Las creadoras del Colectivo de Prostitutas lo defender¨¢n "con u?as y dientes"
Las impulsoras del Colectivo de Mujeres Prostitutas de la Zona Centro, cuyos estatutos ser¨¢n previsiblemente presentados ma?ana o el martes en la Delegaci¨®n del Gobierno, aseguran "estar dispuestas a defender los derechos de todas con u?as y dientes". Tres de las integrantes de la junta gestora declaran que esta asociaci¨®n es un proyecto que vienen meditando desde hace mucho tiempo". Sin embargo, su falta de conocimientos legales y el no contar con el apoyo de otros colectivos sociales hizo que la idea no pudiera cuajar hasta ahora.
Hace aproximadamente un mes, un grupo de prostitutas de la calle de la Ballesta se entrevist¨® con el jefe de la comisar¨ªa de Centro para exponerle diversas quejas, y en sucesivas reuniones surgi¨® la iniciativa de fundar tal colectivo.Rosa Mar¨ªa, de 28 a?os, catalana; Soraya, de 23, canaria, y Tere, de 33, asturiana, son tres de las protagonistas ole la creaci¨®n del Colectivo de Prostitutas de la Zona Centro de Madrid. La primera lleva seis a?os ejerciendo el oficio; la segunda lo realiza desde hace ocho, y la tercera, desde hace un par de a?os. Las tres trabajan en la calle de prostituci¨®n m¨¢s conocida de Madrid, a tinos metros de la Gran V¨ªa y de la Puerta del Sol.
Rosa Mar¨ªa, soltera, madre de dos hijos, ha trabajado anteriormente como pastelera, camarera, mecan¨®grafa y contable. "Empec¨¦ a dar vueltas a esto de la asociaci¨®n desde que comenc¨¦ como prostituta en Barcelona", dice. Y a?ade: "Las mejores amigas que he tenido en mi vida han sido las de este ambiente, y siempre me ha dado rabia ver c¨®mo nos pisotean desde el chulo hasta la sociedad en general".
Soraya lleva desde 1982 en la Ballesta madrile?a. Afirma sonriente que le encantan los ni?os, y hasta ahora, pese a su juventud, tiene ya cuatro hijos. "Me encantan los cr¨ªos, y nunca puse los medios para impedir quedarme embarazada, aunque los conozco desde hace bastante".
Tere asegura que lleva "toda la vida trabajando". Pero en la prostituci¨®n se inici¨® hace dos ahos, cuando se separ¨® de su marido y se qued¨® con cuatro bocas que alimentar. Durante un tiempo trat¨® de subsistir como limpiadora, pero el sueldo no le llegaba para dar de comer a su familia y acab¨® haciendo la carrera primero en Francia y luego en Madrid.
Reacciones en el gremio
Cuando se les pregunta acerca de la reacci¨®n que se ha producido en su gremio a ra¨ªz de que se fuera difundiendo el proyecto de crear el Colectivo de Prostitutas, dicen: "Hay muchas chicas a favor de esto, hay otras que est¨¢n en contra, hay otras que simplemente pasan de todo, y hay otras que nos dicen que no sabemos en qu¨¦ l¨ªo nos hemos metido". El l¨ªo, aunque ellas no lo relaten abiertamente, parece estar en el nerviosismo que les ha entrado a los proxenetas, a los due?os de las pensiones, a los peque?os traficantes de droga y a otras gentes que pululan en la zona.
Es normal que los chulos est¨¦n inquietos: si las prostitutas se unen se pueden acabar sus palizas y su control econ¨®mico sobre las mujeres. Los propietarios de las fondas tambi¨¦n est¨¢n mosqueados porque el colectivo pretende concienciar a las mujeres para que no hagan el acto sexual en las sucias camas que ahora les alquilan por un cuarto de hora a raz¨®n de 500 pesetas. Los camellos pueden ver amenazado su negocio si las prostitutas se enfrentan a ellos e impiden, con ayuda de la polic¨ªa, que tales individuos inicien en la droga a las chicas m¨¢s d¨¦biles y con mayores problemas.
"Sabemos que vamos a tener muchos problemas", manifiestan las portavoces del colectivo, "pero estamos decididas y preparadas para seguir adelante con esto". Y cuando lo dicen lo hacen con absoluta convicci¨®n. A su lado est¨¢ escuch¨¢ndoles el inspector jefe Ricardo Pardeiro, coordinador de las relaciones con los vecinos en la comisar¨ªa de Centro. ?l ha sido quien se ha encargado de canalizar las inquietudes de estas mujeres, quien ha buscado a un abogado para que diera forma a los estatutos del Colectivo de Prostitutas, quien ahora est¨¢ llamando a otras puertas en busca de ayuda para estas personas que tradicionalmente han sido marginadas y despreciadas.
Soraya, la m¨¢s veterana del barrio, cree que en las calles de la Ballesta, Montera y Desenga?o trabajan actualmente en tre 300 y 400 compa?eras. "Es un oficio que hace falta en una sociedad como ¨¦sta, porque si no habr¨ªa un mont¨®n de viola ciones, teniendo en cuenta la cantidad de trastornados que vienen por aqu¨ª", puntualiza Teresa.
Las pioneras de esta asociaci¨®n no se quejan de su trabajo. Sencillamente lo aceptan y procuran no vivir angustiadas. Se lamentan del poco tiempo que tienen para sus hijos, pero se muestran orgullosas de que ¨¦stos puedan disfrutar de una vida un poco mejor que ellas gracias al dinero que les da el viejo oficio. No tienen estudios ni preparaci¨®n para otro empleo que les reporte unos beneficios similares.
Reivindicaciones b¨¢sicas
Entre las reivindicaciones b¨¢sicas del naciente colectivo est¨¢ la creaci¨®n de una cartilla de control sanitario, ser incluidas en la Seguridad Social como trabajadoras normales, recibir informaci¨®n y contar con unos tel¨¦fonos de ayuda facilitados por la Administraci¨®n y que se vigile la higiene de los locales donde ahora alquilan sus cuerpos.
Ellas, a cambio, pagar¨ªan impuestos y har¨ªan otras concesiones al Estado. Pero lo que desean ahora es que cualquiera que les ayude y les aconseje se ponga en contacto con ellas lo antes posible.
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