Acatar la injusticia
En el f¨²tbol todo el mundo se atreve a juzgar a los jueces. Jes¨²s Gil ha llegado hasta las urnas en su cruzada contra las injusticias arbitrales, mientras decenas de futbolistas, t¨¦cnicos y periodistas han denunciado actuaciones defectuosas por parte de los llamados jueces de la contienda. El s¨¢bado pasado se sum¨® a la profesi¨®n Chechu Rojo, entrenador del Athl¨¦tic, al estimar "injusta y decisiva" la expulsi¨®n de Ripodas en Mallorca.Al mismo tiempo, Brito Arceo sal¨ªa del Camp Nou acusado por los propietarios del terreno de haberles robado el partido y, seg¨²n algunos titulares posteriores, de haber falseado la Liga.
Cul¨¦s de tan diversas generaciones como Nicol¨¢s Casaus y Jos¨¦ Mari Bakero juraron que jam¨¢s hab¨ªan visto una cosa semejante, lo cual hace suponer que no vieron el penalti se?alado al Madrid hace 11 semanas en San Siro y que, hipot¨¦ticamente, le cost¨® la Copa de Europa, como tambi¨¦n es posible que no observaran el penalti pitado al Madrid en el encuentro disputado esta temporada en el Camp Nou en una falta cometida por Mart¨ªn Vazquez al borde del ¨¢rea.
La fr¨ªa realidad es que Brito Arceo dej¨® sin sancionar un penalti a Koeman y convirti¨® err¨®neamente en pena m¨¢xima una falta al borde del ¨¢rea, que habr¨ªa sido suculenta para Bengoechea o Polster. De esta forma regal¨® al Sevilla uno de los siete goles marcados.
El incidente se produjo en el minuto 78, con un 3-1 favorable al Barcelona en el marcador. El error del juez no provoc¨® ni igualada ni ventaja visitante, lo que no oblig¨® al Barcelona ni a sustituciones ni a cambios t¨¢cticos. Brito Arceo no dict¨® pena de muerte. Conmin¨® a un equipo aspirante a campe¨®n a que mantuviese una venta a de 3-2 en su propio campo durante 12 minutos. El Barcelona decidi¨® acatar la injusticia.
Los que, incluso como trabajadores eventuales, hemos vivido temporadas en el banquillo azulgrana, pronto nos acostumbramos a esas rarezas arbitrales. El s¨¢bado pasado result¨® f¨¢cil imaginar c¨®mo el m¨¢s experimentado inquilino del banquillo, el masajista ?ngel Mur, se tiraba del poco pelo que le queda, no ante el en¨¦simo atropello que ha visto, sino ante la ingenua reacci¨®n por parte del equipo reci¨¦n reclutado por Johan Cruyff. Ni ¨¦l, ni Brito Arceo, ni nadie pensaba que, despu¨¦s del regalo arbitral, el Barcelona iba a regalar en 720 segundos dos goles, el partido y media Liga.
Algunos jugadores no tuvieron reparos en admitir su incapacidad de sobreponerse a la adversidad del error arbitral. Y Cruyff, que vive su s¨¦ptima temporada como azulgrana, confesaba: "En d¨ªas como ¨¦ste te das cuenta de que est¨¢s trabajando en el Barcelona".
Todo el conglomerado conjura im¨¢genes del ciclista vilmente empujado al suelo por un gregario del equipo del l¨ªder. El aut¨¦ntico campe¨®n se levanta, aprieta dientes y sale en busca del l¨ªder. El eterno perdedor abandona llorando.
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