El americano feo
De los recientes ocupantes de la Casa Blanca, George Bush era quiz¨¢s el presidente que m¨¢s se hab¨ªa preocupado hasta hace unas semanas en fomentar unas relaciones armoniosas con los vecinos latinoamericanos. Firme creyente en la diplomacia del tel¨¦fono, hablaba frecuentemente con los l¨ªderes del continente, se molestaba en consultarles en temas de inter¨¦s com¨²n, les regalaba los o¨ªdos durante sus visitas a Washington con discursos igualitarios y, sobre todo, promet¨ªa su ayuda para aflojar el dogal de la deuda externa.La llegada de 14.000 soldados norteamericanos a Panam¨¢ el 20 de diciembre, acompa?ada de una acumulaci¨®n de errores de bulto, que van desde el bombardeo de la nunciatura apost¨®lica con m¨²sica rock hasta el intento de interceptar aviones y barcos procedentes de Colombia sin connivencia de Bogot¨¢, pasando por la violaci¨®n de la inmunidad diplom¨¢tica en la residencia del embajador de Nicaragua en Panam¨¢, ha puesto fin a la luna de miel. La imagen del americano feo, del gringo intervencionista, ha vuelto a proyectarse al sur del r¨ªo Grande.
Washington ha vuelto a ignorar la sensibilidad latinoamerica hacia cualquier despliegue de fuerza de EE UU. Una sensibilidad cuyos antecedentes hay que buscarlos en las sucesivas intervenciones a lo largo de la historia y en la incapacidad de esos pa¨ªses para resolver sus, problemas, lo que obliga a sus dirigentes a buscar un chivo expiatorio para sus fracasos en la conducta del coloso del Norte.
Los especialistas en relaciones interamericanas de las universidades estadounidenseses coinciden en que esas relaciones vuelven a estar bajo m¨ªnimos tras las ¨²ltimas acciones de Washington. Larman Wilson, catedr¨¢tico de historia de la American University, considera "preocupante" que el llamado inter¨¦s nacional norteamericano prive sobre los principios del derecho internacional. Jos¨¦ Hern¨¢ndez, de la Georgetown University (Washington), tras afirmar que las relaciones entre el Norte y el Sur "est¨¢n en crisis", comenta: "Parece como si un funcionario del Pent¨¢gono hubiera dise?ado un plan para envenenar las relaciones con Am¨¦rica Latina".
La reciente de M¨¦xico y Venezuela a recibir al vicepresidente Dan Quayle en un viaje destinado a explicar la pol¨ªtica de Washington con relaci¨®n a sus vecinos constituye una prueba del g¨¦lido estado de las relaciones. Quayle se ha visto obligado a reducir su periplo a Honduras, Panam¨¢ y Jamaica.
La conducta de Washington en sus relaciones con sus vecinos latinoamericanos no es mod¨¦lica. EE UU ha sentido la tentaci¨®n de intervenir militarmente siempre que algo o alguien contradec¨ªa sus deseos. M¨¦xico, Cuba y Puerto Rico, en el pasado; Guatemala, Nicaragua, la Rep¨²blica Dominicana, Granada y, recientemente, Panam¨¢ constituyen un rosario interminable de ejemplos de c¨®mo no conducir las relaciones internacionales.
Explicaci¨®n bic¨¦fala
La explicaci¨®n es bic¨¦fala. En primer lugar, toda superpotencia, desde Roma a Espa?a y el Reino Unido en el pasado hasta la Uni¨®n Sovi¨¦tica previa a Mijail Gorbachov y EE UU hoy, ha sentido tentaciones de imponer su pax respectiva. En segundo lugar, EE UU, como explica el profesor Gonz¨¢lez, nunca ha considerado sus relaciones con Iberoam¨¦rica como asunto prioritario en el sentido de darle la misma importancia que a sus contactos con Europa, la URSS, Jap¨®n o China.
La pol¨ªtica exterior norteamericana est¨¢ siempre en relaci¨®n directa con la interna, donde desde el presidente hasta el ¨²ltimo senador o miembro de la C¨¢mara de Representantes, quiere jugar su papel, en un pa¨ªs donde la libertad de expresi¨®n es total y al final todo se sabe, produce en la mayor¨ªa de los casos una incoherencia dificil de comprender para el observador extranjero.
La innecesaria tormenta que ha sacudido las relaciones colombiano-norteamericanas por el env¨ªo, sin el previo consentimiento de Bogot¨¢, de varios barcos de guerra al Caribe para interceptar aviones y nav¨ªos procedentes de Colombia sospechosos de transportar droga a EE UU, es el ¨²ltimo ejemplo del desconocimiento, consciente o inconsciente, de la mentalidad latinoamerica.
Lo m¨¢s curioso es que el norteamericano medio, firme creyente en la vieja premisa de que "lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para todo el mundo", no comprende la reacci¨®n de sus vecinos y se extra?a de que se critique lo que considera causas justas, como el derrocamiento de Manuel Antonio Noriega, la violaci¨®n de las aguas territoriales de un pa¨ªs para perseguir narcotraficantes y el cerco de embajadas extranjeras para impedir la huida de personas calificadas como criminales comunes.
El arzobispo cat¨®lico de Panam¨¢, Marcos McGrath, declaraba que espera que EE UU saque una lecci¨®n de la invasi¨®n, que la pol¨ªtica con Am¨¦rica Latina no se puede improvisar y que Washington una filosofia a largo plazo para las relaciones con sus vecinos. Las acciones posteriores parecen demostrar que ese d¨ªa est¨¢ a¨²n lejano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.