El gran simulador

Durante una semana la ciudad ofrece a sus habitantes la posibilidad de aplicar en la pr¨¢ctica lo que Eugenlo Tr¨ªas llarn¨® la filosof¨ªa de las m¨¢scaras. Es el triunfo externo y total de la simulaci¨®n, la posibilidad de ser quien no se fu¨¦ y se anhela ser, el momento en que cada cual rebusca entre sus disfraces interiores hasta encontrar el id¨®neo.En Madrid, por ejemplo, ¨¦ste a?o se va a llevar mucho el disfraz Coraz¨®n limpio, pantalones campana, potenciado por una avispada industria del ocio que no dejar¨¢ un disco de los Brincos, una actuaci¨®n de Bruno Lomas ¨® un guateque a?os 60 por comercializar hasta el l¨ªmite entre la autosatisfacci¨®n de los embobados padres y el desd¨¦n profesional de los displicentes hijos. Es el momento para la nostalgia, los peinados tipo B 52, las lacas con olor a frambuesa, las escaleras del Imperator o el Tuna's, Mike R¨ªos arrasando, el cintur¨®n como n¨ªtida frontera entre la raz¨®n y los sentimientos, y los grises correteando por los campus. En suma, esplendor en la brigada pol¨ªtico-social.

Otro de los disfraces de mayor ¨¦xito, al parecer, es el de Ferraz-Numancia con ligeras variaciones como las de rodeados por los indios. La Generalitat promociona el de Cincinnati Kid. En el Sur la atracci¨®n ser¨¢ uno de los afamados hermanos Guerra, Alfonso. De ser ciertas las previsiones ma?ana dar¨¢ el golpe en el Prado de San Sebasti¨¢n de Sevilla ante una multitud de feriantes: se aparecer¨¢ como Eva Duarte de Per¨®n.