Muere Arthur Kennedy, uno de los grandes 'secundarios' del cine de Hollywood
El actor estadounidense, de 75 a?os, padec¨ªa c¨¢ncer
En un asilo de Branford, Connecticut, muri¨® el pasado viernes el actor Arthur Kennedy, considerado, sin haber alcanzado la catalogaci¨®n de estrella, uno de los m¨¢s dotados e inteligentes actores llamados en teatro de car¨¢cter y en cine de reparto. En los a?os cuarenta triunf¨® simult¨¢neamente en Broadway y en Hollywood. Estren¨® dos c¨¦lebres dramas de Arthur Miller -Todos eran mis hijos y Muerte de un viajante- e intervino en muchos filmes que le convirtieron en actor antiestrella por excelencia, un incatalogable int¨¦rprete de gran solvencia y complejidad. Ten¨ªa 75 a?os y padec¨ªa c¨¢ncer.
Naci¨® en 1915, en una familia de inmigrantes irlandeses instalados en Massachusetts. Su padre era dentista, y su irresistible vocaci¨®n por la escena surgi¨® en las mismas puertas de la universidad, cuyas aulas dej¨® para instalarse en Nueva York cuando ten¨ªa 19 a?os en busca de fortuna en la jungla de las luces de ne¨®n de Broadway.De peque?a estatura, rubio, delgado, con aspecto burl¨®n, aires de duro c¨ªnico, enfermizo, y mirada azul aguda y desconcertante -nunca se sab¨ªa qu¨¦ intenciones hab¨ªa detr¨¢s de ella-, Kennedy comenz¨® su carrera en Nueva York, donde aprendi¨® su oficio en peque?os papeles, que ten¨ªa la rara cualidad de hacer grandes.
En la frontera
?se fue, a juicio de sus exegetas, el rasgo m¨¢s acusado de su compleja personalidad, que le permit¨ªa hacer de villano o de buen chico con igual capacidad de convicci¨®n, y combinar -era Arthur Kennedy maestro en la representaci¨®n de la ambig¨¹edad de los comportamientos extremos- ambos cometidos simult¨¢neamente.El cineasta franc¨¦s Bertrand Tavernier, en su ¨¦poca de cr¨ªtico, desvel¨® con un solo trazo esta zona profunda del genio de Kennedy: "Es el actor m¨¢s dif¨ªcil de catalogar que existe. Se le nota inc¨®modo en personajes simples, mientras da toda la medida de su talento cuando construye personajes desgarrados, perdidos entre dos mundos, en la l¨ªnea divisoria entre el bien y el mal".
En esta confluencia de contrarios hay que buscar la perfecci¨®n y el genio de sus creaciones en El justiciero, de Elia Kazan; Elmer Gantry, de Richard Brooks; Horas desesperadas, de William. Wyler; Rancho Nolorius, de Fritz Lang; The lusty men, de Nicholas Ray: Como un torrente, de Vincente Minnelli; The naked dawn, de Edward G. Ulmer; y en los westems que interpret¨® dirigido por Anthony Mann, como El hombre de Laramie, Horizontes lejanos y Cimarr¨®n, en los que en funciones argumentales secundarias dio r¨¦plicas contundentes a James Stewart en las dos primeras y a Glenn Ford en la tercera.
Sus primeros pasos en escena se remontan al Broadway de 1934. All¨ª, siendo todav¨ªa un telonero, se hizo amigo de James Cagney, que ya ocupaba las cabeceras de cartel y que por entonces protagoniz¨® una fulminante carrera hacia el estrellato en Hollywood. Fue Cagney quien recomend¨® a los directivos de los estudios Warner que contrataran a aquel aprendiz, y lo hicieron.
Sus primeros tiempos en Hollywood fueron decepcionantes para un actor tan ambicioso y autoexigente como Kennedy, que se movi¨® en sus tiempos de aprendizaje en c¨ªrculos pr¨®ximos a los legendarios viveros del movimiento de la izquierda teatral neoyorquina del Group Theatre y m¨¢s tarde del Actor's Studio.
Sus primeros trabajos serios comenzaron al mismo tiempo en Broadway y Hollywood entre 1947 y 1948. Elia Kazan le dirigi¨® en dos montajes teatrales -Todos eran mis hijos y Muerte de un viajante- y en el filme Eljusticiero, que le dio una celebridad que Kennedy ignor¨®, ajeno a las servidumbres del estrellato. Era un actor ing¨¦nito: s¨®lo amaba actuar. Se cas¨® con Mary Cheffrey, muerta en 1975. Tuvo con ella dos hijos. Enferm¨® y se encerr¨® en un asilo de ancianos. All¨ª muri¨®.
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