"Lo peor es estar encerrado con uno mismo"
Nelson Mandela lleva 27 a?os en prisi¨®n y acaba de publicar su autobiograf¨ªa
Nelson Mandela lleva m¨¢s de 27 a?os en prisi¨®n y en su biograf¨ªa que acaba de aparecer en Londres habla de la dureza de la vida tras las rejas, de la soledad, de las dudas que el encarcelamiento suscita sobre los propios valores y sobre la fidelidad de quienes est¨¢n fuera. "Lo peor de la c¨¢rcel es estar encerrado con uno mismo", confiesa en Higher than hope. "Te encuentras cara a cara con el tiempo y no hay nada m¨¢s aterrador que estar a solas con el puro tiempo". Mandela, condenado a cadena perpetua bajo la acusaci¨®n de querer derrocar al r¨¦gimen, vive sus ¨²ltimas horas de privaci¨®n de libertad en la c¨¢rcel de V¨ªctor Verster, en condiciones muy diferentes a las que sufriera en casi un cuarto de siglo de reclusi¨®n. Su actual situaci¨®n contraste con la depresi¨®n y la desmoralizaci¨®n causadas por su larga permanencia en las duras prisiones de la isla de Robben, en primer lugar, y de Pollsmoor, situada en el continente, en las afueras de Ciudad del Cabo. En la primera de estas c¨¢rceles, Mandela pas¨® 18 a?os y en la segunda,ocho.
El l¨ªder negro lleva ya meses de intensa actividad pol¨ªtica en la prisi¨®n de V¨ªctor Verster levantada en medio de un feraz valle vin¨ªcola, a unos 70 kil¨®metros de Ciudad del Cabo, y visitada por pol¨ªticos, l¨ªderes religiosos, activistas antiapartheid, sindicalistas, personalidades extranjeras y familiares del creador del Umkuonto we Sizwe (La Espada de la Naci¨®n, brazo armado del Congreso Nacional Africano -ANC-).
S¨®lo el aviso de que se trata de un recinto penitenciario da tenebroso tono humor¨ªstico al cartel "Acceso estrictamente privado" colocado junto a la puerta principal, m¨¢s propia de una explotaci¨®n agraria o de un internado que de una c¨¢rcel. Dos guardias con uniforme de marr¨®n comido por el sol vigilan con relajo el acceso, antes de que el visitante se presente ante el control de entrada, construido junto a un campo de rugby.
Alta seguridad
Victor Verster es una prisi¨®n de alta seguridad en la que hay cientos de presos comunes y una treintena larga de pol¨ªticos que no ven a Mandela. El complejo carcelario es invisible desde los l¨ªmites de la prisi¨®n, trazados con alambre de espino, a unos tres kil¨®metros en l¨ªnea recta de donde los internos purgan sus penas. Quien acude a visitar a Mandela ha de recorrer unos siete kil¨®metros desde la puerta principal a la casa donde vive el preso, otrora residencia de una granja, ya hace a?os incorporada a la prisi¨®n. Un sal¨®n, un comedor, tres dormitorios, un botiqu¨ªn y un despacho-gimnasio constituyen el mundo en que se mueve Mandela desde que se levanta, horas antes del amanecer estival, hasta que se acuesta, no m¨¢s all¨¢ de las 10 de la noche.Nelson Mandela es un hombre de 1,83 de altura que aparenta 20 a?os menos de los 71 que cumpliera el verano pasado. Los que le han visto dicen que el conocido retrato suyo como hombre mayor es una muy buena aproximaci¨®n a la realidad si se le quitan arrugas. El preso se mantiene en forma con dos horas diarias de ejercicio a base de bicicleta, pesas, flexiones, cinta sin fin y salto a la comba, ecos vivos de sus a?os j¨®venes como boxeador. En la piscina de la casa se da Mandela ocasionales chapuzones.
Concluida la din¨¢mica sesi¨®n de madrugada, el preso desayuna y lee la prensa nacional e internacional mientras escucha la radio con sinton¨ªa unicamente en FM que le impide el acceso a las emisoras extranjeras. Raras veces se pierde los informativos, tanto de radio como de televisi¨®n, y visitantes ha habido que se han visto sorprendidos en medio de una conversaci¨®n por un Mandela que se disculpaba y pon¨ªa la radio a la hora de las noticias.
Contestar la correspondencia en la medida de lo posible -flujo de entrada y salida controlado, aunque no censurado, por las autoridades-, mantener algunas entrevistas divididas por la hora del almuerzo, preparado por un cocinero en la cocina de la casa, y dar vueltas al futuro de Sur¨¢frica le llevan el resto del d¨ªa.
La residencia de Mandela, que ocupara el subdirector deVictor Verster hasta el traslado del preso desde Pollsmoor, est¨¢ protegida del exterior por una tapia e intensamente vigilada las 24 horas del d¨ªa. Tres guardianes son los que m¨¢s estrecho contacto mantienen con Mandela.
La casa "parece ser mucho m¨¢s grande y m¨¢s lujosa de lo que ¨¦l hubiese querido y de lo que hubiese sido si se la hubiera construido ¨¦l mismo", dice un amigo. La ¨²ltima residencia fija de Mandela -cuando ejerc¨ªa su profesi¨®n de abogado laboralista en un bufete abierto en Johanesburgo con Oliver Tambo, el presidente del ANC- estaba en Soweto y era la cl¨¢sica vivienda de las llamadas caja de cerillas, compuestas de un peque?o sal¨®n, cocina y dos dormitorios.
Existen dudas sobre d¨®nde ir¨¢ a vivir Mandela cuando recobre la libertad. Hay quienes piensan que volver¨¢ a ocupar aquella vivienda, lo que otros consideran poco apropiado para una personalidad como la suya, y quienes se preguntan si no ir¨¢ a la espectacular vivienda construida en 1987 por Winnie Mandela en la zona de Soweto llamada por mal nombre Beverly Hills, en burlona referencia a la acomodada vida de sus vecinos.
La locura de Winnie
La construcci¨®n de esta residencia de 15 habitaciones y proporciones palaciegas para las normas de Soweto fue muy criticada en el gueto hace tres a?os y motejada como "la locura de Winnie", quien dijo haberla levantado con los derechos de autor de su libro de memorias My soul went with him. La casa nunca ha estado ocupada y a finales del a?o pasado sufri¨® da?os por saqueo. En estos d¨ªas los obreros se afanan en los trabajos de reconstrucci¨®n y adecentamiento del edificio.
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