Violencia en Beirut al pedir el general Aoun la disoluci¨®n de las Fuerzas Libanesas
El estallido de violencia que se adue?¨® ayer de las calles del sector este de Beirut se preve¨ªa desde la noche anterior. La orden del general Michel Aoun para que la milicia de las Fuerzas Libanesas (FL) disolviera sus filas y entregara las armas no pod¨ªa tener otra respuesta. Para los dirigentes de las FL, con quienes Aoun comparte el control del llamado enclave cristiano, tal anuncio constituy¨® una provocaci¨®n.
ENVIADA ESPECIAL
Elementos de uno y otro bando se enfrentaron durante todo el d¨ªa con lanzagranadas y carros de combate.El incidente de Furn el Chebac, un ataque armado contra una patrulla del Ej¨¦rcito en ese barrio beirut¨ª anteayer, apenas sirvi¨® de pretexto al general para enfrentarse con un antiguo rival. La batalla, en la que los 15.000 hombres de Aoun tienen muchas posibilidades de vencer a los 10.000 milicianos de las FL (de los que s¨®lo 4.000 se encuentran bien entrenados para el combate), hab¨ªa sido pospuesta hasta ahora por su precio sangriento. S¨®lo la necesidad perentoria de fuentes de financiaci¨®n, ante el corte de suministros puede haber forzado al general a lanzarse a la aventura b¨¦lica.
La enemistad del autoperpetuado primer ministro liban¨¦s, quien no reconoce la nueva autoridad surgida de los acuerdos de Taif, con el l¨ªder de las FL, Samir Geagea, se remonta a la ¨¦poca en que el general era jefe del Ej¨¦rcito liban¨¦s. Esta actitud suya, contraria al reino de las milicias que impera desde hace a?os en su pa¨ªs, le granje¨® inicialmente la simpat¨ªa de muchos libaneses, que apoyaron su nombramiento al frente de un gabinete provisional.
El desarrollo posterior de los acontecimientos le hizo perder esa cualidad. Empe?ado en extender su autoridad a todo el pa¨ªs, el general se encontr¨® hace poco m¨¢s de un a?o con las mismas dificultades a las que ahora tiene que hacer frente el presidente Elis Haraul. La limpieza de milicias empez¨® en casa. En febrero de 1989, los soldados a sus ¨®rdenes recuperaban parte de su dignidad luchando en las calles de Beirut contra los todopoderosos milicianos cristianos, que hab¨ªan logrado, con la connivencia de anteriores gobiernos, crear un verdadero Estado dentro del Estado.
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