Al calor de los cl¨¢sicos del marxismo
La colectivizaci¨®n de la agricultura en Ruman¨ªa hundi¨® en la crisis a las granjas agropecuarias
Vladimir Tautu es el jefe de la granja agropecuaria de Pipera, cerca de Bucarest. Desde que el 22 de diciembre quit¨® de su oficina el retrato del presidente Nicolae Ceaucescu se ha convertido en un ferviente revolucionario anticomunista. El martes le visitaron dos periodistas, uno del londinense The Times y otro de EL PA?S. Ante tal acontecimiento, y para caldear su hasta ahora g¨¦lida oficina, Tautu recurri¨® a los cl¨¢sicos del marxismo.
Cuando llegaron los visitantes, la estufa hab¨ªa consumido ya todas las obras de Ceaucescu y estaba incinerando las de Marx y Engels, as? como los discursos del norcoreano Kim Il Sung sobre la irreversibilidad y las glorias del socialismo. Tautu, organizador de los aquelarres pro-Ceaucescu en esta granja de 100 trabajadores, considera hoy que todo lo que han hecho los comunistas desde que tomaron el poder en 1947 ha sido una cat¨¢strofe.A la pregunta de si alguien en la granja estatal lamenta la ca¨ªda y ejecuci¨®n de Ceaucescu, Tautu responde que la madre de ¨¦ste. Comunistas no quedan en la granja, asegura, y dice que s¨®lo unos pocos fueron miembros del partido, omitiendo el detalle de que ¨¦l es uno de ellos.
La colectivizaci¨®n de la agricultura es uno de los pecados capitales de este sistema socialista, que se ha hundido estrepitosamente en Europa oriental en los ¨²ltimos meses. La liquidaci¨®n del campesinado tradicional y el desprecio a la agricultura con la exaltaci¨®n de la industria pesada ha hundido invariablemente a todos los pa¨ªses socialistas en la escasez alimentaria.
La granja es todo un ejemplo de la cat¨¢strofe en que est¨¢ sumida la agricultura tras 40 a?os de comunismo y 24 de r¨¦gimen de Ceaucescu. En Pipera tienen 500 vacas y 15.000 cerdos. "Est¨¢n tan flacos como nosotros", dice Vasile Surdu, el veterinario de la granja. Cierto es que las vacas flacas parecen extra¨ªdas de una ilustraci¨®n b¨ªblica. "Hace 20 a?os daban 40 litros de leche al d¨ªa; hoy dan s¨®lo ocho. Se elimin¨® la mayor parte de las 500 hect¨¢reas que ten¨ªamos para forraje y pienso y se dedic¨® a los cereales para la exportaci¨®n y pagar la deuda. Estas vacas ya s¨®lo comen paja, y as¨ª est¨¢n", dice Nicolae Enache, que ha estado muchos a?os dedicado a orde?ar a estos fam¨¦licos animales.
Con los cerdos pasa otro tanto. Las naves est¨¢n llenas de peque?os cerdos que tardan m¨¢s de un a?o en llegar a los 100 kilos estipulados para su matanza. "Antes eran unos seis meses, pero como les tenemos que dar sobre todo celulosa y no tenemos piensos, se eternizan aqu¨ª, a no ser que algunos trabajadores sacrifiquen uno ilegalmente. Bajo Ceaucescu era muy peligroso, pero hab¨ªa que sobrevivir", se?ala otro colaborador.
Cerdos hambrientos
Los cerdos reaccionan entusiasmados ante cualquier ruido que les haga sospechar la llegada de alg¨²n alimento, pese a que tienen gran cantidad de su supuesto pienso en los comederos. "Los cerdos lo rechazan, a ellos no se les puede enga?ar tanto como a nosotros. Est¨¢n comiendo papel, y lo saben". Las centurias de cerdos parecen relamerse ante la posibilidad de alg¨²n bocado que no sea bazofia. Alg¨²n visitante comenta que de no estar los cerdos encerrados en corrales el peligro de ser devorados por los animales de engorde no hubiera sido una broma.
Muchos trabajadores de Pipera dicen querer tierras propias para salir de su miserable existencia. Sin embargo, los m¨¢s ilustrados en esta granja piensan que pocos son sinceros. Ni un 5% trabajar¨ªa lo necesario para cultivar unas cuantas hect¨¢reas. Todos se han acostumbrado a robar. Todos tienen miedo a trabajar mucho y a la inseguridad de una iniciativa propia. ?sta se castigaba duramente hasta ahora. "Har¨¢ falta mucho tiempo para que superemos esto", dice el veterinario.
"Aqu¨ª todo el mundo roba. Desde el director hasta el ¨²ltimo trabajador, todos roban leche y todos se llevan lo que puedan. Cuando hay matanzas en la cantina, ?legales tambi¨¦n, como cuando pueden llevarse unos paquetes de mantequilla o queso, nos han obligado a acostumbrarnos a vivir de robar. Ser¨¢ dificil¨ªsimo cambiar este h¨¢bito".
Reprivatizaci¨®n
El presidente del Consejo del Frente de Salvaci¨®n Nacional, Ion Iliescu, ha anunciado la reprivatizaci¨®n parcial de la agricultura. A¨²n no ha sido publicada la ley al respecto, pero muchos de los trabajadores de Pipera tienen grandes esperanzas. "Yo solo soy capaz de cultivar cuatro hect¨¢reas, s¨®lo necesito un caballo o bueyes, dice Enache, de 49 a?os, que tiene dos hijos y que se qued¨® sin la tierra de sus padres tras 1947. Enache quiere herramientas y una tracci¨®n que en Occidente pertenece ya a la historia de la agricultura. "Mis padres ten¨ªan s¨®lo dos hect¨¢reas y media y les bastaban para alimentar a ocho hijos. Nunca pasamos hambre como ahora que s¨®lo tengo dos hijos".
La familia Surdu tiene desde hace tres a?os a sus dos hijos viviendo con sus suegros en el campo. No est¨¢n escolarizados, pero pueden comer. "Mis suegros tienen una vaca y leche, verduras y pollos, all¨ª los ni?os pueden crecer sanos. Aqu¨ª, no", dice. El r¨¦gimen de Ceaucescu oblig¨® a sus suegros a venderle el ¨²nico cerdo que ten¨ªan por 493 leis, cuando su valor normal es superior a los 5.000.
Ahora, muchos esperan poder independizarse y establecer su vida en dignidad con su propio trabajo. Otros muchos tienen a¨²n miedo tras tantos a?os de terror y mentira. Los oportunistas como Tautu hacen m¨¦ritos ahora para compensar su exceso de celo en su militancia pro Nicolae Ceaucescu. El pa¨ªs entero, y la agricultura en especial, intenta salir de la pesadilla que le fue impuesta.
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