PNB, 'indios' y ecolog¨ªa
Los modelos de medici¨®n macroecon¨®mica, implantados con criterios keynesianos hace 50 a?os, miden el PNB de un pa¨ªs sin tener en cuenta la destrucci¨®n de sus recursos naturales; en definitiva, activos de ese pa¨ªs. El autor considera incre¨ªble que los pa¨ªses quemen sus reservas de madera forestal y miner¨ªa, y expolien sus riquezas naturales, acabando al mismo tiempo con su medio ambiente, y que su contabilidad nacional lo trate todo como un ingreso corriente; por lo que el PNB de ese pa¨ªs subir¨¢. En ning¨²n lugar de todo el proceso productivo de una naci¨®n se computa la p¨¦rdida de los recursos naturales de ese pa¨ªs, como si dichos recursos naturales fueran eternos e inagotables.
Las sociedades tribales no son tan primitivas como se piensa. Tampoco son sociedades que viven al margen de la econom¨ªa o el consumo. Ellos tienen su econom¨ªa y su consumo, todo ello racional y limitado, y con pol¨ªticas a largo plazo...Estas culturas tribales, los indios, han descubierto hace miles de a?os que los recursos naturales son un activo patrimonial, social, de sus culturas, que no pueden consumir ni destrozar. Ellos viven de las rentas de ese patrimonio social que es la naturaleza, y no consumen el principal, el activo, los recursos naturales.
Sin embargo, nosotros, los civilizados, destruimos para siempre el capital de los recursos naturales y, con nuestra arrogancia cultural, ni tan siquiera nos damos cuenta de ello.
Desde hace a?os, Robert Repetto, director de proyectos econ¨®micos en el Instituto de Recursos Mundiales de Washington, viene preconizando el cambio cultural de nuestros criterios antiecon¨®micos y antiecologistas para medir el desarrollo.
En un interesant¨ªsimo art¨ªculo aparecido recientemente, este importante economista se?ala que el cambio de criterios, la modificaci¨®n de la filosof¨ªa para medir el producto nacional bruto (PNB) de un pa¨ªs en el foro de la Comisi¨®n Estad¨ªstica de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pueden hacer mucho m¨¢s para solucionar la ecolog¨ªa del planeta que muchas de las manifestaciones verdes y ecologistas que diariamente se realizan en el mundo.
Nuestro modelo de medici¨®n, implantado con criterios keynesianos de hace 50 a?os, mide el PNB de un pa¨ªs sin distinguir que para computar ese PNB se est¨¢n destruyendo recursos naturales de ese pa¨ªs; en definitiva, activos de ese pa¨ªs.
As¨ª, para medir el PNB de una naci¨®n despreciamos los bienes de capital que deducimos del PNB (edificios, industrias, equipos). Esto es l¨®gico, la depreciaci¨®n de los bienes de capital se deduce del PNB, dando un saldo neto, que es el que subsiste despu¨¦s de mantener el capital intacto. As¨ª, en nuestra econom¨ªa dom¨¦stica, si vendemos nuestra casa y nuestro coche y nos quedamos sin nada y sin capital, no consideraremos renta corriente al producto de tal venta.
Ingresos corrientes
Incre¨ªblemente, sin embargo, los pa¨ªses queman sus reservas de madera forestal y miner¨ªa, y expolian todos sus bancos pisc¨ªcolas y riquezas naturales, acabando al mismo tiempo con su medio ambiente, y sin embargo, su contabilidad nacional tratar¨¢ todo como un ingreso corriente; por lo que el PNB de ese pa¨ªs subir¨¢. En ning¨²n lugar de todo el proceso productivo de una naci¨®n se computa la p¨¦rdida de los recursos naturales de ese pa¨ªs, como si fueran eternos e inagotables.
En definitiva, el sistema de medici¨®n convencional -keynesiano- no contempla los recursos naturales como bienes de capital del patrimonio de esa naci¨®n. Cuando se implant¨® este sistema, hace 50 a?os, nadie, s¨®lo las sociedades tribales -los indios-, pensaba que destruir y quemar un poco aqu¨ª y all¨¢ era quedarnos sin capital para siempre. Desgraciadamente, hoy, despu¨¦s de 100 a?os de industrializaci¨®n, vemos que esto no es as¨ª, y los recursos naturales del planeta se terminan. Nos estamos comiendo, gastando, nuestro capital en t¨¦rminos de administraci¨®n. Esta manera equivocada de computar la riqueza de un pa¨ªs oscurece los costes econ¨®micos de la destrucci¨®n medioambiental, perpetuando el falso mito de la dicotom¨ªa entre crecimiento econ¨®mico o protecci¨®n medioambiental.
As¨ª, por ejemplo, el PNB de Filipinas creci¨® desde 1965 hasta 1980 a un tipo interanual del 5,9%, aparentemente un comportamiento muy satisfactorio. Pero las cuentas nacionales de Filipinas nunca contabilizaron que en ese per¨ªodo de tiempo el pa¨ªs hab¨ªa tenido una p¨¦rdida irremplazable de sus recursos naturales, problema que hoy, 25 a?os m¨¢s tarde, es ya inexorable y se ha convertido en una crisis nacional. Filipinas se est¨¢ gastando, comiendo, su capital natural. Lo mismo sucede con Tailandia, que ha destruido su riqueza forestal -en 1965 un 75% del pa¨ªs estaba lleno de la riqueza forestal de selvas h¨²medas, y s¨®lo un 12%. del pa¨ªs tiene ya ¨¢rboles- con altos niveles de PNB, y otras decenas de ejemplos en todos los pa¨ªses del mundo.
La controversia sobre la destrucci¨®n del Amazonas, por ejemplo, no es de hecho un conflicto entre uso y preservaci¨®n. Los pa¨ªses amaz¨®nicos est¨¢n extrayendo dinero a corto plazo a costa de perder para siempre una renta continuada a largo plazo que conservar¨ªan para siempre y har¨ªa a esos pa¨ªses verdaderamente ricos midiendo la riqueza como lo que es: un todo global.
Est¨¢ suficientemente probado, por estudios nacionales e internacionales, que los rendimientos a largo plazo del cultivo de distintas especies naturales que se dan en la Amazonia, como el caucho, las fibras de palma, los aceites naturales, las resinas y las casta?as, as¨ª como la farmacopea ind¨ªgena, por ejemplo, generan una mayor riqueza que la agricultura industrial basada en la tala y quema.
Para poner un ejemplo, solamente un pa¨ªs, Brasil, ha gastado ya m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares en ranchos masivos y antiecon¨®micos, a pesar de la evidencia palpable de que esos pastos pueden mantener muy poco ganado (una hect¨¢rea, una vaca; una hect¨¢rea europea, 500 vacas) y de que estos pastos se deterioran r¨¢pidamente (en tres o cuatro a?os), y teniendo que volver a talarse m¨¢s selva, sin darse cuenta de que esta selva se acabar¨¢ alg¨²n d¨ªa.
La tierra posteriormente se convierte en improductiva, desertiz¨¢ndose grandes zonas donde antes hab¨ªa riqueza forestal, patrimonio forestal y activo medioambiental.
Equivocarnos en esto, intercambiar una p¨¦rdida de esa riqueza natural para siempre por un aumento de la renta anual, es un error hist¨®rico que nos llevar¨¢ a la bancarrota, adem¨¢s de al cataclismo ecol¨®gico.
Crecimiento desarrollista
En nombre de un m¨ªtico crecimiento desarrollista, que sigue empobreciendo cada vez m¨¢s a muchos pa¨ªses del Tercer Mundo, todas las naciones est¨¢n destruyendo los recursos naturales en los que se sustenta su futura prosperidad. Las pol¨ªticas de todos esos pa¨ªses consideran que la protecci¨®n medioambiental es un lujo, en lugar de una estrategia de supervivencia. Las pol¨ªticas desarrollistas de todos esos pa¨ªses, incluido el nuestro, no ven m¨¢s all¨¢ de sus narices, siempre pensando s¨®lo a corto plazo. Un cuento tibetano reza que cuando el sabio se?ala la Luna s¨®lo el imb¨¦cil se fija en su dedo, sin ver lo que ¨¦ste se?ala.
Robert Repetto, precursor de este cambio de la medici¨®n del PNB, y las culturas tribales que estamos asesinando, en un genocidio desarrollista, lo vienen diciendo desde hace decenios. ?Por qu¨¦ no somos civilizados de verdad e inteligentes en nuestra chovinista destrucci¨®n del medio ambiente y copiamos en esto a los aparentemente salvajes y primitivos ind¨ªgenas proteccionistas?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.