La apertura del legado de Marx
A finales de los setenta, cuando se lanz¨® la moda de los nouveaux philosophes, un intelectual actualmente famoso titulaba sus conferenclas con la siguiente coqueter¨ªa, m¨¢s ir¨®nica que provocadora: "El marxismo ha muerto, pero yo soy demasiado viejo para cambiar de profesi¨®n". Pues bien, si Marx por entonces agonizaba (hasta Colletti certific¨® su defunci¨®n), s¨®lo hoy se le entierra con la celebraci¨®n de los acontecimientos que se representan en el este europeo. La derecha liberal, con Fokuyama de pregonero, se felicita alborozada por la estrepitosa derrota e incondicional rendici¨®n de su enemigo natural. No obstante, abrigo serias dudas al respecto. No me sorprender¨ªa que esta discontinuidad hist¨®rica alumbrase el renacimiento de otro marxismo nuevo.Lo que s¨ª ha ca¨ªdo, desde luego, es el comunismo como r¨¦gimen pol¨ªtico. Esta ca¨ªda afecta no s¨®lo al criminal estalinismo, sino adem¨¢s al leninisno, cuya l¨®gica es id¨¦ntica, por m¨¢s que sus medios resulten menos ileg¨ªtimos. Es el fracaso clel jacobinismo revolucionario; es decir, la constataci¨®n de la imposibilidad de producir la modernizaci¨®n por decreto. El voluntarismo jacobino, con toda su buena fe, trata de imponer el cambio social modernizador desde el poder y contra toda resistencia popular. Sin embargo, fracasa, pues la norma coactiva no es instrumento adecuado para inducir el cambio social (que o surge espont¨¢neamente del seno de la sociedad o no surge en absoluto): sus efectos contraproducentes pervierten y corrompen sus dudosos efectos ben¨¦ficos.
Hagamos, pues, de necesidad virtud y reconozcamos en la ca¨ªda del comunismo la se?al de alarma que demuestra el fracaso necesario de toda tentaci¨®n jacobina, consustancial a la izquierda revolucionaria y de la que no resulta excluida ni siquiera la socialdemocracia. Pero adem¨¢s, y por derecho propio, el hundimiento de los reg¨ªmenes comunistas genera otras consecuencias enormemente positivas que, muy esquem¨¢ticamente, podr¨ªan sintetizarse as¨ª: completa legitimaci¨®n de la democracia pluralista como ¨²nica v¨ªa de progreso objetivo hacia la emancipaci¨®n humana, individual o colectiva; p¨¦rdida de una fuente de legitimaci¨®n bajo cuya coartada se escudaban movimientos reivindicativos de metodolog¨ªa criminal (ETA, etc¨¦tera); p¨¦rdida de legit¨ªmidad de todo autoritarismo antidemocr¨¢tico basado en la dictadura del partido ¨²nico, y, sobre todo, p¨¦rdida de legitimidad del anticomunismo, cuya ca¨ªda sigue necesariamente a la del comunismo, al quedarse sin objetivo al que oponerse.
La ca¨ªda del anticomunismo puede generar potencialmente unas consecuencias todav¨ªa m¨¢s positivas que la ca¨ªda del comunismo. En efecto, la p¨¦rdida del chivo expiatorio que era el comunismo anula la posibilidad de que sigan desat¨¢ndose cazas de brujas contra los marxistas. Por tanto, sin temor a ser tachados de antidem¨®cratas o compa?eros de viaje, pronto merecer¨¢ la pena emprender proyectos calificables de neomarxistas (capaces incluso de situarse en vanguardia de la moda cultural, una vez expiado su pecado original), tanto en el dise?o y desarrollo de movimientos sociales reivindicativos como en el conocimiento intelectual y la investigaci¨®n cient¨ªfica.
Por lo que hace a la primera posibilidad (movimientos sociales neomarxistas), en un primer momento resultar¨¢ dif¨ªcil, dado el descr¨¦dito en que cay¨® el marxismo por su err¨®nea legitimaci¨®n de los reg¨ªmenes comunistas. Pero la ca¨ªda del comunismo posee una importante consecuencia negativa, que es la de dejar el campo libre a todos los irracionalismos fan¨¢ticos (nacionalismo, fundamentalismo religioso, nihilismo anarquista, etc¨¦tera) como posibles fuentes de legitimaci¨®n carism¨¢tica de los movimientos reivindicativos de protesta. En consecuencia, resulta urgente rearmar el neomarxismo como ¨²nica posible legitimaci¨®n racionalista de la cr¨ªtica social, la reivindicaci¨®n y la protesta. De no ser as¨ª, los movimientos sociales quedar¨¢n prisioneros y rehenes del irracionalismo antidemocr¨¢tico y oscurantista, y de ah¨ª a la regresi¨®n fascista queda poca distancia.
Pero ?resulta posible la refundaci¨®n intelectual del marxismo? El legado de Marx incluye tanto aciertos se?alados como fracasos y errores de bulto, seg¨²n est¨¢n revelando los recientes acontecimientos del este europeo. En efecto, adem¨¢s de su antidemocr¨¢tico jacobinismo, ha resultado igualmente refutada su concepci¨®n mesi¨¢nica de la historia como escatolog¨ªa comunista de la ut¨®pica sociedad consensual sin clases ni Estado: ya no se sostiene que el proletariado sea el sujeto revolucionario de la historia. Adem¨¢s, otros errores adicionales de Marx han resultado tambi¨¦n desvelados, desde su teor¨ªa de la ideolog¨ªa dominante hasta su ciega incapacidad para entender el mercado como instituci¨®n nuclear de la democracia modernizadora.
Sin embargo, la ca¨ªda de los reg¨ªmenes comunistas tambi¨¦n ha confirmado tesis fundamentales del pensamiento de Marx, como son: que cuando el desarrollo de las fuerzas productivas resulta bloqueado por unas relaciones de producci¨®n anquilosadas surge una ¨¦poca de protesta y revoluci¨®n social; que la lucha de clases (o de capas sociales) sigue siendo el motor de la historia; que son las condiciones objetivas de existencia las que determinan la conciencia, y no a la inversa; que la evoluci¨®n hacia el poscapitalismo no podr¨¢ producirse en la periferia del sistema capitalista (mucho menos en el subdesarrollado imperio ruso), sino en su centro m¨¢s desarrollado, etc¨¦tera. Por tanto, bien puede decirse que la ca¨ªda de los reg¨ªmenes comunistas estaba prevista y anunciada en la teor¨ªa marxista, que ha tenido que morir (como falaz legitimaci¨®n de un criminal error hist¨®rico) para poder reinar (como paradigma de la ciencia social).
Por eso, a partir de ahora, los marxistas podr¨¢n volver a sentar c¨¢tedra sin mala conciencia, como sucede m¨¢s frecuentemente en las aulas universitarias anglosajonas, cuyos departamentos de historia, econom¨ªa y sociolog¨ªa cada vez se pueblan con m¨¢s neomarxistas. Al fin y al cabo, sigue plenamente vigente la principal aportaci¨®n de Marx al an¨¢lisis de la realidad social: la naturaleza de ¨¦sta no es la conducta individual (como cree el vigente pensamiento liberal, fundado en la microeconom¨ªa neocl¨¢sica), sino las relaciones sociales que contraen los individuos al ocupar posiciones interdependientes en la estructura social. La pugna intelectual y la controversia cient¨ªfica siguen servidas.
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