Retrato del exilio interior
Hacer un retrato de Andrei Plesu, el nuevo ministro de Cultura rumano, es hacer el retrato de una generaci¨®n entera: la de los intelectuales rumanos del exilio interior nacidos despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Su supervivencia f¨ªsica y moral es cosa digna de un poema ¨¦pico o bien de una novela de ficci¨®n cient¨ªfica. Se trata de gente que, a pesar de haber nacido cuando Jos¨¦ Stalin se apodaba "el padre de los pueblos" y pese a haber seguido los cursos universitarios en un tiempo en que el pa¨ªs estaba en manos del "genio de los C¨¢rpatos", pensaron -y s¨®lo Dios sabe cu¨¢nto ego¨ªsmo implicaba esta palabra: pensar- que leer a Plat¨®n, Shakespeare o Heidegger era una actitud de resistencia. O sea, pensaron que la cultura puede ser, tiene que ser, una barricada invisible, pero tambi¨¦n irreductible frente a la tiran¨ªa y la barbarie.Es esta generaci¨®n la que Andrei Plesu encabeza. El joven ministro de Cultura rumano (naci¨® en 1948) es un historiador del arte, autor de cuatro libros. Habla perfectamente ingl¨¦s, alem¨¢n y franc¨¦s; es capaz de sostener con cualquier interlocutor occidental una discusi¨®n acad¨¦mica sobre el budismo zen, sobre el romanticismo alem¨¢n o sobre la literatura rusa del siglo XIX.
Quien leyendo estas l¨ªneas crea que Andrei Plesu es un rat¨®n de biblioteca o un extraterreste se equivoca. El fil¨®sofo Andr¨¦ Glucksmann volvi¨® hace unos d¨ªas de Bucarest y cont¨® asombrado a la televisi¨®n francesa que los j¨®venes le paraban por la calle y en medio de los disparos le preguntaban sobre el horario de las librer¨ªas parisienses y sobre la edici¨®n de los escritos in¨¦ditos de Michel Focault. Con esto quiero decir que Andrei Piesu no est¨¢ solo. Quiero decir tambi¨¦n que la cultura rumana de los ¨²ltimos a?os sobrevivi¨® en las catacumbas. Sin libros, sin luz, sin profesores, los j¨®venes ten¨ªan s¨®lo una inmensa sed de saber. Por consiguiente, a pesar del potencial creativo evidente, los huecos son enormes.
Plesu empez¨® ya en 1980 a tener dificultades con el r¨¦gimen: en un texto suyo que acompa?aba la exposici¨®n de un grupo de j¨®venes artistas sal¨ªa tres veces la palabra "solidaridad", lo que fue interpretado por la polic¨ªa secreta como una llamada oculta a la revoluci¨®n. Dos a?os despu¨¦s, Plesu perd¨ªa su c¨¢tedra universitaria, desde donde electrizaba a sus oyentes, bajo el pretexto de haber participado en una conferencia p¨²blica sobre la filosof¨ªa de Extremo Oriente (durante el r¨¦gimen del dictador ca¨ªdo todo era susceptible de convertirse en delito). Despu¨¦s de ser relegado a archivero en el Instituto de Historia del Arte, se consider¨® que este trabajo era demasiado para ¨¦l: el haber defendido p¨²blicamente al poeta disidente Micea Tinescu jug¨® aqu¨ª un papel importante. Plesu fue enviado como bibliotecario a un pueblecito de la monta?a.
Ahora es ministro de Cultura y se encuentra frente a un patrimonio nacional en ruina, una biblioteca universitaria reducida a cenizas, un museo de arte con sus bellos cuadros de Bellini, El Greco, Rembrandt, chamuscados por las llamas.
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