Se mastica el hambre en Buenos Aires
Colas interminables para conseguir los bonos canjeables por alimentos
El Gobierno argentino trata de encontrar un sistema adecuado para repartir los llamados bonos solidarios. Con este reparto se intenta paliar las necesidades m¨¢s elementales de los m¨¢s necesitados de la sociedad. La ¨²ltima semana de enero, en el mismo centro de Buenos Aires, se pod¨ªa palpar el hambre, cuando varios miles de personas hicieron colas gigantescas, bajo casi 40 grados a la sombra, para recibir un bono solidario de 20.000 australes (algo m¨¢s de 1.200 pesetas).
Marcha del hambre, La larga cola de la recesi¨®n, Un amargo presagio, titularon algunos medios de Prensa ante el espect¨¢culo de mujeres que se desmayaban sofocadas por el agobiante calor. "Temperatura en Buenos Aires, 35 grados; sensaci¨®n t¨¦rmica, 40 grados", anunciaban las radios mientras crec¨ªan las colas donde mujeres con ni?os de pecho en brazos esperaban con la esperanza de recibir un talonario del llamado bono solidario.El hambre hab¨ªa llegado hasta escasos metros del microcentro de Buenos Aires, donde los linces de las finanzas discut¨ªan sobre qu¨¦ hacer con otros bonos, los nuevos de la deuda externa, los Bonex 89, en que el Gobierno hab¨ªa convertido los ahorros a plazo fijo. Se tom¨® la medida para evitar la bancarrota de un sistema financiero enloquecido, en el que se hab¨ªan llegado a ofrecer tasas de inter¨¦s a los ahorradores de hasta el 600% mensual.
Dos tipos de bonos
Unos, en la llamada city porte?a, especulaban sobre c¨®mo salir del atolladero de la falta de liquidez en que los dej¨® el Gobierno al convertir los ahorros en Bonex 89. Otros, a la puerta de la sede de los sindicatos, luchaban a brazo partido por un puesto en una cola con la esperanza de recibir al final un vale por algo m¨¢s de 1.200 pesetas, lo que cuesta una comida en un restaurante de tipo medio, una cantidad que apenas permite comprar algunos alimentos b¨¢sicos.Por los barrios pobres del cintur¨®n bonaerense se difundi¨® la noticia de que los bonos solidarios se repart¨ªan en las oficinas de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT).
Las im¨¢genes de las mujeres desmayadas, los ni?os sudorosos y las caras con expresi¨®n de desesperaci¨®n en las colas del bono solidario chocaban con los rostros bronceados de los pol¨ªticos que aparec¨ªan en los programas de televisi¨®n y con las fotos de las minas (mujeres) bien nutridas, alborozadas y retozonas que ilustraban las revistas semanales con reportajes sobre el veraneo en los balnearios de Mar del Plata y Punta del Este. Ante las im¨¢genes de los hambrientos, algunos comentaristas se rasgaron las vestiduras con un "?Qu¨¦ verg¨¹enza que pase esto en nuestro pa¨ªs!".
En las colas formadas ante la CGT, el personal de la Cruz Roja atend¨ªa a los que se desmayaban. Un joven sanitario comentaba: "Es impresionante. No esperaba encontrarme con esto. Caen como consecuencia del calor y tambi¨¦n de la mala alimentaci¨®n. Hay muchos chicos, muchas madres embarazadas, de ocho y nueve meses inclusive".
En el interior de la CGT, cuando ya iban repartidos 26.800 bonos, el dirigente sindical Sa¨²l Ubaldini explicaba que los funcionarios llevaban 120 horas sin parar dedicados a la tarea de repartir bonos, y comentaba a los periodistas que se trataba de "un paliativo que en estos momentos necesita y merece esta gente, pero seguimos diciendo que la soluci¨®n a esto es el trabajo. ?Quiera Dios que en alguna oportunidad entreguemos trabajo para que la gente pueda dignificarse como se merece!".
A trav¨¦s de las emisoras de radio, los funcionarios de la CGT advert¨ªan a la poblaci¨®n que no fuese m¨¢s a la sede sindical porque ya no hab¨ªa bonos para todos. Se tem¨ªa la reacci¨®n de la gente cuando se anunciase que se hab¨ªan acabado los bonos. En la madrugada del viernes 26 de enero se acabaron los bonos y a¨²n quedaban unos miles sin recibirlos.
Horas de confusi¨®n
Durante unas horas rein¨® la confusi¨®n y parec¨ªa que nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con aquellas pobres gentes. Una mujer dec¨ªa: "Yo estoy desde las tres de la tarde de ayer. No puede ser que nos traigan de ac¨¢ para all¨¢. Yo me quiero ir; tengo familia". A la pregunta de por qu¨¦ hab¨ªan llevado a los ni?os, unas mujeres replicaban que no ten¨ªan con qui¨¦n dejarlos; otras, que para recibir el bono. Una mujer explicaba que trabaja como asistenta en casas particulares. "Tengo tres chicos y no me pagan lo que me tienen que pagar. Me pagan 600 australes la hora [unas 35 pesetas]. Con tres chicos, ?c¨®mo me arreglar¨ªa? Perd¨ª medio d¨ªa de trabajar y vengo a ver si consigo el bono".Los c¨¢lculos del coste de la vida dicen que el pasado mes de enero asecendi¨® un 70%. El ¨²ltimo d¨ªa del mes el Gobierno anunci¨® un nuevo tarifazo, que eleva hasta el 90% el gas y el transporte, m¨¢s la gasolina y el resto de los servicios p¨²blicos. La espiral inflacionarla contin¨²a sin parar. La revista Noticias conclu¨ªa su reportaje sobre los que buscaban el bono solidario con la frase: "Estos 15.000 tuvieron mucha paciencia. Pero ?hasta cu¨¢ndo les durar¨¢?". La idea de un estallido social flota de nuevo en el ambiente.
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