Los idiomas del mexicano
Carlos Fuentes termina 'La campa?a', otra pieza del friso 'La edad del tiempo'
Carlos Fuentes abre en mangas de camisa la puerta de su habitaci¨®n, pregunta "?No funciona la centralita?" y ¨¦l mismo sugiere: "Es que los japoneses que ocupan el hotel han saboteado los tel¨¦fonos para instalar los suyos". Sonr¨ªe. Es una de sus caracter¨ªsticas m¨¢s sorprendentes, y tiene vanas: Fuentes sonr¨ªe como un diplom¨¢tico, como el hombre de mundo que es, pero habla a veces como un radical. Tambi¨¦n lo es. En una etapa m¨¢s de su vida atravesada de viajes, Fuentes ha pasado por Madrid para entregar a su editor La campa?a, que formar¨¢ parte de su obra La edad del tiempo -casi todos sus libros en una sola visi¨®n-, y en una escala del rodaje de la serie de televisi¨®n El espejo enterrado.
Lo cierto es que no hay el m¨¢s peque?o japon¨¦s entre los m¨²ltiples hu¨¦spedes elegantes que a media ma?ana hacen parecer el hotel de Fuentes la inauguraci¨®n de una gran muestra de arte. As¨ª es, de hecho: Comienza Arco 90 y en el hotel se saludan los marchantes de cuatro continentes, y alguno de ellos saluda en italiano a Fuentes, que le responde en un franc¨¦s acad¨¦mico y que sin embargo jam¨¢s ha o¨ªdo hablar del evento. "?Arco?", pregunta, vagamente curioso. Hablar con Fuentes ayuda a tomar distanclas; m¨¢s tarde, al hablarle el cronista del supuesto paso a segundo plano de la literatura suramericana y el pretendido paso al primero de la espa?ola, se limitar¨¢ a precisar: "aqu¨ª".El escritor que acaba de terminar en un hotel de Cornwal, Inglaterra, la quinta y ¨²ltima versi¨®n de La campa?a cree que en Suram¨¦rica se sigue haciendo la literatura que ¨¦l reivindica: aquella que incomoda al lector y le obliga a pensar. Es sin embargo consciente del hundimiento editorial del continente, y de su aislamiento progresivo. Los lectores j¨®venes, que son los que cuentan, no pueden comprar los libros. "Se puede romper el c¨ªrculo de comunicaci¨®n que creamos hace 50 a?os, y eso es grave".
Seis horas y tres
Una entrevista con Fuentes puede empezar casi por cualquier sitio, pues bajo su apariencia de elegante se esconde una larga y dura disciplina de escritor de vanguardia que escribe seis horas al d¨ªa y lee tres, y estudioso que le ha llevado a dar clases en varias universidades, notablemente en Estados Unidos, donde en alguna ocasi¨®n se ha turnado con Mario Vargas Llosa. En la obra de Fuentes figuran algunas de las novelas m¨¢s arriesgadas de aquella generaci¨®n que se dio en llamar del boom, y su pensamiento ahonda f¨¢cilmente en la pol¨ªtica y en la antropolog¨ªa cultural. Como buen mexicano. "S¨ª", dice, "al fin y al cabo estamos en la frontera, no s¨®lo con Estados Unidos: somos conscientes de que en nosotros empieza el sur". Y en otro momento: "Hay un muro en Cuba pero tambi¨¦n en Miami: el embargo econ¨®mico, radio Mart¨ª, sobre todo la decisi¨®n de ver a Cuba no reformada sino vencida. Eso refuerza el numantismo de Castro".
Las relaciones de M¨¦xico con Espa?a figuran entre las m¨¢s estrechas del continente -all¨ª encontraron refugio un gran n¨²mero de republicanos tras la guerra-, y tambi¨¦n entre las m¨¢s cr¨ªticas: Fuentes recuerda que el a?o pasado en el d¨ªa de la raza (el que en Espa?a se llamaba de la hispanidad), unos indios se manifestaron al grito de "?Col¨®n al pared¨®n!". "Pero lo tuvieron que gritar en espa?ol porque si no no les hubi¨¦semos entendido", dice Fuentes, que se identifica con lo que dijo Mar¨ªa Zambrano: "La cat¨¢strofe s¨®lo lo es si nada nace de ella. La conquista espa?ola fue una cat¨¢strofe pero algo naci¨® de ella".
Fuentes dirige ahora una serie de televisi¨®n, El espejo enterrado, que naci¨® de algo que dijo Kenneth Clark, el director de la serie de antropolog¨ªa cultural Continente, con prepotencia de hombre blanco.
Cuando le preguntaron por qu¨¦ no hab¨ªa inclu¨ªdo al mundo hisp¨¢nico en su propuesta de historia de la civilizaci¨®n, repuso que precisamente porque era de la civilizaci¨®n, no la de la intolerancia. Hubo tantas protestas que los mismos productores propusieron a Fuentes la visi¨®n de este lado. En abril rodar¨¢ en Sevilla y Galicia.
Durante largo tiempo Carlos Fuentes fue muy criticado por dar clases en universidades de Estados Unidos, precisamente por tener una ideolog¨ªa que le hac¨ªa figurar en esa lista de personas a los que las autoridades estadounidenses restringen el acceso al pa¨ªs: una de las pocas cosas que pueden hacer es ense?ar en universidades o dar conferencias.
A esa lista pertenecen Graham Greene y, hasta hace poco, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, entre otros. "Precisamente mi objetivo era mantener una conciencia cr¨ªtica dentro de Estados Unidos", dice Fuentes, que acaba de trasladarse a Londres y mantiene una casa abierta en M¨¦xico. "En mi caso se trataba de ganarle una batalla a la burocracia macarthysta [Joseph Mac Carthy fue el senador que, en plena guerra fr¨ªa, promovi¨® una caza de brujas en Estados Unidos, cuya cultura estaba supuestamente invadida por los comunistas]".
Muy cr¨ªtico con la reciente invasi¨®n de Panam¨¢ por Estados Unidos, Fuentes considera que "los Estados Unidos sufren una suerte de depresi¨®n post parto o post coito. ?ste no result¨® ser el siglo americano, ni el sovi¨¦tico, ni el nazi, sino el de todos".
Ni mendigos ni bur¨®cratas
Un d¨ªa Carlos Fuentes llam¨® por tel¨¦fono a Jos¨¦ Donoso a Chile desde Nueva York y tras un largo silencio escuch¨® la voz de Pilar Donoso: "?Qu¨¦ le has dicho a mi marido?" "Le he dicho que le van a publicar Coronaci¨®n en la editorial Knopf. ?Por qu¨¦? "Porque se ha desinayado". En aquellos tiempos, explica Fuentes (los primeros a?os sesenta) un escritor suramericano no pod¨ªa ni so?ar en ser traducido en Estados Unidos. "Nosotros demostramos que pod¨ªamos vivir de lo que escrib¨ªamos, que no hab¨ªa que ser forzosamente ni mendigos ni bur¨®cratas". Nosotros es el boom.El tiempo y la pol¨ªtica han ido deslavazando las relaciones en un grupo de escritores cuya amistad de aquellos a?os roza la leyenda. "Yo he procurado mantener la amistad con todos mis amigos hasta que me demuestran que ya no son mis arnigos", dice Fuentes, para quien ha sido sobre todo la pol¨ªtica la que ha distanciado a algunos.
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