Charles E. Mullins
La suerte de un cardi¨®logo infantil de manos m¨¢gicas
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Es un hombre serio, con una mirada entre triste y pensativa -"triste nunca, he tenido una enorme suerte", dice-, consagrado, parece, a una sola tarea: el cuidado y la reparaci¨®n de "esa m¨¢quina incomparable, soberbia" que para ¨¦l es el cuerpo humano.Charles E. Mullins, hijo de un economista del Gobierno estadounidense, naci¨® hace 58 a?os en Washington. Desde muy joven decidi¨® que ser¨ªa m¨¦dico, sin saber por qu¨¦, "aunque a veces me arrepiento de no haber estudiado antes ingenier¨ªa; est¨¢ tan relacionada con la medicina...".
Con la curiosidad del que pretende saber siempre cuando conecta un aparato "c¨®mo y por qu¨¦ funciona", y con el gusto de trabajar con las manos, Mullins es el nombre en uno de los campos m¨¢s esperanzadores de la cl¨ªnica, desarrollado sobre todo en los ¨²ltimos siete a?os y que entra?a la magia de librar de quir¨®fanos y cicatrices a uno de cada tres peque?os pacientes: lo que ¨¦l llama cateterismo terap¨¦utico, que consiste esencialmente en desatascar arterias, anclar peque?os dispositivos aqu¨ª y all¨¢ siguiendo el fluir de la sangre y tapiar agujeros en el coraz¨®n como por arte de birlibirloque.
Precisamente esto es lo que le ha hecho Mullins la semana pasada en Madrid, por primera vez en Europa. Mar¨ªa, de cuatro a?os, sali¨® del hospital el pasado s¨¢bado agarrada a un cuaderno escolar y paseando, al d¨ªa siguiente de la intervenci¨®n. Con un peque?o di¨¢bolo latiendo junto con su coraz¨®n y con unos pocos puntos de sutura en una pierna. Afortunada Mar¨ªa, y la docena de cr¨ªos que hasta ma?ana ser¨¢n intervenidos con cateterismo bajo su tutela en el hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid.
Y tambi¨¦n, y sobre todo, la fortuna que se atribuye Mullins a s¨ª mismo. La fortuna de "trabajar en Houston (Tejas), el centro mundial m¨¢s importante de cirug¨ªa cardiovascular", de poder investigar, "de ver c¨®mo el paciente mejora gracias a ti", de vivir donde vive -"un sitio c¨¢lido, informal y familiar, no como otras ciudades ca¨®ticas y agresivas [l¨¦ase Nueva York]"-, de haber podido aprender cuando quiso y de tener la oportunidad de ense?ar, " y que as¨ª el trabajo de otros sea como la extensi¨®n de mis manos", dice con ¨¦nfasis.
La autoridad m¨¦dica que le conceden se la atribuye ¨¦l solamente en el campo de la ense?anza. Ha formado a muchos pediatras, cardi¨®logos infantiles y estudiantes de medicina en el Baylor College de Houston y en el hospital infantil de Tejas. Y tambi¨¦n a equipos m¨¦dicos de los cinco continentes.
La suerte de correr mundo, -"y es que hay tanta gente que no ha salido de Tejas"-, de tener amigos por todos lados, de encontrarse en Espa?a como en casa -"esos edificios cl¨¢sicos que tienen ustedes me recuerdan que no estoy en Houston; all¨¢ se oye el espa?ol en todos los sitios", de trabajar aqu¨ª con " m¨¦dicos soberbios", "aunque quiz¨¢ necesiten mejores medios t¨¦cnicos", precisa como dudando.
Si ahora viene a Espa?a con aire tutorial, por tercera vez, hace casi 30 a?os recorri¨®. este pa¨ªs en dos semanas, acampando. Cuando concluya su trabajo, ma?ana, un viaje por Andaluc¨ªa en compa?¨ªa de su mujer refrescar¨¢ los recuerdos de entonces.
El placer de tomar fotograf¨ªas y escuchar m¨²sica country son las escasas concesiones que Mullins regala al otro universo, en el que debe quitarse pijama y mascarilla. Incluso lee solamente para poder saber m¨¢s de medicina.
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