La gran juerga nacional
No hay m¨¢s que dos modos de vivir el Super Bowl. De los 100 millones de norteamericanos que lo contemplan por televisi¨®n, la mitad lo hacen desde el basement del hogar (catacumba confortable) con parientes y amigos ¨ªntimos. La otra mitad prefiere el ambiente bullicioso de las cervecer¨ªas, convertidas en miniestadios donde suenan las trompetas, bailan las majorettes sobre el mostrador y corre el alcohol m¨¢s veloz que los balones, perdidos en la inmensidad de la macro-screen.Los telespectadores necesitan hallarse en mejor forma f¨ªsica que los jugadores de ambos equipos. La dureza de la prueba lo exige. El que no tenga un est¨®mago a prueba de r¨¢fagas incesantes de ma¨ªz tostado, fritanga de fast food y cocteler¨ªa variada es mejor que ingrese en un hospital sionista, que son muy buenos. O que se sume a una manifestaci¨®n antinuclear con negros y pancartas frente a la Casa Blanca.
Es el d¨ªa del ojo por ojo y diente por diente, pues no se puede apartar la retina un solo segundo de la gigantesca pantalla, ni dejar tampoco ociosa la mand¨ªbula. El blunch (suma geom¨¦trica de desayuno y almuerzo) es un atrac¨®n macizo e interminable que la patri¨®tica afici¨®n digiere entre v¨ªtores y chifla patrocinados por tres anuncios intermitentes de 20 segundos, a 100.000 d¨®lares cada uno.
Los ni?os se disfrazan de macho-man con casco y hombreras. El pa¨ªs se paraliza por completo para aplaudir la violencia excitante que conduce al triunfo del mejor, como sucede en la vida diaria. Las mujeres babean y sufren desvanecimientos admirando a los gladiadores que luego ser¨¢n recibidos por el emperador en el Despacho Oval. Quien gane, y hasta quien cante (este a?o lo hace Julio Iglesias), es lo de menos. Muchos se enterar¨¢n despu¨¦s de la borrachera. Lo que importa es, sobre todo, la gran juerga colectiva de cintura para abajo mientras en lo m¨¢s alto ondea la bandera nacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.