Un jugete en manos del hijo y el hermano del dictador
Steaua y D¨ªnamo de Bucarest se fundaron durante los a?os 50 a imagen y semejanza del modelo sovi¨¦tico, seg¨²n la diferenciaci¨®n entre el TSSKA, como equipo del Ej¨¦rcito, y el D¨ªnamo de Mosc¨², como equipo del Ministerio del Interior. Sin embargo, el Steaua comenz¨® a perder su inicial identidad para ser patrocinado por miembros de la familia Ceaucescu. El Steaua tuvo dos curiosos patrones: el hermano del dictador, Ilie -cabeza de la comisi¨®n pol¨ªtica del Ej¨¦rcito- y Valent¨ªn, hijo peque?o del conducator, de profesi¨®n f¨ªsico nuclear. Hijo y sobrino se propusieron lanzar al Steaua a la escena europea y tambi¨¦n aprovechar el equipo para beneficiarse de algunos negocios.As¨ª, el Steaua fue uno de los primeros clubes de un pa¨ªs del Este que accedi¨® a llevar publicidad en las camisetas. Uno de sus principales patrocinadores lleg¨® a ser la firma automovil¨ªstica Ford. Meses despu¨¦s, Valent¨ªn empez¨® a ser conocido como M¨ªster Ford blanco por el mero hecho de ser el ¨²nico poseedor de un Ford Sierra en Ruman¨ªa. Tras la ca¨ªda del dictador, la realidad de aquellas gestiones publicitarias desvela que los patronos del Steaua, Ilie y Valent¨ªn, desviaron esos fondos para uso personal, como una buena oportunidad para disponer de moneda extranjera y dedicarla a su otro negocio, el tr¨¢fico de v¨ªdeos.Valent¨ªn lleg¨® a convertirse, de hecho, en el m¨¢nager del equipo. Valent¨ªn gustaba de sostener largas conversaciones con el t¨¦cnico de turno media hora antes de comenzar cada sesi¨®n de entrenamiento y mientras los jugadores esperaban en el c¨¦sped contemplando la escena.
Intimidaci¨®n
La capacidad de protagonismo de Valent¨ªn, sin embargo, llegaba m¨¢s lejos y hac¨ªa muy dificil el papel de un colegiado cuando se ve¨ªa obligado a dirigir un encuentro del Steaua. Cuando su equipo se aprestaba a disputar un choque comprometido, Valent¨ªn y su tio Illie acostumbraban a bajar al c¨¦sped antes del encuentro para dar un paseo y sentarse en el banquillo largo rato. En alg¨²n caso se atrev¨ªan a charlar con el ¨¢rbitro y, seg¨²n alg¨²n testigo, Valent¨ªn no se recataba en afirmar que acud¨ªa al choque para comprobar su honradez.
As¨ª, pues, para un colegiado era extraordinariamente dificil tomar decisiones en un encuentro de la trascendencia de un Steaua-D¨ªnamo de Bucarest. La temida Securitate por un lado, la familia del dictador, por el otro. ?A qui¨¦n contentar?
La final de la Copa rumana de 1987 resolvi¨® aparentemente cualquier duda con la soluci¨®n final sellada por la firma del matrimonio Ceaucescu. Una cosa era el Deporte y otra la familia.
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