Viejas disputas
La distensi¨®n destapa en Europa la olla de los nacionalismos, cubierta por la guerra fr¨ªa
La olla de presi¨®n de los nacionalismos y las tensiones entre minor¨ªas ¨¦tnicas se mantuvo cerrada durante la guerra fr¨ªa. No obstante, el fuego segu¨ªa haci¨¦ndola borbotear. La convulsi¨®n de lo que hasta hace poco se ven¨ªa a llamar Europa del Este, con un nuevo inicio de relaciones entre el Este y el Oeste ha hecho saltar esa tapa. Los nacionalismos, amordazados tambi¨¦n en parte por el propio poder¨ªo militar sovi¨¦tico, afloran de nuevo, entrelazados con divisiones ling¨¹¨ªsticas, territoriales y religiosas en un mapa que b¨¢sicamente se dibuj¨® en 1919, y se corrigi¨®, con la goma y el l¨¢piz de los acuerdos secretos y los ej¨¦rcitos, entre 1938 y 1948. A pesar de la idea del post-nacionalismo de Jurgen Habermas, el siglo XX puede terminar con los nacionalismos ocupando un primer plano.
Aunque las causas concretas pueden variar, las tendencias apuntan en este sentido, y Espa?a, como demuestra el debate sobre la autodeterminaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco o en Catalu?a, no es ajena a ello. Sin embargo, "los separatistas vascos, los autonomistas corsos, los flamencos y los valones, los irlandeses del Norte y del Sur, no han hecho nunca pesar sobre Europa una amenaza de desestabilizaci¨®n. En el Este, cada incidente, cada reivindicaci¨®n, puede derrapar y amenazar la seguridad europea", se comentaba recientemente en el semanario franc¨¦s L'Express Pues una docena de estos problemas de minor¨ªas nacionales con llevan el fantasma de un cambio de fronteras. El papa Juan Pablo II ha apelado a la "vigilancia" avisando de que "los conflictos entre minor¨ªas ¨¦tnicas pueden reavivarse, y los sentimientos nacionalistas, exacerbarse".
'Rusificaci¨®n'"El peligro de que en Europa se dispare una guerra a. partir de conflictos localizados ha aumentado. Las reivindicaciones irredentistas y nacionalistas crean una nueva inestabilidad en Europa indica Jeffrey Smith, de la Universidad Nacional de Defensa en Washington.
Un informe del pasado oto?o de la Asamblea del Atl¨¢ntico Norte diferencia tres ¨®rdenes distintos de conflictos nacionalistas: los pa¨ªses b¨¢lticos (en los que la direcci¨®n del partido comunista es parte del movimiento de emancipaci¨®n), los Balcanes y la Europa del Sureste. Adem¨¢s se plantean los problemas de las rep¨²blicas del Sur en la URSS.
En las rep¨²blicas b¨¢lticas se organiz¨® en los a?os sesenta y setenta una inmigraci¨®n rusa sistem¨¢tica para intentar provocar la rusificaci¨®n de estos territorios. Sin mucho ¨¦xito, salvo quiz¨¢ en Letonia, donde los rusos representan una tercera parte de la poblaci¨®n y han creado un grupo, el Frente Nacional. En la URSS, los problemas nacionalistas han estado en primera l¨ªnea en las ¨²ltimas semanas en el C¨¢ucaso. Azerbaiy¨¢n es el caso m¨¢s conocido. En Crimea, el regreso de 50.000 t¨¢rtaros deportados por Stalin en 1944 provoc¨® a principios de enero la reacci¨®n de los habitantes rusos y ucranianos.
El problema alem¨¢n es a la vez un problema de poblaciones y de fronteras. Hasta ahora, ni la RFA ni la RDA han reconocido oficialmente los l¨ªmites actuales. Hay varios millones de personas de habla o de origen alem¨¢n en Polonia (Silesla pas¨® a ser polaca tras la II Guerra Mundial), Hungr¨ªa, Ruman¨ªa o la URSS, en las fronteras actuales. Existe una muy poderosa Asociaci¨®n de Expulsados, con dos millones de rrilembros m¨¢s sus familias, en la RFA, encabezada por Harmut Koschyk.
Hay, por otra parte, una ll portante minor¨ªa polaca en Lituania, parte del mill¨®n o m¨¢s de polacos en la URSS. En Rumania, la revuelta que llev¨® al fin de la dictadura de Ceaucescu empez¨® por las protestas en Timisoara por el tratamiento de que estaba siendo objeto el pastor protestante h¨²ngaro Lazlo Tokes. Hay 1,7 millones de h¨²ngaros en Ruman¨ªa, especialmente en Transalvania, que era parte de Hungr¨ªa hasta 1918, y varios cientos de miles en Yugoslavia y en Checoslovaquia. En tiempos de Ceaucescu, la suerte de la minor¨ªa h¨²ngara caus¨® graves tensiones entre Budapest y Bucarest.Los rumanos tienen sus proplos agravios. Dos millones de ellos viven en Besarabia, la Moldavia sovi¨¦tica que Stalin cre¨® en 1940 al anexionarse ese territorio de acuerdo con el pacto Ribbentrop-Molotov. Esta divisi¨®n s,e confirm¨® en 1945-1947. El problema de Kosovo, en ese mosaico que se llama Yugoslavia, es conocida fuente permanente de tensiones, pues all¨ª la poblaci¨®n es en un 90% albanesa. Los griegos en Estambul o los turcos; en Grecia son tambi¨¦n foco de tensiones. Viven 1,7 millones; de turcos en Bulgaria, cuyo anterior r¨¦gimen intent¨® forzar una pol¨ªtica de asimilaci¨®n, la bulgarizaci¨®n. Estas medidasse suprimieron con la ca¨ªda del r¨¦gimen, pero provocaron una manifestaci¨®n antiturca por parte de la poblaci¨®n b¨²lgara.
Estos problemas nacionales y nacionalistas, cuya lista m¨¢s completa queda reflejada en el mapa adjunto, se ven a menudo enmarcados tambi¨¦n en diferencias religiosas, en unos momentos hist¨®ricos en que diversas iglesias han tenido un papel fundamental para el cambio en los pa¨ªses de Europa del Este: la Iglesia cat¨®lica, en Polonia c, en Checoslovaquia, donde el cardenal Frantisek Tomasek ha desempe?ado una destacada funci¨®n cr¨ªtica; los luteranos, en la RDA.
Yalta, 45 a?os despu¨¦s
En Yalta, cumbre de la que en estos d¨ªas se ha cumplido el 45 2 aniversario, s¨ª hubo redefinici¨®n de las fronteras, pero no forzosamente un reparto de las zonas de influencia, que vino dictado por la realidad militar. Yalta, adem¨¢s, no resolvi¨® todos los detalles de fronteras. All¨ª, por ejemplo, se acept¨® la l¨ªnea Oder-Ncisse como frontera occidental de Polonia. Pero ?qu¨¦ Neisse? Pues hab¨ªa (los. Por si acaso, Varsovia incorpor¨® la ciudad de Szczecin (en alem¨¢n, Stettin).
Los derechos de las minor¨ªas han sido objeto de regulaci¨®n en diversas ocasiones. Quiz¨¢ la m¨¢s notable fue la de la Sociedad de Naciones, como recordaba en un libro el que fuera su secretario general, Pablo de Azc¨¢rate. La reorganizaci¨®n de las fronteras tras la guerra de 1914 hab¨ªa reducido, seg¨²n Azc¨¢rate, de 60 a 20 o 25 millones las minor¨ªas nacionales.
Los derechos y garant¨ªas asegurados por el sistema de la Sociedad de Naciones a las minor¨ªas de raza, lengua o religi¨®n inclu¨ªan: derecho a la nacionalidad; derecho a la vida, a la libertad individual y a la libertad de culto; derecho a la igualdad ante la ley, a la igualdad de los derechos civiles y pol¨ªticos, a la igualdad de trato y de garant¨ªas de derecho y de hecho; derechos relativos al uso de la lengua minoritaria, y derecho a beneficiarse de los fondos p¨²blicos destinados a fines de educaci¨®n, de religi¨®n o de caridad.
Ya m¨¢s cerca de nosotros, el Consejo de Europa puede servir para la protecci¨®n de los derechos de las naciones sin Estado, como las llamaba Otto Baucr, o de las naciones en otro Estado. Otros confian en la Comutildad Europea para apagar el fuego nacionalista, si la CE se ampl¨ªa hacia el Este.
Sin duda desempe?ara tambi¨¦n un papel positivo de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE), proceso que se piensa institucionalizar.
El Acta de Helsinki de la CSCE, de 1973, consagr¨® las fronteras existentes al declararsu inviolabilidad, aunque los sovi¨¦ticos no consiguieron su inmutabilidad, dada la oposici¨®n de la RFA en previsi¨®n de una futura Alemania uni icada, futuro que hoy es cas¨ª presente.
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