No maten al mensajero
En esta columna se suele escribir de los problemas que a veces se plantean en las redacciones al tratar de definir lo que son hechos y lo que son opiniones, y sobre la nebulosa relaci¨®n que se establece entre estos dos conceptos; sobre la trampa que supone emplear im¨¢genes o conceptos estereotipados, muchas veces acu?ados por la publicidad o la propaganda; sobre los problemas de conciencia que, en ocasiones, plantea la publicaci¨®n de determinadas fotograf¨ªas o noticias; sobre el empleo de fuentes an¨®nimas; acerca de la discriminaci¨®n en la selecci¨®n de las noticias y, ocasionalmente, de los problemas del idioma.Cualquier noticia publicada por el diario es susceptible de provocar una pol¨¦mica o suscitar la queja de alg¨²n lector, pero no existe, en mi opini¨®n, ning¨²n acontecimiento como una guerra o un cambio pol¨ªtico sangriento para sacar a la luz todas las contradicciones y limitaciones del periodista como testigo de una tragedia en la que, siempre, seres inocentes ven arrasadas sus vidas. No existe en los libros de estilo -en los peri¨®dicos que los tienen- ning¨²n apartado especial para los casos de guerra. Son las mismas normas, los mismos criterios de referencia los que se recomiendan para llevar al lector la informaci¨®n m¨¢s precisa posible sobre lo que est¨¢ ocurriendo. Son informaciones en situaciones l¨ªmite y que muchos lectores leen con el coraz¨®n inclinado hacia un bando.
Estas pasadas Navidades nos han ofrecido abundante material para la pol¨¦mica con la invasi¨®n de Panam¨¢ y el derrocamiento de Nicolae Ceaucescu. Los lectores, que tampoco son neutrales ante el horror, han escrito desde posiciones enfrentadas. Los hay que han, visto una supuesta parcialidad del diario por informar demasiado de Rumania y poco de Panam¨¢, y quien achaca a los periodistas que han cubierto la invasi¨®n de Panam¨¢, desde el propio Panam¨¢ o desde Washington, de parcialidad en contra y a favor de Estados Unidos.
De la nutrida correspondencia recibida en el diario, el ombudsman ha escogido un p¨¢rrafo de una carta que plantea uno de los temas de fondo sobre los que gira la profesi¨®n de periodista: su obligaci¨®n moral de ofrecer una informaci¨®n veraz a sus lectores.
"Si los lectores", escribe John Turcany a, prop¨®sito de una cr¨®nica de Maruja Torres sobre la invasi¨®n de Panam¨¢, "podemos saber tan claramente las creencias y opiniones del periodista sobre un tema mediante la lectura de uno de sus art¨ªculos, el periodista sencillamente ha fracasado en su oficio. Pero no s¨®lo el periodista, sino tambi¨¦n el peri¨®dico ha fracasado por haber autorizado la publicaci¨®n de un art¨ªculo de este tipo sin adaptarlo a los criterios m¨ªnimos del periodismo aceptable".
El ombudsman considera que la asepsia emocional del testigo de la tragedia no existe. El testimonio bajo las balas tiene la intensidad de la realidad vivida, y el periodista que se encuentra bajo el fuego cruzado -lejos de las salas de prensa de una de las partes- escribe lo que ve, con la sensibilidad literaria que su talento le permita.
Los libros de estilo no son una falsilla que acotan la realidad publicable, sino una referencia para intentar alcanzar la mayor objetividad posible. Los hechos que el periodista ve no necesita confirmarlos. Pero para ello hay que estar donde las balas matan. Un testimonio period¨ªstico, a favor o en contra, no agota una realidad compleja. El periodismo de sala de prensa -comunicados de operaciones-, tampoco. Y este ¨²ltimo posiblemente s¨ª necesite todas las cautelas posibles que prev¨¦n los libros de estilo, ya que es la versi¨®n de una de las partes. La otra, en estos casos, no suele estar localizable.
Las guerras y los cambios pol¨ªticos sangrientos tienen, en los plazos que trabaja un periodista, una din¨¢mica imprevisible. Javier Pradera, en un pr¨®logo a un libro de Patxo Unzueta, lo explicaba con lucidez: "Parafraseando a Rudyard Kipling, 'la carga del periodista' no es otra que la compulsiva obligaci¨®n de pronunciarse en una hora all¨ª donde los pol¨ªticos pueden tomarse d¨ªas de reflexi¨®n, los profesores meses de cavilaci¨®n y los historiadores a?os de investigaci¨®n. Esa especie de enfermedad profesional del periodista s¨®lo se convierte en infecciosa cuando quienes inevitablemente la padecen prefieren desfigurar la realidad que los desmiente antes que rectificar un juicio para acomodarlo a los hechos"
El tercer milenio
Un lector, Manuel Javier Mart¨ªn, escribe desde Oviedo para pedir precisiones sobre cu¨¢ndo terminan las d¨¦cadas. Otro lector ha escrito para indicar que EL PA?S tambi¨¦n ha ca¨ªdo en el error generalizado de considerar que el pasado 1 de enero comenz¨® la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX: "El calendario vigente [el gregoriano] es el que no considera bisiestos los a?os que terminan siglo, excepto cuando caen en decenas de siglo, que ser¨¢ nuestro caso dentro de 11 a?os. Por tanto, el final de siglo ha de ser par, m¨²ltiplo de cuatro; y en este siglo tendr¨¢ que ser el 2000, no el 1999. La ¨²ltima d¨¦cada empezar¨¢, pues, el 1 de enero de 1991, ya que el siglo comenzar¨¢ el 1 de enero del 200l".
Como apunta este lector, lo que acab¨® el pasado 31 de diciembre fueron los ochenta, divisi¨®n de las d¨¦cadas que utilizan los medios de comunicaci¨®n. Para la llegada del tercer milenio de la era cristiana habremos de esperar hasta el 1 de enero del 2001.
Los lectores pueden ponerse en contacto directo con el ombudsman llamando al tel¨¦fono 754 45 53 de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Referencias El Pa¨ªs
- Opini¨®n
- Invasi¨®n Panam¨¢
- Maruja Torres
- Ruman¨ªa
- Panam¨¢
- Invasiones
- El Pa¨ªs
- Comunismo
- Centroam¨¦rica
- Peri¨®dicos
- Europa este
- Prisa Noticias
- Acci¨®n militar
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Estados Unidos
- Periodismo
- Partidos pol¨ªticos
- Grupo Prisa
- Conflictos pol¨ªticos
- Prensa
- Grupo comunicaci¨®n
- Ideolog¨ªas
- Medios comunicaci¨®n
- Empresas