El precio de los d¨®lares
La articulista considera que Nicaragua vive las elecciones "m¨¢s observadas de la historia". La autora, que acaba de visitar el pa¨ªs centroamericano como miembro de una delegaci¨®n oficial, estima que la oposici¨®n al sandinismo no ha logrado aprovechar la oportunidad que parec¨ªa tener inicialmente. La fuerza de la revoluci¨®n y el antisomocismo siguen arrastrando a la mayor¨ªa de los nicarag¨¹enses.
Cuando la campa?a electoral nicarag¨¹ense se lanz¨®, el verano pasado, una victoria por parte de los partidos de oposici¨®n parec¨ªa muy posible. La grave situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs y la unificaci¨®n de 14 partidos bajo la Uni¨®n Nacional Opositora (UNO) promet¨ªan facilitar esa victoria. Los sandinistas se lanzaron al proceso electoral con la esperanza de que no se repitieran los problemas de las elecciones de 1984 y con el prop¨®sito de hacer todo lo posible para que esta vez la oposici¨®n no se retirara.El aparato electoral que se ha ido edificando y la cantidad de observadores internacionales que han visitado el pa¨ªs durante este per¨ªodo prometen hacer de las elecciones del 25 de febrero las m¨¢s observadas de la historia.
A medida que la campa?a ha ido avanzando, y sobre todo durante los ¨²ltimos dos meses, el Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN) parece haber avanzado m¨¢s r¨¢pidamente que la oposici¨®n para captar los votos inicialmente Indecisos. Varias encuestas recientes, dos de ellas elaboradas por empresas de Washington, proyectan una victoria sandinista con unos m¨¢rgenes amplios y una proporci¨®n de votos indecisos cada vez menor. Aunque pueda haber sorpresas de ¨²ltima hora, est¨¢ claro que la oposici¨®n no ha logrado aprovechar la oportunidad que parec¨ªa tener inicialmente. ?Qu¨¦ ha pasado y qu¨¦ factores explican estas tendencias?
En primer lugar est¨¢ la fuerza de la revoluci¨®n y el antisomocismo de la gran mayor¨ªa de los nicarag¨¹enses. Aunque los partidos que forman la UNO representan una amalgama de grupos conservadores, de centro y de izquierda, la participaci¨®n de antiguos dirigentes de la contra y la protecci¨®n que le ha dado el Gobierno norteamericano han proyectado una imagen del partido poco atractiva para la mayor¨ªa de los nicarag¨¹enses. Los nueve millones de d¨®lares votados por el Congreso de EE UU para entregar a la UNO ponen en claro los lazos de este partido con el pa¨ªs que ha financiado la guerra de la contra; ni la guerra ni la contra son populares en Nicaragua.Rivalidad internaEn segundo lugar, el contraste entre las dos campa?as es evidente. La UNO no ha convencido suficientemente. La candidatura a la presidencia de Violeta Barrios de Chamorro fue la ¨²nica que logr¨® poner de acuerdo a las distintas facciones del partido. Sin embargo, no ha conseguido imponerse. La se?ora Chamorro parece hacer campa?a bajo la sombra de su marido, asesinado en 1978, sin lograr proyectar una personalidad pol¨ªtica propia. Su tendencia a rodearse de personas de confianza, como su propio yerno, Antonio Lacayo, jefe de la campa?a electoral, y otros miembros de su familia, parece haber acelerado las rivalidades dentro del partido. La propia debilidad f¨ªsica de la se?ora Chamorro ha intensificado su imagen de candidata sin fuerza. Durante nuestra visita a Nicaragua se encontraba en. un hospital de EE UU para un tratamiento de fractura de rodilla; a 40 d¨ªas de las elecciones, la campa?a de la UNO parec¨ªa paralizada, desorganizada y con poca visibilidad en las calles de Managua y en las distintas regiones.
El contraste con la campa?a sandinista era evidente. El Frente Sandinista ha conseguido proyectar una imagen de partido energ¨¦tico y de gente joven y luchadora. Sus esl¨®ganes a favor de la paz y de un futuro optimista han sabido captar la imaginaci¨®n de un electorado predominantemente joven. Incluso algunos aspectos criticados de la campa?a, tal como el personalismo alrededor de Daniel Ortega y Sergio Ram¨ªrez, han sido el resultado de una acci¨®n deliberada para atraer votos. Sin duda la organizaci¨®n pol¨ªtica sandinista y los recursos amplios que se han dedicado a la campa?a han desempe?ado un papel muy importante y le han hecho dificil a la oposici¨®n poder superar estos factores.Invasi¨®n de Panam¨¢La invasi¨®n de Panam¨¢ fue un acontecimiento que acab¨® favoreciendo a los sandinistas, quienes actuaron con gran firmeza frente a la acci¨®n del Gobierno yanqui y frente al acosamiento de la Embajada nicarag¨¹ense en Panam¨¢ por militares norteamericanos. La expulsi¨®n de 32 diplom¨¢ticos y personal de la Embajada de EE UU en Managua, que qued¨® inmediatamente rodeada de tanques, fue una medida con ¨¦xito porque expresaba el temor general a una invasi¨®n similar en Nicaragua. El hecho de que la oposici¨®n no condenara la invasi¨®n puso a¨²n m¨¢s en evidencia su subordinaci¨®n a la pol¨ªtica norteamericana. Dos semanas despu¨¦s de los sucesos de Panam¨¢ un discurso de Daniel Ortega en la ciudad de Diriamba en el que reafirm¨® su condena a la invasi¨®n y repiti¨® el tema de que "los pueblos necesitan presidentes dignos" recibi¨® una ovaci¨®n entusiasta que la oposici¨®n no hubiera podido captar.
Finalmente, la coalici¨®n que forman los 14 partidos de la UNO ha generado unas tensiones tan fuertes dentro del partido que muchos dudan incluso de su capacidad de gobierno en caso de que ganara las elecciones. La coalici¨®n, tal como nos afirm¨® un dirigente de uno de los partidos participantes, "se hab¨ªa pegado con d¨®lares". Ir¨®nicamente, las tensiones no han sido de origen ideol¨®gico, sino debidas a rivalidades personales y a la lucha por el poder y por el acceso de los d¨®lares recibidos.
El gran triunfo de esta campa?a ha sido la lucha por la transparencia electoral y la permanencia de los partidos de la oposici¨®n. Cualquiera que sea su resultado, habr¨¢ sentado las bases para que la comunidad internacional acepte al Gobierno elegido con todas sus consecuencias.
es profesora de Econom¨ªa Internacional y especialista en estudios latinoamericanos en la universidad de Cornell (Estados Unidos). Del 6 al 15 de enero visit¨® Nicaragua como miembro de una delegaci¨®n oficial para observar el proceso electoral.
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