El CAI gestion¨® a la perfecci¨®n sus recursos
LUIS G?MEZ, ENVIADO ESPECIAL, La victoria del CAI Zaragoza y la segunda Copa del Rey que conquista este club en el corto per¨ªodo de siete a?os no puede quedar empa?ada tras una conclusi¨®n superficial. En 1984 el CAI optimiz¨® las capacidades del pivot Magee y ayer pareci¨® realizar un ejercicio similar con el norteamericano Mark Davis, quien anot¨® casi el 60% de los tantos de su equipo. El CAI ha sido el m¨¢s inteligente del torneo al gestionar perfectamente sus recursos y adivinar en qu¨¦ situaciones sus rivales pod¨ªan caer en una actuaci¨®n deficiente. Por el contrario, el Ram Joventut fue un conjunto espeso y temeroso de la derrota. No tuvo valor y cay¨® en manos de su destino.
No era ninguna sorpresa a estas alturas que el CAI contrat¨® en su d¨ªa a Davis para suplir una importante deficiencia en su juego ofensivo en estas ¨²ltimas temporadas, el tiro exterior. El CAI es un equipo compacto, joven, de elevada estatura. Pero parec¨ªa impedido de realizar un juego vers¨¢til. Con Davis convertido en una pieza b¨¢sica, se present¨® a la Copa. Dispon¨ªa de recambios para todo, menos para este menudo alero que a¨²n mantiene la. esperanza, propia de todos los emigrantes novicios, de pertenecer alg¨²n d¨ªa a la NBA. Pararle era el primer objetivo de todos sus rivales. El Joventut estuvo muy lejos de conseguirlo. Sin embargo, al equipo zaragozano no le bastaba con alimentar de asistencias a su mejor artillero. De haberse limitado a ello, contar¨ªa la experiencia de ayer por una estrepitosa derrota digna de ser olvidada cuanto antes. El CAI ten¨ªa que: trabajar el partido y diversificar sus objetivos: primero, conseguir que el Joventut jugase andando; luego, neutralizar su capacidad reboteadora; a partir de ah¨ª, anular su contraataque, y finalmente, presionarle psicol¨®gicamente con la idea de la derrota. Adem¨¢s, claro, impedir que el Joventut se limitara ¨²nica y exclusivamente a poner obst¨¢culos en el camino de Davis. Transcurridos diez minutos, el CAI hab¨ªa ejecutado perfectamente sus planes. Empezaba a ser un s¨ªntoma el observar que algunos jugadores verdinegros iniciaban la desbandada.
Quien debi¨® de dise?ar tal estrategia fue el joven t¨¦cnico Jes¨²s Carrera, quien administr¨® el material con frialdad y supo calibrar, a cada momento, c¨®mo intercambiar a sus dos bases, Arcega II y Ruiz, para que suministraran de juego a Davis seg¨²n las necesidades que impon¨ªa el partido. Arcega II ten¨ªa tendencia a establecer un excesivo control del juego y fue clave para imponer un ritmo muy lento; Ruiz a?ad¨ªa velocidad y pon¨ªa el bal¨®n en las manos de su norteamericano cuando ¨¦ste necesitaba un pase r¨¢pido y decidido. Cuando el Joventut empez¨® a perder la hegemon¨ªa del rebote, el marcador indic¨®, inflexible, que el CAI pasaba a dominar la situaci¨®n.
Y el CAI domin¨® desde aquel minuto 10 (20-19) hasta el final porque toda la capacidad de maniobra de su rival se convirti¨® en un angustioso miedo. Los norteamericanos Lampley y Johnson perdieron definitivamente el sitio y la comuni¨®n que exist¨ªa entre ambos; Morales y Ruf regresaron a su condici¨®n de juniors; Jofresa pareci¨® haber asumido su condici¨®n de suplente de Montero a pesar de que ¨¦ste hab¨ªa perdido claramente la compostura y, como un general impotente, lanzaba al aire los planos de la batalla. Quedaba, si acaso, el recurso a la serenidad inquebrantable de Margall. Pero no fue utilizado este argumento: Margall jug¨® 2.20 minutos y qued¨® convertido en mero testigo de la derrota.
La reciente historia del baloncesto espa?ol coloca, pues, al CAI en un solitario lugar del podio. Ha sido, verdaderamente, el tercero en discordia: ning¨²n otro equipo le ha robado a los dos grandes un par de t¨ªtulos en los ¨²ltimos 14 a?os. Impreso quedar¨¢ que un entrenador de 24 a?os, Carrera, alcanz¨® una Copa del Rey a los tres meses de ocupar precozmente el cargo. Para quienes gusten de las conclusiones comprometidas no habr¨¢ pasado inadvertida una cruel comparaci¨®n entre los dos finalistas de ayer: el Joventut ha perdido todas las finales y el CAI ha hecho todo lo contrario.
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