espa?ol
Hablar de Petre Roman, el joven cient¨ªfico hoy primer ministro del Gobierno provisional rumano, es evocar un hogar donde lo espa?ol y lo rumano armonizaban perfectamente. Su padre, Walter Roman, era un hombre culto, sensible, un intelectual rumano con un hondo sentimiento humanista y un amor entra?able hacia su patria y hacia Espa?a.Si Walter era la serenidad, el equilibrio, Hortensia, su madre, espa?ola de nacimiento, se ha distinguido siempre por su entusiasmo, la actividad al m¨¢ximo, la entrega total a su trabajo. Muy bella, simp¨¢tica, con una gran cultura, en la que se un¨ªa el amor hacia la patria lejana constantemente a?orada con el de Ruman¨ªa, su patria de adopci¨®n y la de sus hijos.
Hortensia, que sigue viviendo en una casa en el centro de Bucarest, ha sabido crear a su alrededor un ambiente c¨¢lido, no re?ido con el de la responsabilidad y seriedad en el trabajo. Este ambiente se respiraba en la radio nacional rumana, de cuyas emisiones en lenguas extranjeras Hortensia fue durante bastantes a?os su directora. De tal forma logr¨® imprimir este sello que, despu¨¦s del departamento de espa?ol de la universidad de Bucarest, la radio era considerada como otro gran centro de hispanismo en Ruman¨ªa.
Mas un d¨ªa, de forma inesperada, a la radio le lleg¨® el veto, es decir, la jubilaci¨®n prematura, y no solicitada por su parte de Hortensia. ?Qui¨¦n fue el autor o la autora de tal decisi¨®n? La respuesta ya no la puede dar nadie. De Elena Ceaucescu se dec¨ªa que no pod¨ªa soportar a ninguna mujer que le hiciera sombra. El caso de Hortensia Roman no fue el ¨²nico. La conmoci¨®n ps¨ªquica y moral de Hortensia fue tremenda y de ella le salv¨® la firmeza y el apoyo de Walter y el cari?o de sus hijos.
El ambiente del hogar de los Roman ha sido siempre muy cordial y se manifestaba cuando entrabas en su casa y todo el mundo hablaba espa?ol. A veces no se pod¨ªa evitar que se aludiera a la realidad triste, dura y grotesca de aquella Ruman¨ªa dominada por Nicolae y Elena, que se impon¨ªa f¨¦rreamente. Por otro lado, surg¨ªa Espa?a: el regreso, las ¨²ltimas noticias, las novedades literarias, las luchas de resistencia contra el franquismo y tantos problemas. Y Walter inevitablemente recordaba aquellos a?os heroicos en que dio generosamente su sangre (fue herido no recuerdo exactamente en qu¨¦ frente) por la libertad del pueblo espa?ol. Su libro Los voluntarios rumanos en Espa?a es un emocionado homenaje a todos los rumanos antifascistas que lucharon heroicamente en tierra espa?ola.
En ese ambiente de amor a los dos pueblos se educ¨® Petre, junto a sus hermanas, Mirella y Carmen. Llevada por este amor hacia la cultura espa?ola, Carmen, la peque?a, curs¨® los estudios de espa?ol en la universidad de Bucarest.
Los vertiginosos acontecimientos han llevado a Petre a la suprema direcci¨®n del Gobierno rumano. Cuando le escuchaba ayer explicando con voz firme y reposada la sentencia sobre los Ceaucescu, inevitablemente record¨¦ a su padre, el combatiente, el general de las brigadas internacionales, Walter Roman, y a su madre, la intelectual espa?ola, que supieron mantenerse firmes ante tanta ignominia y humillaci¨®n.
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