De Klerk debe actuar r¨¢pidamente para cimentar el cambio
Sur¨¢frica se encuentra en el umbral de una nueva era tras el discurso dirigido por el presidente del Estado, F. W. de Klerk, al Parlamento en Ciudad del Cabo.El apartheid, el sistema de racismo legalizado introducido a finales de los cuarenta y que llevamos condenando tanto tiempo, equipar¨¢ndolo al nazismo o al comunismo estalinista, ha sobrevivido incluso a los reg¨ªmenes represivos de Europa oriental que datan de la misma ¨¦poca.
De Klerk se enfrenta ahora al mismo reto al que se enfrentaron los l¨ªderes de Europa oriental el a?o pasado: tiene que actuar r¨¢pidamente para desmantelar el apartheid completamente y autorizar el gobierno para el pueblo y por el pueblo.
El discurso de De Klerk no ha dado respuesta a todas las exigencias que los que no tienen derecho a voto han planteado a su Gobierno, pero tenemos que concederle el m¨¦rito de las que s¨ª ha dado.
Personalmente, me sent¨ª sorprendido ante algunas de sus declaraciones y me siento estremecido ante la confirmaci¨®n -finalmente- de que el Gobierno surafricano se ha comprometido a poner en libertad a Nelson Mandela, el dirigente surafricano cuya vida se ha convertido en una leyenda.
Levantar restricciones
Cuando otros dos dirigentes eclesi¨¢sticos, el doctor Frank Chikane, secretario general del Consejo de Iglesias de Sur¨¢frica, y el doctor Allan Coesak, presidente de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, y yo mantuvimos conversaciones con De Klerk en Pretoria el pasado octubre, le pedimos que diera de inmediato los pasos siguientes:
- Levantar el estado de emergencia nacional. No lo ha hecho, aunque dice que lo har¨¢ "en cuanto las circunstancias lo justifiquen".
- Levantar las restricciones impuestas sobre los activistas pol¨ªticos. Parece ser que ha intentado a fondo cumplir con esto.
-Poner en libertad a todas las personas detenidas sin haber sido juzgadas. No ha cumplido con este requisito, pero ha puesto un l¨ªmite al per¨ªodo de detenci¨®n sin juicio.
- Levantar las restricciones impuestas a organizaciones pol¨ªticas y de otro tipo. Esto lo ha hecho, y lo m¨¢s importante ha sido levantar la prohibici¨®n a los dos movimientos de liberaci¨®n m¨¢s antiguos, el Congreso Nacional Africano (ANC) y el Congreso Panafricano (PAC).
- Poner en libertad a todos los presos pol¨ªticos. Esto no lo ha hecho, aunque dice que las personas que est¨¢n encarceladas simplemente por pertenecer a organizaciones que estaban prohibidas ser¨¢n puestas en libertad. Por supuesto, ha puesto en libertad a los dirigentes clave del ANC y del PAC, y esperamos que Mandela est¨¦ en libertad en cuesti¨®n de d¨ªas o semanas.
- Conceder indultos a todos los condenados a muerte y declarar una moratoria en la imposici¨®n de la pena de muerte. No ha cumplido con esta petici¨®n, pero ha suspendido la imposici¨®n de la pena de muerte a la espera de cambios en las leyes que se puede esperar reduzcan el n¨²mero de sentencias de muerte emitidas por los tribunales.
Tambi¨¦n le solicitamos que tomara otras diversas medidas en los seis meses subsiguientes a la reuni¨®n, de las que s¨®lo ha tomado una: el recorte de la ley de Entretenimientos Separados, que permite la segregaci¨®n en las instalaciones p¨²blicas.
(Le dijimos que si daba todos los pasos que est¨¢bamos exigiendo reconsiderar¨ªamos nuestra defensa de sanciones. Evidentemente no los ha seguido, pero, no obstante, yo quiero seguir discutiendo el tema de las sanciones con las organizaciones pol¨ªticas, otros dirigentes eclesi¨¢sticos y los obispos de mi Iglesia.)
Podemos decir que De Klerk de alguna forma, ha retrasado 30 a?os el reloj surafricano: la mayor¨ªa de las leyes clave del apartheid siguen en vigor, como lo estaban en 1960, pero volvemos a la ¨¦poca en la que nuestros primeros movimientos de liberaci¨®n no estaban prohibidos.
No obstante, hay un cambio importante: ha reconocido impl¨ªcitamente que el apartheid ha fracasado y que su Gobierno no cuenta con la legitimidad de la mayor¨ªa del pueblo.
Esto no significa que hayamos ganado nuestra lucha. Lejos de ello. Aunque De Klerk pregona que va a conceder el voto universal, sigue hablando de "los derechos de la minor¨ªa" y de vollksregte (significa derechos del pueblo), lo que implica que la minor¨ªa blanca seguir¨¢ teniendo el poder para vetar las decisiones del Gobierno.
Sus declaraciones del viernes son el primer paso necesario en la direcci¨®n correcta, pero todav¨ªa se precisan saltos gigantescos para situar a Sur¨¢frica en el camino de una democracia pac¨ªfica y no racista.
Sociedad explosiva
Lo que queda por hacer ha de llevarse a cabo en una sociedad intr¨ªnsecamente inestable y explosiva.
La volubilidad de nuestra situaci¨®n no puede ilustrarse mejor que con la crisis que afecta a la educaci¨®n negra, la causa principal que hizo estallar el levantamiento de Soweto en 1976. Hasta la fecha, el Gobierno surafricano dedica cuatro veces y media m¨¢s dinero a la educaci¨®n de un ni?o blanco que la que dedica a un ni?o negro. El violento enfrentamiento entre la polic¨ªa y j¨®venes manifestantes en el centro de Ciudad del Cabo el 23 de enero estuvo motivado por la profunda discriminaci¨®n en la educaci¨®n. Estos temas profundos y sin resolver seguir¨¢n alimentando una atm¨®sfera explosiva.
La tragedia de Sur¨¢frica radica en que 300 a?os de forzada hegemon¨ªa blanca y 40 a?os de apartheid han separado al Gobierno y a la gran mayor¨ªa de los blancos surafricanos de los pensamientos y aspiraciones del pueblo negro.
Esto constituye una diferencia radical entre Sur¨¢frica y Europa oriental. En Sur¨¢frica, la depravaci¨®n del racismo ha deshumanizado a la mayor¨ªa de los blancos hasta un nivel tal que tienen que luchar para aceptar, o simplemente rechazar, a los negros como seres humanos con los mismos sue?os y esperanzas.
El resultado de este racismo es que los miembros del Gobierno no cuentan con una comprensi¨®n real de las fuerzas en lucha entre la mayor¨ªa de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Por tanto, la sospecha y la falta de confianza dominan su interacci¨®n con nosotros. En esta situaci¨®n, F. W. de Klerk puede contar con un gran poder militar a sus ¨®rdenes. Pero si diferenciamos el poder de la influencia, Mandela ejerce m¨¢s autoridad desde su hogar en la prisi¨®n de Victor Verster, en las afueras de Ciudad del Cabo, que De Klerk desde Tuynhuys o los Union Buildings, sus oficinas de Ciudad del Cabo y Pretoria.
Es por esto que resulta imperativo -por la estabilidad y un cambio ordenado en Sur¨¢frica- que Mandela sea puesto en libertad r¨¢pidamente, y puesto en libertad en circunstancias en que ¨¦l mantenga tanto su credibilidad como su autoridad y que permitan mantener una actitud negociadora con el Gobierno.
Dullah Omar, dirigente preeminente del Frente Democr¨¢tico Unido, la coalici¨®n anti-apartheid, ha dejado claro que si a Mandela no se le deja en libertad para actuar pol¨ªticamente libre, la lucha armada del ANC contra el apartheid continuar¨¢. En esas circunstancias, el di¨¢logo entre Mandela y el Gobierno terminar¨¢ el d¨ªa que Mandela abandone la prisi¨®n.
La llave del futuro
Mandela tiene la llave del futuro de Sur¨¢frica. De hecho, hay dos razones por las que tiene m¨¢s probabilidades de alejar al pa¨ªs del desastre que las que tiene De Klerk.
En primer lugar, nuestro pa¨ªs es el m¨¢s polarizado del mundo. Est¨¢ fragmentado y desgarrado, y no s¨®lo entre blancos y negros. Incluso en la comunidad negra luchamos entre nosotros. Mandela parece tener la habilidad de llegar a una gran variedad de gente sin transigir con las partes m¨¢s importantes de su propio credo. Quiz¨¢ ¨¦l sea la ¨²nica esperanza con la que contemos para unir los elementos dispares de aquellos comprometidos en alcanzar una verdadera democracia.
Aparte de estar en contacto con el ANC, tambi¨¦n lo est¨¢ con el PAC y con personas como el jefe Buthelezi, dirigente del movimiento Inkatha. Tambi¨¦n tiene una tremenda garra sobre la imaginaci¨®n de los j¨®venes, y es pr¨¢cticamente la ¨²nica persona que podr¨ªa tener el prestigio suficiente para ayudar a interrumpir la violencia en lugares como la provincia de Natal.
En segundo lugar, Mandela ha demostrado la capacidad de hacer saber a los blancos que hay un lugar al sol para ellos en Sur¨¢frica; que a pesar de todo lo que nos han hecho, nuestra gente, finalmente, es gente que perdona.
Tenemos un concepto que es dif¨ªcil de expresar en ingl¨¦s, ubuntu, que habla de la esencia de ser humano -que mi humanidad est¨¢ cogida en tu humanidad-. Cuando t¨² te sientes disminuido porque te trato como si fueras menos que un humano, mi humanidad tambi¨¦n disminuye.
Mandela tiene la capacidad ¨²nica de decirle a los surafricanos blancos: "Ahora vais a alcanzar vuestro verdadero patrimonio, os vais a convertir en verdaderos humanos porque vais a descubrir que ser humanos significa compartir, participar, preocuparse, sentir compasi¨®n".
Copyright 1990, New Perspectives Quarterly, distribuido por Los Angeles Times Syndicate.Traducci¨®n: M. Lafuente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.