El pianista Demus, ayer y hoy

El nombre de Jorge Demus permanece envuelto en la aureola que, por otra parte, resplandeci¨® en torno a otros cuatro pianistas austriacos de su misma generaci¨®n y casi de su misma edad. Causaron sensaci¨®n como grupo o escuela a finales de los a?os cuarenta y comienzos de los cincuenta. Tres de ellos ganaron el premio Busoni en Bolzano: Jorge Demus (1928), el a?o 1956; Alfred Brendel (1931), en 1949 y Walter Klien (1928), en 1952, un a?o antes de alzarse con el Marguerite Long en Par¨ªs. Frederick Gulda (1930) fue gran premio en Ginebra en 1946 y Paul Badura-Eskoda debut¨® en 1948 bajo la mirada atenta de F¨¹rtwangler.Con el paso del tiempo, cada uno de estos pianistas defini¨® su estilo y precis¨® su dedicaci¨®n: la de Demus se intern¨® por los campos de la recuperaci¨®n hist¨®rica en el terreno instrumental y as¨ª, el jueves, nos hizo escuchar la sonata Claro de luna, de Beethoven y la Fantas¨ªa en re menor de Mozart en un fortepiano cuyas justificaciones eruditas no acabaron de convencer al respetable. Esta vuelta a los or¨ªgenes tiene, entonces, ¨²nico valor hist¨®rico, significaci¨®n museal, cosas que no tienen mucho que ver con el arte vivo. ?ste lo hizo Demus en la Fantas¨ªa del caminante de Schubert o en las Piezas de fantas¨ªa opus 12 de Schumann sobre un espl¨¦ndido gran cola actual si bien las versiones escuchadas no alcanzaron ajustificar la aureola que rode¨® el nombre de Demus en los a?os de su salida a escena y que le valieron en Madrid acogidas clamorosas en sus visitas durante los a?os cincuenta y sesenta.